Evangelio del día

Evangelio del lunes 5 de junio de 2023

Padre Pedro Brassesco

Lectura del santo evangelio según san Marcos 12,1-12

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los escribas y a los ancianos:
«Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos. A su tiempo, envió un criado a los labradores, para percibir su tanto del fruto de la viña. Ellos lo agarraron, lo azotaron y lo despidieron con las manos vacías. Les envió de nuevo otro criado; a este lo descalabraron e insultaron. Envió a otro y lo mataron; y a otros muchos, a los que azotaron o los mataron.
Le quedaba uno, su hijo amado. Y lo envió el último, pensando: “Respetarán a mi hijo”. Pero los labradores se dijeron:
“Este es el heredero. Venga, lo matamos, y será nuestra la herencia”.
Y, agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá, hará perecer a los labradores y arrendará la viña a otros.
¿No habéis leído aquel texto de la Escritura: “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente”?».
Intentaron echarle mano, porque comprendieron que había dicho la parábola por ellos; pero temieron a la gente, y, dejándolo allí, se marcharon.

Reflexión del Evangelio de hoy

Tobías y la voluntad de Dios

Tobías era un buen judío, que incluso en su destierro de Nínive “no abandonó el camino de la verdad”, el camino de vivir aquello que Dios mandaba. En este fragmento, la buena acción que se destaca de Tobías es la de enterrar a los muertos, algo que a los cristianos del siglo XXI nos resulta alejado, pues en la actualidad en la inmensa mayoría de nuestros países los muertos son enterrados de manera oficial. Pero en la situación de exilio en la que se encontraba Tobías no se podía hacer.

Algo que nos resulta cercano también a nosotros es que Tobías con esa acción estaba realizando algo que para un israelita era voluntad de Dios. Y es con lo que nosotros nos debemos quedar e imitar. En todos los momentos debemos a través de nuestros actos vivir la voluntad de Dios, porque Dios no nos pedirá cosas raras, sino siempre aquello que nos hace bien, lo que nos hace buenos y llena nuestro corazón de bondad y de alegría.

Este es el heredero. Venga, lo matamos, y será nuestra la herencia

Normalmente las parábolas de Jesús son fáciles de entender, sobre todo cuando alguna de ellas se la dirige a alguien en concreto, como es el caso del evangelio de hoy dirigida a los sumos sacerdotes, a los letrados y a los senadores.

En una interpretación de esta parábola, podemos concluir que se trata de la ampliación de la amistad y salvación de Dios del pueblo judío a toda la humanidad. En el Antiguo Testamento, vemos cómo Dios hace un pacto de cercanía con el pueblo judío: “Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo”. Les envió profetas para mantener esa cercanía, pero a muchos de ellos les mataron. Llegada la plenitud de los tiempos, les envió a su propio Hijo con el deseo de extender su salvación a toda la humanidad. Sin embargo, las autoridades judías de entonces, con la colaboración de la autoridad romana, le rechazaron y le dieron muerte en lo alto de una cruz. Pero al tercer día, Dios Padre resucitó a su Hijo, que pidió a sus apóstoles que extendiesen su buena noticia a toda la humanidad. “Id por el mundo entero y predicad el evangelio a toda criatura”. Dios, a través de su Hijo Jesús, ofrece su amistad, su salvación, a toda la humanidad, no es solo para un pueblo, para un puñado de hombres.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)


Evangelio del día

Evangelio del martes 30 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Marcos 10,28-31

En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús:
«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».
Jesús dijo:
«En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más – casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones -, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».

Reflexión del Evangelio de hoy

El Señor sabe pagar y te dará siete veces más

Esta primera lectura del Eclesiástico nos descoloca en nuestra cultura de hoy, porque estamos acostumbrados a disfrutar alrededor de nuestro yo, muchas veces pensamos: “Yo me lo he ganado con mi esfuerzo, pues yo me lo disfruto”, a veces este “yo” pasa a un “nosotros”, la mayoría de las veces familiares o amigos cercanos, es decir, podemos ser capaces de compartir lo nuestro, pero con los nuestros. Pero, precisamente, hoy se nos invita a compartir lo que tenemos con todos, a ser generosos sin mirar con quién.

