Evangelizando

Evangelio del día

Evangelio del miércoles 24 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 11b-19

En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró Jesús diciendo:
«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría cumplida.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad».

Reflexión del Evangelio de hoy

Tened cuidado de vosotros y de todo el rebaño

El texto del libro de los Hechos de los Apóstoles forma parte del tercer viaje misionero de Pablo (Hch 18,23-21,16) durante la primavera del 53. Embarca en Filipos para realizar el viaje de regreso a Jerusalén y realiza una escala en Mileto donde convoca a los presbíteros de Éfeso a los que dirige uno de sus grandes discursos (Hechos 20, 17-38).

El Apóstol va a decirles que han recibido un ministerio sagrado, ser responsables del rebaño que el Espíritu Santo les ha asignado. Así, en su servicio como presbíteros, han de realizar la doble tarea del cuidado: cuidarse a sí mismos y cuidar del rebaño. En primer lugar, cuidarse implica el esfuerzo de guardar fidelidad a la doctrina recibida y el empeño para mantenerse fieles a la ética del evangelio; y, en segundo lugar, cuidar del rebaño. La imagen del pastor ya estaba enraizada en el AT. El pastor cuida de las ovejas y le da a cada una lo que necesita: “Buscaré la oveja perdida, recogeré a la descarriada; vendaré a las heridas; fortaleceré a la enferma; pero a la que está fuerte y robusta la guardaré: la apacentaré con justicia”. (Ez 34,16).

Junto a eso, Pablo exhorta a los episkopos a vigilar, a velar por el rebaño ante los peligros externos e internos, que lo amenazan, doctrinas engañosas o comportamientos inmorales que se van a ir extendiendo por las comunidades.

Por último, les recuerda que han de ser desinteresados citando una sentencia de Jesús que no encontramos en los evangelios, denominada ágrapha: “Hay más dicha en dar que en recibir”. La felicidad radica en la donación y entrega de uno mismo hacia los otros. Pablo finaliza el discurso poniéndose de rodillas y orando con ellos.

Es posible que nosotros lideremos un grupo o una comunidad cristiana por ello hemos de interrogarnos si nos cuidamos personalmente y si cuidamos al grupo: ¿Cuido mi formación y mi ética de forma que viva coherentemente mi fe?  ¿Cuido del grupo alentando su fe y promoviéndolo en su formación? No podemos olvidar que “No hay más que un modo de ser felices: vivir para los demás”. (Leon Tolstoi).

Santifícalos en la verdad

En el capítulo 17 del evangelio de san Juan encontramos una oración de Jesús, tras el discurso de despedida, con tres peticiones. En primer lugar, Jesús ora por sí mismo (17,1-8); En segundo lugar, ora por los discípulos (17,9-19); y, en tercer lugar, por aquellos que van a creer en Jesús por la palabra de los discípulos (17, 20-26). El evangelio de hoy recoge la segunda parte, la oración por los discípulos.

Jesús recuerda el esmerado cuidado realizado con sus discípulos. Los ha guardado y los ha rodeado de una protección tal que ninguno de ellos se ha perdido, excepto “el hijo de la perdición”, Judas. Pero Él está a punto de partir, y los discípulos se quedan “en el mundo sin ser del mundo” con todo lo que implica de vulnerabilidad y de amenaza, por un lado, y todo lo que conlleva de responsabilidad de continuar la misión de Jesús, por otro. Por ello pide al Padre que cuide a sus discípulos para que sean uno como el Padre y Jesús lo son (v.11), para que vivan inmersos en la comunión divina.

Cuando el evangelista habla del “mundo” no habla de nuestro hábitat, se refiere al poder de la oscuridad, a las fuerzas del mal que se alinean contra Jesús para matarle. Por ello pide al Padre que proteja a los discípulos de las amenazas del “mundo”. Jesús ha venido a dar a conocer el verdadero rostro amoroso de Dios, pero “el mundo” le ha rechazado. La revelación de Dios proseguirá a través de la palabra de los discípulos, recibida de Jesús (v.14).

Junto a ello, Jesús ruega también al Padre “que santifique” a los discípulos (v.17) o lo que es lo mismo, que vivan una existencia que se corresponda a la santidad de Dios. “Sed santos porque yo soy santo” (Lv 19, 2). La santificación supone la consagración, y a la vez, una llamada a la trans-formación permanente. La misión de dar a conocer al Dios Santo determina la exigencia de santidad (vv. 17 -19). “Alegraos y regocijaos … El Señor lo pide todo, y lo que ofrece es la verdadera vida, la felicidad para la cual fuimos creados. Él nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada, licuada”, dice el Papa Francisco (G.E. 1) La Palabra nos interroga hoy: ¿Buscamos vivir en la comunión con Dios Padre, Hijo y Espíritu? ¿Nos conformamos con una existencia mediocre, aguada o nos vamos dejando santificar por el Señor? Hoy día de la traslación de los restos de Santo Domingo, hacemos memoria celebrativa de su santidad simbolizada en aquel dulce perfume que exhaló al abrir la losa del sepulcro con sus restos.