La lectura de hoy nos deja ver que el rito tiene que ir unido a la vida, si no es así el primero queda vacío. Así que como creyentes tenemos que tener presente que Dios nos da primero, para que nosotros respondamos compartiendo con los demás y luego Dios vuelve a darnos centuplicado. Nos dice el texto: “Dios te dará siete veces más”. Dios nos da todo, como dice el Apóstol San Pablo: “¿Qué tienes que no hayas recibido?”

Hay una lista de cosas que enumera Ben Sirá, como, por ejemplo, observar la ley, guardar los mandamientos, hacer favores al prójimo, apartarnos del mal…. Todo esto es lo que agrada a Dios, porque para Dios lo principal es amarlo a Él y al prójimo.

Dios no se deja ganar en generosidad, pero tampoco se deja sobornar, y muchas veces nos acercamos a Él chantajeándolo o intentando comprarlo, si me das… te doy. Los cristianos estamos llamados a compartir lo que tenemos, pero con alegría, sin ser mezquinos. Procuremos que no nos pase como decía San Agustín: “Si das el pan triste, el pan y el mérito perdiste”

Tengamos un corazón agradecido a Dios por todos los bienes recibidos y pidámosle un corazón desprendido y generoso para poder compartirlos.

Recibiréis cien veces más y en la edad futura la Vida Eterna

Ayer veíamos como un joven se iba triste por no poder seguir a Jesús a causa de su apego a las riquezas, hoy el Señor nos hace una promesa al respecto, nos anuncia que el que deje todo, no sólo los bienes materiales, sino también los afectos, como la familia, etc…, no quedará defraudado, sino que recibirá cien veces más y lo más importante, recibirá la Vida Eterna, pero con persecuciones. Cristo no nos lleva a engaños, es cierto que seguirle a Él es ya disfrutar de la Vida Eterna aquí en la tierra, pero con sufrimientos.

Hoy Jesús nos invita a confiar en Él, sabemos que para Dios nada hay imposible y Él nos dará su gracia para dejarlo todo y seguirle, y, sobre todo, Él nos dará su gracia para soportar las persecuciones, el camino no es fácil, pero la fe nos dice que encontraremos la felicidad plena, como dice Pedro en otro lugar: “A dónde vamos a ir, tú solo, Señor, tienes palabras de Vida Eterna”

Hoy, Dios nos sigue buscando, nos sigue invitando a cambiar de rumbo, a que hagamos las cosas diferentes, a descubrir cuál es la voluntad de Dios en nuestra vida. Es bueno plantearse si nosotros podemos decir como Pedro: “Lo hemos dejado todo y te hemos seguido” Cada uno examínese y vea si realmente lo ha dejado todo o todavía tiene el corazón apegado a algo que le impide seguir al Señor con plena libertad interior. Optar por Cristo siempre será la mejor opción de nuestra vida, porque Él es el que da sentido a ella.

Pidamos al Señor que nos dé fe, esperanza, valor y perseverancia para seguir su camino sin mirar atrás.

MM. Dominicas
Monasterio de Santa Ana (Murcia)


Evangelio del día

Evangelio del lunes 29 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo Evangelio según san Juan 19, 25-34

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo».
Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre».
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.
Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed».
Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca.
Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.

Reflexión del Evangelio de hoy

Se bautizaron en el nombre del Señor Jesús

Entre las diversas escenas en las que aparece María a lo largo de los evangelios, la liturgia de hoy, en  su fiesta de Madre de la Iglesia, nos presenta dos, bien significativas.

Desde lo alto de la cruz, a punto de morir, Jesús entrega a su madre como madre del discípulo a quien amaba. Siempre se ha visto en este pasaje la entrega de María  como Madre de todos los seguidores de Jesús, como Madre de la Iglesia.

Pero no es un título solo honorífico. María ejerce realmente como Madre de la Iglesia, como Madre de todos nosotros, estando siempre dispuesta a escucharnos, a  escuchar todas nuestras palabras donde le podemos expresar las diversas situaciones y los diversos momentos por lo que atraviesa nuestra vida. Y ella, que es medianera de todas las gracias, está dispuesta a concedernos aquello que más necesitamos en nuestro caminar siguiendo a su hijo.

Sabemos que María, como buena Madre, siempre nos recordará la mejor actitud que podemos adoptar. Señalándonos a Jesús, como en las bodas de Caná, nos dirá “haced lo que él os diga”. Y con su presencia continua, siempre maternal, nos dará la fuerza para seguirle.

Cuando Jesús, después de muerto y resucitado, asciende a los cielos delante de sus apóstoles, estos vuelven a la casa donde habían estado y “perseveraban unánimes en la oración”. Y allí, con ellos, con la inicial iglesia, estaba también María la Madre de Jesús. Esta va a ser la actitud de María con todos nosotros, con los que formamos la iglesia. Siempre estará a nuestro lado, como buena Madre.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)


Evangelio del día

Evangelio del jueves 18 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 20-26

En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró Jesús diciendo:
«No solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.
Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».

Reflexión del Evangelio de hoy

La ideología religiosa es argumento de división

Pablo sube a Jerusalén y va al Templo donde dice que no es necesario circuncidarse para ser cristiano; pero muchos creyentes judíos son partidarios de mantener la ley de Moisés. Estas diferencias  acaban con Pablo en la cárcel.

Después de largo tiempo encarcelado; el tribuno romano convoca a los sumos sacerdotes y al consejo judío y lleva a Pablo para poner en claro de qué se le acusa a éste.

Pablo sabe que el partido de los Saduceos no cree en la resurrección… mientras que el partido de los Fariseos cree en ella; ante ellos expone: «Yo soy Fariseo, hijo de Fariseo… se me juzga por mi esperanza en la Resurrección».

Este testimonio cristiano provocó tal altercado entre las dos grandes corrientes religiosas de la época que hubo que llevar de nuevo a Pablo a la cárcel.

-A la noche siguiente, se apareció el Señor a Pablo y le dijo… «¡Animo! Como has dado testimonio de mí en Jerusalén, así debes darlo también en Roma».

¿Cómo es tu testimonio cristiano? No hagas de la fe pascual una ideología, sino un testimonio vivo de encuentro con el resucitado. Ánimo, en esta tarea te apoya Jesús resucitado.

El amor es argumento de unidad

Jesús “ora” y pide en su oración la permanencia de sus discípulos en el amor. El Padre es el que “guarda” a los discípulos y creyentes; no pide preservarlos de dificultades, sino conservarlos bien anclados en la unidad que da el amor.

Si la unidad en el amor es argumento de fe, el gran escándalo y argumento en contra es: una iglesia y unos corazones divididos.

La unidad se logra por la manifestación de la gloria (amor) de Dios que se da en Jesús, en  su obra, en su mensaje, que se prolonga en los discípulos que viven el mandamiento nuevo del amor.

La unidad que se da en Dios, es la que pide Jesús y se aprende estando con Él, viviendo su misma condición de hijo; contemplando su gloria; experimentando su amor; amando, como Él, encarnando el amor como alternativa de vida y de convivencia feliz para la humanidad. Ora, ama, cultiva una fe pascual.

Fr. Isidoro Crespo Ganuza O.P.
Convento de S. Valentín de Berrio Ochoa (Villava)


Evangelio del día

Evangelio del martes 23 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 1-11a

En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, dijo Jesús:
«Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a todos los que le has dado. Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo.
Yo te he glorificado sobre la tierra, he llevado a cabo la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía junto a ti antes que el mundo existiese.
He manifestado tu nombre a los que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado.
Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque son tuyos. Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti».

Reflexión del Evangelio de hoy
Nos vamos despidiendo

En las lecturas que nos presenta la liturgia, encontramos dos discursos de despedida: uno de Pablo, dirigido a los presbíteros de Éfeso y por medio de ellos, a todos los pastores de las iglesias, y otro de Jesús, dirigido al Padre como a su único interlocutor.

El libro de los Hechos de los Apóstoles nos sitúa a Pablo en Mileto. Había abandonado Éfeso por las constantes persecuciones de los judíos y está despidiéndose de los ancianos venidos expresamente desde allí.