Hna. Mariela Martínez Higueras O.P.
Congregación de Santo Domingo


Evangelio del día

Evangelio del martes 23 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 1-11a

En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, dijo Jesús:
«Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a todos los que le has dado. Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo.
Yo te he glorificado sobre la tierra, he llevado a cabo la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía junto a ti antes que el mundo existiese.
He manifestado tu nombre a los que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado.
Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque son tuyos. Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti».

Reflexión del Evangelio de hoy
Nos vamos despidiendo

En las lecturas que nos presenta la liturgia, encontramos dos discursos de despedida: uno de Pablo, dirigido a los presbíteros de Éfeso y por medio de ellos, a todos los pastores de las iglesias, y otro de Jesús, dirigido al Padre como a su único interlocutor.

El libro de los Hechos de los Apóstoles nos sitúa a Pablo en Mileto. Había abandonado Éfeso por las constantes persecuciones de los judíos y está despidiéndose de los ancianos venidos expresamente desde allí.

En los versículos de hoy leemos el tercer gran discurso de Pablo en los Hechos. El primer discurso ofrece una predicación ante los judíos (capítulo 13); el segundo, una predicación ante los paganos (capítulo 17) y este (capítulo 20) constituye su testamento pastoral, dirigido a los jefes de la principal de las iglesias por él fundadas. En el relato vemos a Pablo que se deja llevar por el Espíritu en un viaje que debe desembocar en su cautiverio y se considera prisionero del Espíritu Santo.

Después de recordar su ministerio en Asia y dar a entender una separación definitiva, quizá la de la muerte, Pablo hace sus últimas recomendaciones sobre la vigilancia, el desinterés y la caridad. Sus palabras son un discurso pastoral destinado a los que ejercen un cargo en la Iglesia, sabiendo que toda responsabilidad está marcada por la cruz, y se apoya en sus propios ejemplos, de modo que el discurso nos ofrece un excelente retrato suyo.

Pablo es un ejemplo admirable de apóstol, fundador de comunidades cristianas y servidor humilde del Señor, en las penas y pruebas que le han surgido. Él confiesa su entrega a Cristo llevando a cabo el encargo que recibió de Jesús. Lo encontramos predicando y enseñando, en público y en privado, a judíos y a griegos, y se presenta como un testigo de la gracia de Dios que obra según el espíritu y anuncia el plan de Dios; en su predicación todos somos oyentes invitados a la conversión y a creer en Jesús.  

Partícipes de la Gloria de Dios

En el capítulo 17 del Evangelio de Juan tenemos un texto que conocemos como la oración sacerdotal de Jesús, una oración que dirige al Padre, donde Jesús proclama su fidelidad a Dios y afirma que lo ha glorificado sobre la tierra, coronando la obra que se le encomendó y comunicando las palabras que recibió. 

Todo este Evangelio está marcado por la hora de Jesús que es la gloria de Dios: Jesús sabe que ha llegado la hora de su pasión y muerte y le pide a su Padre que le ayude a aceptar los sufrimientos para dar vida eterna a los hombres.

En los versículos del presente texto aparecen dos verbos: uno es glorificar y el otro es darse. Lo propio de Dios para toda la tradición bíblica es la gloria, esa gloria que nos va a perfeccionar y nos va a dar vida abundante; la palabra hebrea kabôb originariamente significa peso o pesadez, y esa misma palabra se utiliza entonces para expresar la importancia, el honor y la majestad, y es justamente aquel peso real del ser, lo que define su importancia efectiva.

El término gloria se refiere a la gloria que Jesús poseía en su preexistencia divina, o la gloria que le reserva el Padre desde toda la eternidad. Aunque Jesús pide su propia glorificación, no es que busque su gloria, sino que su gloria y la gloria del Padre, son una misma cosa.

El dar de Jesús es hacernos partícipes de todo lo que ha recibido del Padre. Y lo que en realidad desea es que lo conozcamos: conocer al Padre es tener una intimidad con Él. La gloria de Dios es la salvación del hombre y la salvación del hombre es conocer a Dios, y ese conocimiento en nosotros avanza en la unión de todo nuestro ser con Él.

Pidamos a Dios que envíe su Espíritu Santo para que, haciendo morada en nosotros, nos convierta en templos de su gloria y descubramos que la revelación viene a los hombres por Cristo.

Monjas Dominicas Contemplativas
Monasterio Stma. Trinidad y Sta. Lucía (Orihuela)


Evangelio del Día

Evangelio del lunes 22 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 29-33

En aquel tiempo, los discípulos dijeron a Jesús:
«Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que has salido de Dios».
Les contestó Jesús:
«¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo».

Reflexión del Evangelio de hoy
Se bautizaron en el nombre del Señor Jesús

Para comprender lo que nos dice la primera lectura, tenemos que situarnos en los primeros momentos de la primitiva iglesia. Dada la influencia de Juan el Bautista, algunos de los nuevos discípulos, en concreto los de Éfeso, habían recibido su bautismo y no el de Cristo. Y por lo tanto no habían recibido el Espíritu Santo, del que no habían oído ni hablar.

San Pablo les saca de su error. Juan fue muy importante, jugó el papel de precursor de Jesús, de hablar de Jesús y de la necesidad de acogerle. Esa fue su misión que cumplió muy bien. “Decía al pueblo que creyesen en el que iba a venir después, es decir, en Jesús”. Por lo que una vez llegado Jesús, los cristianos es a Jesús y no a Juan a quien deben acoger. Así lo reconocía el mismo Juan: “Conviene que él (Jesús) crezca y yo mengüe”.

El texto nos dice que San Pablo siguió predicando en Éfeso el mensaje de Jesús, durante tres meses, el proyecto de Jesús para toda la humanidad. Jesús es nuestro único salvador, al que debemos dejar que reine en nuestro corazón y dirija toda nuestra vida.

Yo he vencido al mundo

Diversos temas toca el evangelio de hoy. En un principio, parece que los apóstoles, en su intento de conocer más de cerca a Jesús y seguirle, están contentos porque creen que van entendiendo quién es Jesús y todo lo que les dice, “ahora sí que hablas claro… por ello creemos que saliste de Dios”.

Pero el mismo Jesús rebaja su opinión. “¿Ahora creéis?”. Si creyeran de verdad que Jesús además de ser hombre es también el Hijo de Dios, serían siempre fieles a su amistad, aceptarían su verdad y no le rechazarían. Pero Jesús les indica que van a ser capaces de abandonarle y dejarle solo, podemos añadir, en los momentos difíciles de su pasión. “Está para llegar la hora… en que a  mí me dejéis solo”.

A pesar de ello, Jesús les da la buena noticia, de que él nunca va a estar solo, porque “el Padre está conmigo”. Y también les anima, porque a pesar de todo y de sus deficiencias y de las luchas que van a tener en el mundo, encontrarán la paz en él. Y por eso, les sucederá lo mismo que a él: “En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo”.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)


Evangelio del dia

Evangelio del domingo 21 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco

 Sabed que yo estoy con vosotros 

Todos los seres humanos tenemos y sentimos “nostalgia del cielo”; aspiramos a estar en la gloria, a vivir en la gloria. Así lo expresamos en las mejores ocasiones cuando decimos: “esto es la gloria”.

La Fiesta de la Ascensión del Señor expresa la dimensión de exaltación y glorificación de la naturaleza humana de Jesús, como contrapunto a la humillación padecida en la condena y la muerte en la cruz. Jesús acaba su vida en la tierra y vuelve al Padre. Desde su Resurrección y Ascensión al cielo, los cristianos conocemos nuestra meta final: estar donde está Jesús.

Ante la partida del Maestro, los discípulos no se entristecen. Su alegría se explica porque Jesús les dejó un don: la promesa del Espíritu Santo; y una tarea: ser sus testigos hasta los confines del mundo. Además, aquella despedida fue muy diferente a otras. El Señor Jesús mientras se marchaba les bendecía. Se fue de este mundo con los brazos abiertos, como los tuvo en la cruz, bendiciendo a la humanidad y abriendo definitivamente la senda y las puertas del cielo a todos.

Fr. Juan Carlos Cordero de la Hera O.P.
Convento de Ntra. Sra. de Atocha (Madrid)


Evangelio del día

Evangelio del viernes 19 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco

Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 20-23a

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.
La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre.
También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada».

Reflexión del Evangelio de hoy

“No temas… yo estoy contigo”

No ver el fruto inmediato de sus fatigas, sentir sobre sus espaldas la calumnia y la persecución, tener la sensación de estar perdiendo el tiempo, suelen ser las causas más comunes de la tentación de desaliento en quienes anuncian el Reino de Dios. El Señor resucitado se dirige a Pablo para animarle a continuar su misión con las mismas palabras que Yahvé se dirige a los profetas y Jesús a sus discípulos: “No temas…. Yo estoy contigo”.