En los versículos de hoy leemos el tercer gran discurso de Pablo en los Hechos. El primer discurso ofrece una predicación ante los judíos (capítulo 13); el segundo, una predicación ante los paganos (capítulo 17) y este (capítulo 20) constituye su testamento pastoral, dirigido a los jefes de la principal de las iglesias por él fundadas. En el relato vemos a Pablo que se deja llevar por el Espíritu en un viaje que debe desembocar en su cautiverio y se considera prisionero del Espíritu Santo.

Después de recordar su ministerio en Asia y dar a entender una separación definitiva, quizá la de la muerte, Pablo hace sus últimas recomendaciones sobre la vigilancia, el desinterés y la caridad. Sus palabras son un discurso pastoral destinado a los que ejercen un cargo en la Iglesia, sabiendo que toda responsabilidad está marcada por la cruz, y se apoya en sus propios ejemplos, de modo que el discurso nos ofrece un excelente retrato suyo.

Pablo es un ejemplo admirable de apóstol, fundador de comunidades cristianas y servidor humilde del Señor, en las penas y pruebas que le han surgido. Él confiesa su entrega a Cristo llevando a cabo el encargo que recibió de Jesús. Lo encontramos predicando y enseñando, en público y en privado, a judíos y a griegos, y se presenta como un testigo de la gracia de Dios que obra según el espíritu y anuncia el plan de Dios; en su predicación todos somos oyentes invitados a la conversión y a creer en Jesús.  

Partícipes de la Gloria de Dios

En el capítulo 17 del Evangelio de Juan tenemos un texto que conocemos como la oración sacerdotal de Jesús, una oración que dirige al Padre, donde Jesús proclama su fidelidad a Dios y afirma que lo ha glorificado sobre la tierra, coronando la obra que se le encomendó y comunicando las palabras que recibió. 

Todo este Evangelio está marcado por la hora de Jesús que es la gloria de Dios: Jesús sabe que ha llegado la hora de su pasión y muerte y le pide a su Padre que le ayude a aceptar los sufrimientos para dar vida eterna a los hombres.

En los versículos del presente texto aparecen dos verbos: uno es glorificar y el otro es darse. Lo propio de Dios para toda la tradición bíblica es la gloria, esa gloria que nos va a perfeccionar y nos va a dar vida abundante; la palabra hebrea kabôb originariamente significa peso o pesadez, y esa misma palabra se utiliza entonces para expresar la importancia, el honor y la majestad, y es justamente aquel peso real del ser, lo que define su importancia efectiva.

El término gloria se refiere a la gloria que Jesús poseía en su preexistencia divina, o la gloria que le reserva el Padre desde toda la eternidad. Aunque Jesús pide su propia glorificación, no es que busque su gloria, sino que su gloria y la gloria del Padre, son una misma cosa.

El dar de Jesús es hacernos partícipes de todo lo que ha recibido del Padre. Y lo que en realidad desea es que lo conozcamos: conocer al Padre es tener una intimidad con Él. La gloria de Dios es la salvación del hombre y la salvación del hombre es conocer a Dios, y ese conocimiento en nosotros avanza en la unión de todo nuestro ser con Él.

Pidamos a Dios que envíe su Espíritu Santo para que, haciendo morada en nosotros, nos convierta en templos de su gloria y descubramos que la revelación viene a los hombres por Cristo.

Monjas Dominicas Contemplativas
Monasterio Stma. Trinidad y Sta. Lucía (Orihuela)


Evangelio del Día

Evangelio del lunes 22 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 29-33

En aquel tiempo, los discípulos dijeron a Jesús:
«Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que has salido de Dios».
Les contestó Jesús:
«¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo».

Reflexión del Evangelio de hoy
Se bautizaron en el nombre del Señor Jesús

Para comprender lo que nos dice la primera lectura, tenemos que situarnos en los primeros momentos de la primitiva iglesia. Dada la influencia de Juan el Bautista, algunos de los nuevos discípulos, en concreto los de Éfeso, habían recibido su bautismo y no el de Cristo. Y por lo tanto no habían recibido el Espíritu Santo, del que no habían oído ni hablar.

San Pablo les saca de su error. Juan fue muy importante, jugó el papel de precursor de Jesús, de hablar de Jesús y de la necesidad de acogerle. Esa fue su misión que cumplió muy bien. “Decía al pueblo que creyesen en el que iba a venir después, es decir, en Jesús”. Por lo que una vez llegado Jesús, los cristianos es a Jesús y no a Juan a quien deben acoger. Así lo reconocía el mismo Juan: “Conviene que él (Jesús) crezca y yo mengüe”.

El texto nos dice que San Pablo siguió predicando en Éfeso el mensaje de Jesús, durante tres meses, el proyecto de Jesús para toda la humanidad. Jesús es nuestro único salvador, al que debemos dejar que reine en nuestro corazón y dirija toda nuestra vida.

Yo he vencido al mundo

Diversos temas toca el evangelio de hoy. En un principio, parece que los apóstoles, en su intento de conocer más de cerca a Jesús y seguirle, están contentos porque creen que van entendiendo quién es Jesús y todo lo que les dice, “ahora sí que hablas claro… por ello creemos que saliste de Dios”.

Pero el mismo Jesús rebaja su opinión. “¿Ahora creéis?”. Si creyeran de verdad que Jesús además de ser hombre es también el Hijo de Dios, serían siempre fieles a su amistad, aceptarían su verdad y no le rechazarían. Pero Jesús les indica que van a ser capaces de abandonarle y dejarle solo, podemos añadir, en los momentos difíciles de su pasión. “Está para llegar la hora… en que a  mí me dejéis solo”.

A pesar de ello, Jesús les da la buena noticia, de que él nunca va a estar solo, porque “el Padre está conmigo”. Y también les anima, porque a pesar de todo y de sus deficiencias y de las luchas que van a tener en el mundo, encontrarán la paz en él. Y por eso, les sucederá lo mismo que a él: “En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo”.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)


Evangelio del día

Evangelio del sábado 13 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 18-21

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros.
Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia.
Recordad lo que os dije: “No es el siervo más que su amo”. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.
Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió».

Reflexión del Evangelio de hoy

Sigue su avance parsimonioso la estela brillante de la luz pascual. itinerario de amanecer tras las huellas de los apóstoles, rendidos ya por señales y signos. Huella del resucitado allí donde triunfó la fe nacida en las llagas y en la paz de quien estuvo en la tumba sólo tres días.

Creyentes robustos que se multiplican, pues no hay fronteras para quien cree y no se resigna. Frutos del Espíritu, guía eficaz y supervisor del camino, porque sólo con su permiso el Evangelio puede caer en tierra buena y los tiempos suyos son infalibles.

En manos siempre de aquel aliento divino que marca con su sello el transcurrir nuevo de los acontecimientos, iluminados ya en misericordia y ternura. Así se regala el don de la escucha, para asegurar la siembra y no quede valdía. Atención solícita al grito de los necesitados de Dios y su Palabra de vida. Entonces, sólo entonces, Macedonia estará dispuesta a recibir la luz que revoque su penumbra. Y en ella, tras su eco sediento de luz, los hechos y acciones de aquellos primeros testigos convencidos y convincentes al compás del Espíritu.

Mientras, como un susurro al oído, el salmista canta una tierra entera que aclama la bondad, la misericordia y la fidelidad de Dios y se pone a su servicio.

Pero el mundo va por otros derroteros, por otras veredas, ignorando o desconociendo el Camino. Sordo a otros intereses que no sean los de sus propios deseos tan mezquinos. Atrapado en quehaceres huérfanos de infinito. Se ha vendado los ojos conscientemente para no ver la luz del día. Deambula en la noche pues es su amiga íntima. Dolido ante quien se atreve a denunciar su escaparate de felicidad vacía, pues tiene la piel muy fina. Insensible, anestesiado, para no saber de dolor y tumbas.

Jesús nos advierte de los contratiempos que habrá que sufrir por no seguir el espíritu famélico del mundo. El amor que El entregó fue, es y será rechazado y sus seguidores, si son de verdad, correrán el mismo destino. Una de las bienaventuranzas ya nos avisa. Tenemos que contar con la persecución, con el no entendimiento, con la mirada escrutante de quienes necesitan vivir en una tranquilidad con perfil de Judas. Sin rechazo, no hay Evangelio vivido, porque el menosprecio es la constatación de que las palabras y las acciones del creyente no se acomodan al modo de ser de un mundo que se quiere desarrollar a espaldas de Dios.