Jesús está presente en el anuncio del Evangelio y conduce a su enviado en la dificultad. La insistencia de San Lucas a lo largo de todo el libro en esta presencia del Señor es constante, casi machacona. Con ello nos invita a mirar a fondo el sentido de la historia y a descubrir que la oposición y el fracaso, incluso la persecución, no son la última palabra.

La experiencia de los profetas, repetida en la vida de Jesús, se prolonga en la actividad de la Iglesia. No es la ausencia de dificultades lo que permite a ésta extenderse, sino la fe viva en la presencia del Señor y su fidelidad en anunciar el Evangelio al pueblo.

Esta vez los judíos acusarán a Pablo ante el procónsul romano Galión de tratar de introducir en el imperio una religión distinta de la judía y, por tanto, no autorizada como lo estaba la de ellos. La respuesta de la autoridad romana pone, una vez más de manifiesto, la inocencia del cristianismo frente a Roma, tema frecuente en los Hechos de los Apóstoles.

Por consiguiente, Dios es el Rey del mundo. Los profetas nunca atribuyeron a los reyes el poder disponer de sus súbditos a su antojo. Al contrario, el deber sagrado del rey era salvar a su pueblo de los opresores y colmarlo de bienes y prosperidad. Por consiguiente aclamar al Señor como Rey del mudo es aclamarlo como salvador. Ante todo, del pueblo que Él eligió. Luego, de todas las naciones. Éstas quedan sometidas al pueblo escogido, no para ser despojadas de sus bienes, sino para que se unan a Él. Por eso el salmista invita a todo el mundo a tomar parte en los aplausos y aclamaciones

Desde muy antiguo la liturgia reza este salmo en la fiesta de la Ascensión. Sirve magníficamente para expresar el gozo del pueblo cristiano por el triunfo de Cristo, sentado a la derecha del poder de Dios. Y mientras llega el día en que todas las criaturas del cielo y de la tierra alaben al que está sentado en el trono y al Cordero, este canto mantiene nuestra esperanza y sirve para confesar que el triunfo de Jesús se extenderá a todos los pueblos de la tierra.

“Compromiso con el Reino”

En este fragmento del Evangelio de San Juan Jesús anuncia a los discípulos que los sufrimientos llegarán y algunos entregarán la vida por su compromiso con el Reino. Habla de tristeza y alegría, de momentos de luces y sombras, normal para los discípulos, también para los cristianos que vivimos en el siglo XXI, ya que la evangelización no fue fácil para los discípulos y tampoco lo es en los tiempos actuales, pero al igual que ellos no debemos desfallecer, la esperanza es lo último que se pierde.

También hace un símil de la mujer que ha dado a luz, ya que después del parto se olvida del dolor, pues es más grande la alegría de haber traído un niño al mundo, que lo que ha sufrido durante la espera. Sin embargo esta alegría desaparece en comparación con la alegría del amor eterno de Dios, una alegría tan grande que nadie la puede quitar. Dios está cerca y nunca nos abandona.

El Evangelio de San Juan dice mucho sobre el amor de Dios por nosotros. Amar es dar, es estar con y para la persona que amamos. Es la exigencia y el distintivo más característico del discípulo de Cristo.

Jesús antes de partir nos anuncia un nuevo mandamiento. Tenemos que amarnos unos a otros. Y este amor debe notarse; será la señal por la que reconocerán a sus discípulos. Si se aman, son de Jesús; si no se aman, aunque hagan maravillas Jesús no está allí. El modelo y la causa de este amor lo tenemos en el mismo amor que Cristo tuvo y tiene por nosotros.

Tanto es así que el amor no es un mandamiento más. Es “su” mandamiento. Si hay una cosa que no puede faltar a un discípulo y que de alguna manera resume las demás es el amor. Debe ser hasta dar la vida, prueba máxima de amor. Como Jesús. Él lo predijo y lo cumplió.

Por eso podemos decir que todo el testamento de Jesús a los suyos se resume en el amor. No nos manda más que una cosa: amarnos. El amor lo encierra todo. Es la plenitud de la Ley.

Los cristianos que se aman, se comprometen, caminan y viven en la unidad. La unidad es el gran deseo del Señor para los suyos, el urgente programa para que los hombres puedan creer. No suprime diferencias, no iguala. Somos distintos, a veces muy distintos, pero juntos, en el amor, edificamos, con nuestras diferencias, la Iglesia del Señor. Si fuésemos iguales no podríamos dar ni recibir nada. En este dar y recibir está la vida y el progreso de la Iglesia. Mi vida salta a los demás y la suya me inunda. Nuestras diferencias son unidad enriquecedora si se viven en el amor y el compromiso con el Reino de Dios.