No podemos hacerle coro a quienes juegan a ser dioses entre engaños de titulares a medida. El cristiano provoca denuncia, porque es impronta regalo del bautismo. Por tanto, no debemos dejar a nadie impasible ante nuestra manera libre y radical de servir a un Reino que no es de este mundo. Cuando un cristiano pasa desapercibido debe releer la Pasión de un Viernes Santo sin tapujos. El mundo no ha creído en el abajamiento de Dios, no ha creído en ese derroche de amor, porque éste pone en evidencia al mal, al dolor y la injusticia. Al mundo le es incómodo pensar en una nueva manera de vivir y comprender la Creación.

No podemos esperar a que el mundo se convierta. Tenemos la misión y la responsabilidad de ser testigos vivientes del Resucitado. Nuestra vida es una protesta constante, denuncia andante por este mundo lleno de mordazas y cobardes en cada esquina. Vamos, de una vez por todas, a abandonar nuestros nidos de amor donde todo es ficticia armonía y dejarnos zarandear por ser y vivir como auténticos seguidores de Jesucristo.

Fr. Martín Alexis González Gaspar O.P.
Convento de Ntro. Padre Sto. Domingo (Torrent)


Evangelio del día

Evangelio del viernes 12 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 12-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Este es mí mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».

Reflexión del Evangelio de hoy

“Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros”

Siempre ha habido en la historia, en cualquier sentido, gente que se pasa en querer imponer obligaciones a los demás, la mayoría de las veces con dudoso fundamento; en lo concerniente a la Iglesia solemos decir que son “más papistas que el Papa”.

Algo así ocurrió con los primeros cristianos procedentes de la gentilidad que, por las enseñanzas y testimonio de Pablo y Bernabé, habían abrazado el cristianismo. Algunos que, seguramente, habían sido fariseos y habían sido bautizados, querían por todos los medios que, los que habían sido gentiles, se circuncidaran y guardaran la Ley de Moisés.

Los apóstoles y presbíteros, reunidos, estudiaron la situación y decidieron no sobrecargar a estas comunidades con más obligaciones que las que, el sentido común, indicaba; abstenerse de la contaminación de los ídolos, de las uniones ilegítimas, de animales estrangulados y de sangre.

Todo esto lo decidieron en comunión y con la invocación al Espíritu Santo, y eligieron a dos miembros eminentes de la comunidad, Judas llamado Bársaba y a Silas, para que comunicaran a los creyentes de Antioquia, Siria y Cilicia la decisión, estos lo hicieron y además animándolos a perseverar en la fe que habían recibido.

Poner o imponer trabas a los demás es un deporte demasiado extendido; queremos que los otros hagan lo que a nosotros nos cuesta mucho conseguir, sin valorar los traumas que esto puede causar en los que son sometidos a estas trabas.

Si Dios les ha concedido el Espíritu Santo igual que a nosotros, ¿Quiénes somos nosotros para imponer nada?

No importa el sexo, raza, color de piel, estudios o profesión, Dios nos quiere a todos por igual, pues todos somos hijos suyos.

En el salmo 56 se nos dice: “Te daré gracias ante los pueblos, Señor”, es decir, que en el fondo debemos dar gracias a Dios por la diversidad de pueblos que ha creado y todo para el bien de cada uno de nosotros.

“Vosotros sois mis amigos”

Jesús en su última cena, tras la institución de la Eucaristía, da a los discípulos, según Juan, una serie de recomendaciones como despedida, ya que su fin está próximo, por eso les da el siguiente mandato: “Amaos unos a otros como yo os he amado”. “Nadie tiene amor tan grande como el que da la vida por sus amigos”. “Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando”.

Las palabras de Jesús son diáfanas, nos invita a que entre nosotros reine el mismo amor como el que Él nos ha manifestado. Decimos que amamos a Dios o a Jesús y consideramos que con eso hemos cumplido, sin embargo Cristo nos dice que, aunque amar a Dios es lo más importante, tanto o más es que nos amemos entre nosotros, pues si lo hacemos así el amor a Dios viene implícito con el amor a los hermanos.

El dar la vida por los amigos es un signo de amor, pero no la única forma de amar a los hermanos, no se demuestra así la verdadera amistad; Jesús no dio la vida muriendo, sino poniéndola al servicio de todos. Él no solo nos considera discípulos, sino que nos quiere como amigos, siendo esos amigos indispensables a los que quiere con locura, por eso nos transmite lo que Él ha vivido con el Padre, y pretende que lo asumamos y forme parte de nuestro ADN.

Jesús nos ha llamado a cada uno por nuestro nombre, Él nos ha elegido y nos ha invitado a entrar a formar parte del Reino de Dios, y poner en práctica el amor a los demás.

D. José Vicente Vila Castellar, OP
Fraternidad Laical Dominicana Torrent (Valencia)


Evangelio del día

Evangelio del jueves 4 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Juan 13, 16-20

Cuando Jesús terminó de lavar los pies a sus discípulos les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. No lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que cumplirse la Escritura: “El que compartía mi pan me ha traicionado”. Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy.
En verdad, en verdad os digo: el que recibe a quien yo envíe me recibe a mí; y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado».

Reflexión del Evangelio de hoy

Hermanos, si tenéis una palabra de exhortación para el pueblo, hablad

El espíritu pascual se ve unido al espíritu de aquella primera comunidad de discípulos que entendieron que el mensaje de la Buena Noticia no lo podían retener par sí mismos, sino que, es una palabra de exhortación, sentido, vida, para gentes que se encuentran apagados por las oscuridades del mundo. De este modo, el hilo conductor de las lecturas de este día, trata de presentarnos, lo que es la raíz del cristianismo: Jesús como modelo, maestro, que a través de su encuentro plenifica tu vida y te envía a la misión de evangelizar.

Así vemos a este grupo de discípulos en el primer viaje que encabeza Pablo con su llegada a Antioquía de Pisidia. Un escenario concreto que es el de la sinagoga, con un público que tiene necesidad de escuchar una palabra de aliento, en medio de las tareas cotidianas que muchas veces nos ahogan. Pablo, puesto en pie, comienza ese discurso con el que trata de llevar luz a sus vidas y fuego a sus corazones. Pablo, como enviado, no hace otra cosa que hablarle al pueblo de la historia de la salvación. Con una serie de hechos concretos e imágenes, cita lo esencial, de este modo se reaviva en el corazón del auditorio la fe en Dios. Por las mismas adversidades que están pasando el auditorio que escucha a Pablo, pasó también, el pueblo elegido de Israel. Hay la misma necesidad de encontrar un sentido ante la prueba, dificultad, duda, miedo, enfermedad… Por tanto, escucha al Señor, tu Dios.

El enviado, habla, predica: Dios te creo, te llamó a la existencia, escucha el clamor de tu corazón porque no se desentiende de tus sufrimientos, procesos o heridas. Sabe de ti. Te saca de la esclavitud en la que te encuentras, con brazo potente, acompaña tu día a día, lo rutinario, lo pesado del día. Es escudo y armadura, aniquila a tus adversarios a aquellos que te desean lo peor. Quiere para ti una porción, herencia u heredad en la que puedas florecer. Espacio en el que puedas desplegar todo el potencial que puso en tu interior. Suscitó seres humanos maravillosos junto a ti, conforme a su corazón y preceptos, para enseñarte el camino de la vida, de la plenitud. El Bautista, te ha señalado, te indica al Mesías de Dios, al que tienes por modelo y maestro. Al que tienes que escuchar. Al Dios con Nosotros. A tu Salvador. Mira a ver si esta catequesis no es tu historia personal con Dios.