A la vista de este programa podemos preguntarnos: ¿qué imagen damos los cristianos en el mundo? A veces nos lamentamos de que el mundo pierde la fe. ¿No será porque nos mostramos divididos y sin amor? Un cristianismo donde sus miembros se critican y atacan sin amor no es de Cristo. No merece la pena vivirlo.

¿Cuál es tu compromiso como cristiano/a en tu Comunidad? ¿Eres de los que lo critican todo y no hacen nada? ¿Cómo pienso evangelizar en esta Pascua de 2023?

Dña. Montserrat Palet Dalmases
Fraternidad Laical de Santo Domingo (Barcelona)


Evangelio del día

Evangelio del miércoles 17 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco

Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 12-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.
Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará.
Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».

Reflexión del Evangelio de hoy

Eso que veneráis sin conocerlo os lo anuncio yo

Muchas palabras se dicen en estos días, quien las dice quiere transmitir su mensaje, quiere convencer a quien le escucha, quiere dar a entender que lo que dice dejarán de ser simples palabras y tras unos días podrán convertirse en hechos.

Quienes escuchan, tienen su propia opinión de lo que perciben, y esto no es ahora, sólo en este tiempo preelectoral, sino que viene de muy atrás: “De esto te oiremos hablar en otra ocasión”, porque a veces es difícil entender lo que se escucha, bien porque tenemos los oídos taponados, o porque la mente llena de ideas contrarias, preferimos no implicarnos, o bien queremos vivir la vida de forma sencilla y sin complicarnos con los problemas de los demás… pero en el fondo vivimos en una sociedad, con otras personas que de alguna manera influyen en nuestra propia existencia o nuestra forma de vivir.

Quien escucha la Palabra no puede quedarse indiferente ante lo que ocurre, no podemos decir que somos creyentes y vivir una vida individual, solitaria, encerrada en nuestro yo, porque entonces lo que está escuchando son palabras, textos que pueden ser muy bellos pero que no tienen sentido para quien los escucha, esa no es la Palabra.

Parece que hoy mucha gente está buscando, recorre diferentes caminos, practica diferentes modos de creer y crecer, busca, reflexiona, pero nada da sentido hasta que no mueve el interior y te impulsa a salir de ti para llegar a los demás, para estar con los otros, para descubrirte en la mirada del Otro. 

El Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad plena

Un buen vino necesita tiempo de preparación, necesita de manos expertas que sepan cómo llevarlo a su máximo exponente. En una cocina quien manda debe prestar atención a quien prepara, a quien tiene en las manos los ingredientes necesarios, saber que va a seguir los pasos correctamente para elaborar un buen manjar, no sólo cumpliendo órdenes sino sabiendo poner pasión en lo que hace.

Quien realiza una obra de arte necesita los materiales de mejor calidad para poder llevar a cabo el proceso de creación, pero si, a pesar de tener los mejores materiales, no pone toda su creatividad en acción, la obra de arte puede quedarse únicamente en obra y no ser arte.

Jesús preparó bien a los Apóstoles, pero también supo cuando parar y dejar al Espíritu su tarea encaminada. Cuando nos dan mucha información en poco tiempo, es bastante probable que se nos escapen muchos datos y dejemos atrás cuestiones importantes, por eso es necesario, como para el buen vino, para un buen plato, para una bella obra de arte, un tiempo de reflexión, de dejar reposar lo recibido y colocarlo bien, no sólo en la mente, sino en el corazón y así poderlo transmitir con mayor riqueza.

Dejemos que el Espíritu nos llene de su sabiduría y nos guie hasta la verdad plena.

¿Vives en la sociedad del todo ahora? ¿Sabes mantener la calma ante las situaciones que vives y sacar de cada una de ellas las enseñanzas que te ayuden a crecer? ¿Necesitas una respuesta rápida ante las dificultades que se presentan o buscas el tiempo y el espacio necesario para buscar la respuesta adecuada?

Hna. Macu Becerra O.P.
Dominicas Misioneras de la Sagrada Familia


Evangelio del día

Evangelio del martes 16 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 5-11

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: “¿Adónde vas?”. Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré.
Y cuando venga, dejará convicto al mundo acerca de un pecado, de una justicia y de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el príncipe de este mundo está condenado».

Reflexión del Evangelio de hoy

Oraban cantando himnos a Dios

Pablo y Silas están encarcelados después de haber sido azotados por anunciar el Evangelio de Jesucristo. Y en vez de lamentarse, quejarse, revolverse contra la situación injusta en que se encuentran, no dejan que lo que les ha ocurrido les hunda, tienen su confianza puesta en el Señor, y rezan, cantando y alabando a Dios con himnos. Cuando “vino una sacudida tan violenta que temblaron los cimientos de la cárcel. Las puertas se abrieron de golpe, y a todos se les soltaron las cadenas”, no pierden la calma, al contrario, pendientes de los que les rodean, evitan que el carcelero se quite la vida.

El carcelero se da cuenta de que Pablo y Silas son hombres especiales, son “hombres de Dios” y les pide que les muestre el camino de la salvación. Le explican el camino de Jesús, “y se bautizó en seguida con todos los suyos”.

La acción de gracias y la alabanza es algo que viene de una actitud del corazón. La alabanza expresa esa confianza en que el amor es más fuerte que el rencor. La situación era muy peligrosa, pero creían firmemente que el Señor está presente en todas las pruebas, y sabían que la solución sería la que Dios tenía preparada y ninguna otra; además creían que sería la mejor. Por eso no estaban preocupados por el peligro, sino dedicados por entero a alabar a Dios, llenos de ánimo como para cantar salmos a medianoche.

Y esa confianza en Dios dará su fruto, será el Señor el que obre en esas circunstancias adversas, y el que motive la conversión del carcelero. Es la providencia de Dios la que les libera para que puedan seguir predicando, porque las dificultades  no pueden frenar la predicación del Evangelio por parte de los apóstoles, porque esta predicación no es obra humana, sino obra de Dios.

En el salmo de hoy cantamos dando gracias al Señor porque: “Tu derecha me salva”. Le damos gracias con todo nuestro ser invitando a todos a participar en nuestra acción de gracias, porque Dios interviene en nuestro camino  liberándonos del mal, de tantas situaciones injustas…

Me voy, y os enviaré el Paráclito

Los primeros versículos del evangelio de hoy reflejan la tristeza de los discípulos ante el anuncio que Jesús les ha hecho de su separación. Jesús se va y los discípulos sienten que con él se van sus sueños, sus esperanzas.

Pero Jesús insiste en que les conviene su marcha al Padre porque así les podrá enviar el Espíritu. Jesús compensa la tristeza que deja su ausencia en los discípulos con esta promesa del Espíritu Consolador.

Este Espíritu nos llevará descubrir la verdad sobre Jesús, sobre los auténticos culpables de tantas injusticias y desgracias. Paráclito significa abogado, y es el que sacará a la luz la realidad. El Espíritu enseña a discernir el bien del mal, saca a la luz la culpa del mundo. Toda la miseria que el mundo trata de ocultar sale a la luz gracias a la acción del Espíritu en nuestros corazones. Y también muestra el juicio, porque Dios ya ha sentenciado a los poderes del mal, ya los ha condenado, aunque parezcan victoriosos frente a nuestra fragilidad.

El mundo, que pensaba haber juzgado a Jesús condenándolo, ahora es condenado por el “príncipe de este mundo”, porque es el responsable de su crucifixión. Jesús fue ejecutado por culpa de las fuerzas del mal, pero el Espíritu garantiza que la causa de Jesús y el Reino son legítimas.

El Espíritu señala la frontera entre la gracia y el pecado, entre la fe y la incredulidad, entre los dominios del reino de Dios y los dominios del anti-reino. Pero sobre todo está en el mundo para testificar el triunfo de Dios sobre el mal.

Sor Cristina Tobaruela O. P.
Monasterio de las Dueñas (Salamanca)


Evangelio del día

Evangelio del lunes 15 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 26 — 16, 4a

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo.
Os he hablado de esto, para que no os escandalicéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí.
Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho».

Reflexión del Evangelio de hoy

“El Señor le abrió el corazón…”

Sigue San Pablo, acompañado de alguno de sus compañeros, predicando de ciudad en ciudad. Hoy le encontramos en Filipos. Allí, a una mujer llamada Lidia “el Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo”, y se bautizó ella y toda su familia.

Es la historia que se repite en todo cristiano de cualquier época. El Señor Jesús sale a nuestro encuentro, y a través de los diversos Pablos que han entrado en nuestra vida, el Señor se adentra en nuestro corazón, nos hace comprender que es el Hijo de Dios, que nos ama con intensidad y que es nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida.

Acogiéndole en nuestro corazón, siguiendo sus pasos, experimentamos que realmente el camino que nos propone nos lleva a vivir la vida con sentido, con alegría, con la esperanza de que nuestra vida tendrá un segundo tiempo después de nuestra muerte y resurrección donde gozaremos para siempre de la felicidad total siempre deseada.

“Os enviaré el Espíritu”

Jesús, ya antes de morir, habla a sus discípulos del Espíritu. En este evangelio, Jesús asigna al Espíritu, la tercera persona de la Trinidad, una misión muy importante respecto a nosotros: “él dará testimonio de mí”. Una de sus misiones es justamente hablarnos a nosotros de Jesús. Convencernos que no solamente es hombre, el hijo del hombre, sino que también es Dios, el Hijo de Dios. Y, por lo tanto, debemos creer todo lo que nos dice y caminar por el camino que él nos señala. Él nos ayudará también a que nosotros demos testimonio de Jesús.

Jesús avisa a sus apóstoles que en su seguimiento no todos serán momentos buenos y que no todos van a aceptar su predicación. Hasta “llega la hora en que todo el que os quite la vida pensará prestar un servicio a Dios”.

Quizás hoy día, al menos en Occidente, no sea este el caso. Más bien lo que más nos duele es la indiferencia de muchos de nuestros contemporáneos ante nuestra predicación de Jesús. Ni le aceptan a él ni nos aceptan a nosotros. Pero también aquí el Espíritu viene en nuestra ayuda, y a pesar del ambiente de indiferencia reinante, nos ayuda a vivir con intensidad el seguimiento de Jesús. Nos sigue convenciendo de que es la mejor manera de vivir nuestra vida humana.  

Jesús, ya antes de morir, comenzó a hablar a sus discípulos abiertamente del Espíritu. Textos que aparecen en la lectura de los evangelios de los días que preceden a la Ascensión y a Pentecostés. Les hace promesas alentadoras. El Espíritu “dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio”. En el encargo de Jesús de predicar el evangelio por todo el mundo, les va a acompañar siempre su Espíritu, el Espíritu Santo, de él recibirán la fuerza necesaria para cumplir su misión.

Una misión, que desde los comienzos del cristianismo, en algunos momentos va a ser muy dura, hasta llegará “una hora cuando el que os dé muerte, pensará que da culto a Dios”. Y explica el por qué hacen esto: “porque no han conocido ni al Padre ni a mí”. Quien descubre quién es nuestro Padre Dios y quién es Jesús… no puede ir en contra de ellos y de sus mensajeros. Recordemos las palabras de Jesús a la samaritana: “Si conocieras el don de Dios…”.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)

Evangelio del día

Evangelio del sábado 13 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 18-21

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros.
Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia.
Recordad lo que os dije: “No es el siervo más que su amo”. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.
Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió».

Reflexión del Evangelio de hoy

Sigue su avance parsimonioso la estela brillante de la luz pascual. itinerario de amanecer tras las huellas de los apóstoles, rendidos ya por señales y signos. Huella del resucitado allí donde triunfó la fe nacida en las llagas y en la paz de quien estuvo en la tumba sólo tres días.

Creyentes robustos que se multiplican, pues no hay fronteras para quien cree y no se resigna. Frutos del Espíritu, guía eficaz y supervisor del camino, porque sólo con su permiso el Evangelio puede caer en tierra buena y los tiempos suyos son infalibles.

En manos siempre de aquel aliento divino que marca con su sello el transcurrir nuevo de los acontecimientos, iluminados ya en misericordia y ternura. Así se regala el don de la escucha, para asegurar la siembra y no quede valdía. Atención solícita al grito de los necesitados de Dios y su Palabra de vida. Entonces, sólo entonces, Macedonia estará dispuesta a recibir la luz que revoque su penumbra. Y en ella, tras su eco sediento de luz, los hechos y acciones de aquellos primeros testigos convencidos y convincentes al compás del Espíritu.

Mientras, como un susurro al oído, el salmista canta una tierra entera que aclama la bondad, la misericordia y la fidelidad de Dios y se pone a su servicio.

Pero el mundo va por otros derroteros, por otras veredas, ignorando o desconociendo el Camino. Sordo a otros intereses que no sean los de sus propios deseos tan mezquinos. Atrapado en quehaceres huérfanos de infinito. Se ha vendado los ojos conscientemente para no ver la luz del día. Deambula en la noche pues es su amiga íntima. Dolido ante quien se atreve a denunciar su escaparate de felicidad vacía, pues tiene la piel muy fina. Insensible, anestesiado, para no saber de dolor y tumbas.

Jesús nos advierte de los contratiempos que habrá que sufrir por no seguir el espíritu famélico del mundo. El amor que El entregó fue, es y será rechazado y sus seguidores, si son de verdad, correrán el mismo destino. Una de las bienaventuranzas ya nos avisa. Tenemos que contar con la persecución, con el no entendimiento, con la mirada escrutante de quienes necesitan vivir en una tranquilidad con perfil de Judas. Sin rechazo, no hay Evangelio vivido, porque el menosprecio es la constatación de que las palabras y las acciones del creyente no se acomodan al modo de ser de un mundo que se quiere desarrollar a espaldas de Dios.

No podemos hacerle coro a quienes juegan a ser dioses entre engaños de titulares a medida. El cristiano provoca denuncia, porque es impronta regalo del bautismo. Por tanto, no debemos dejar a nadie impasible ante nuestra manera libre y radical de servir a un Reino que no es de este mundo. Cuando un cristiano pasa desapercibido debe releer la Pasión de un Viernes Santo sin tapujos. El mundo no ha creído en el abajamiento de Dios, no ha creído en ese derroche de amor, porque éste pone en evidencia al mal, al dolor y la injusticia. Al mundo le es incómodo pensar en una nueva manera de vivir y comprender la Creación.

No podemos esperar a que el mundo se convierta. Tenemos la misión y la responsabilidad de ser testigos vivientes del Resucitado. Nuestra vida es una protesta constante, denuncia andante por este mundo lleno de mordazas y cobardes en cada esquina. Vamos, de una vez por todas, a abandonar nuestros nidos de amor donde todo es ficticia armonía y dejarnos zarandear por ser y vivir como auténticos seguidores de Jesucristo.

Fr. Martín Alexis González Gaspar O.P.
Convento de Ntro. Padre Sto. Domingo (Torrent)


Evangelio del día

Evangelio del viernes 12 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 12-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Este es mí mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».

Reflexión del Evangelio de hoy

“Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros”

Siempre ha habido en la historia, en cualquier sentido, gente que se pasa en querer imponer obligaciones a los demás, la mayoría de las veces con dudoso fundamento; en lo concerniente a la Iglesia solemos decir que son “más papistas que el Papa”.

Algo así ocurrió con los primeros cristianos procedentes de la gentilidad que, por las enseñanzas y testimonio de Pablo y Bernabé, habían abrazado el cristianismo. Algunos que, seguramente, habían sido fariseos y habían sido bautizados, querían por todos los medios que, los que habían sido gentiles, se circuncidaran y guardaran la Ley de Moisés.

Los apóstoles y presbíteros, reunidos, estudiaron la situación y decidieron no sobrecargar a estas comunidades con más obligaciones que las que, el sentido común, indicaba; abstenerse de la contaminación de los ídolos, de las uniones ilegítimas, de animales estrangulados y de sangre.

Todo esto lo decidieron en comunión y con la invocación al Espíritu Santo, y eligieron a dos miembros eminentes de la comunidad, Judas llamado Bársaba y a Silas, para que comunicaran a los creyentes de Antioquia, Siria y Cilicia la decisión, estos lo hicieron y además animándolos a perseverar en la fe que habían recibido.

Poner o imponer trabas a los demás es un deporte demasiado extendido; queremos que los otros hagan lo que a nosotros nos cuesta mucho conseguir, sin valorar los traumas que esto puede causar en los que son sometidos a estas trabas.

Si Dios les ha concedido el Espíritu Santo igual que a nosotros, ¿Quiénes somos nosotros para imponer nada?

No importa el sexo, raza, color de piel, estudios o profesión, Dios nos quiere a todos por igual, pues todos somos hijos suyos.

En el salmo 56 se nos dice: “Te daré gracias ante los pueblos, Señor”, es decir, que en el fondo debemos dar gracias a Dios por la diversidad de pueblos que ha creado y todo para el bien de cada uno de nosotros.

“Vosotros sois mis amigos”

Jesús en su última cena, tras la institución de la Eucaristía, da a los discípulos, según Juan, una serie de recomendaciones como despedida, ya que su fin está próximo, por eso les da el siguiente mandato: “Amaos unos a otros como yo os he amado”. “Nadie tiene amor tan grande como el que da la vida por sus amigos”. “Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando”.

Las palabras de Jesús son diáfanas, nos invita a que entre nosotros reine el mismo amor como el que Él nos ha manifestado. Decimos que amamos a Dios o a Jesús y consideramos que con eso hemos cumplido, sin embargo Cristo nos dice que, aunque amar a Dios es lo más importante, tanto o más es que nos amemos entre nosotros, pues si lo hacemos así el amor a Dios viene implícito con el amor a los hermanos.

El dar la vida por los amigos es un signo de amor, pero no la única forma de amar a los hermanos, no se demuestra así la verdadera amistad; Jesús no dio la vida muriendo, sino poniéndola al servicio de todos. Él no solo nos considera discípulos, sino que nos quiere como amigos, siendo esos amigos indispensables a los que quiere con locura, por eso nos transmite lo que Él ha vivido con el Padre, y pretende que lo asumamos y forme parte de nuestro ADN.

Jesús nos ha llamado a cada uno por nuestro nombre, Él nos ha elegido y nos ha invitado a entrar a formar parte del Reino de Dios, y poner en práctica el amor a los demás.

D. José Vicente Vila Castellar, OP
Fraternidad Laical Dominicana Torrent (Valencia)