Jesús terminó de lavar los pies a sus discípulos

La escena del evangelio que nos plantea san Juan, tiene un calado profundo, en lo que se refiere al seguimiento de todo discípulo, llenarse de la enseñanza de vida del que es un referente. En el aula con el Maestro de Nazaret. La «Cátedra del Cenáculo» por tanto, un ambiente fraterno y de relación de intimidad, es lo que se nos muestra en esta «última cena». Jesús el Maestro, ha llamado a cada uno de sus discípulos y sabe bien a quien ha elegido para el seguimiento. No desconoce ni barro ni talentos. Ahora llega el momento de la despedida y por tanto, hay que aprovechar la «enseñanza escolar» si queremos que al final del proceso los seguidores se asemejen al que los envía.

«Lavatorio de pies» uno de los últimos capítulos en el temario del Maestro. Este proceso de seguimiento y enseñanza, está llegando a su fin. Ahora toca otro periodo que también abarca la etapa formativa: «Las prácticas», pues bien, acabada la clase magistral, encontramos en los versículos anteriores esta joya en lo referente a ser igual que el maestro: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis» (Jn 13,12-15). Seréis felices y encontraréis el sentido de la vida si lo ponéis en práctica.

A lo largo de la etapa laboral surgirán de todo tipo de etapas. Unas veces faltará la fe y habrá la tentación de abandonar el seguimiento de Cristo. Otras veces vendrá el miedo al que dirán, cuesta posicionarse, defender el ideal, la salida fácil es la de negar haber ido a las clases del «Maestro» y conocerlo. En otras ocasiones la falta de conocimiento lleva a vender al «Maestro» quitarle la autoridad, quitarlo de nuestra vida. Jesús cuenta con ello, sabe que es el proceso que tiene que pasar para reconstruir la masa de sus discípulos. Cuando suceda todo esto, creeréis en que: «YO SOY». Vuestro proceso habrá acabado, la herida, limitación y barro, se verá purificada por la fuerza de la Resurrección que os transformará interiormente y os dará valor para la lucha y el anuncio de Jesús vivo y resucitado.

Necesario ese proceso de «prácticas en la escuela de Nazaret» para el discipulado. Después de un proceso el que es criado y enviado es capaz de asemejarse en su vida con el Maestro. Ahora ya está preparado y con un rodaje suficiente, el discípulo, para llegar a los demás. Para lanzar una palabra de exhortación creíble y con sentido. Ahora podrán recibirlo sabiendo que anuncia en nombre de Jesús, el Maestro, y que al recibir el mensaje están recibiendo al Padre. 

Fray Juan Manuel Martínez Corral O.P.
Real Convento de Nuestra Señora de Candelaria (Tenerife)


Evangelio del día

Evangelio del miércoles 3 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 6-14

En aquel tiempo, dijo Jesús a Tomás:
«Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí».
«Si me conocéis a mi, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dice:
«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Jesús le replica:
«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre” ? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras, Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.
En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».

Reflexión del Evangelio de hoy

El Evangelio que os anuncié y que vosotros aceptasteis

La liturgia de la Palabra nos pone en consonancia con la celebración y el reconocimiento de Felipe y Santiago como personas de referencia en el seguimiento del Maestro. Ambos respondieron a la llamada de Jesús. Ambos iniciaron un camino de acogida, admiración, aprendizaje y, como no, también de conflicto interno con sus expectativas y el Maestro que habían asumido en sus vidas.

Si os manteneis en la Palabra que os anunciamos

Este fragmento de la carta a la comunidad de los corintos tiene como objetivo insistir en que nuestra vida, como seguidores de Jesús, sólo tiene sentido si nos mantenemos y vivimos en la Palabra que nos fue anunciada. El autor de la carta insiste con fuerza en el kerigma, en la esencia de nuestra fe: que la muerte de Jesús nos redime y nos salva. Este misterio de salvación tiene como fundamento la decisión del Padre: la resurrección del Hijo; y en el Hijo, la resurrección de todos nosotros. 

Si nuestra fe es solo de discurso, nuestra vida no tiene sentido, es vana, es absurda. Por eso la insistencia de Pablo en afirmar una y otra vez que la resurrección de Jesús no es imaginaria, sino una experiencia que vivieron  muchas personas y de la cual dan testimonio.

Hace tanto que estoy con vosotros ¿y no me conoces?

Ciertamente Jesús puede decir a nuestro corazón esas mismas palabras en algunos momentos de la vida. Y es importante tomar conciencia de que seguimos el camino del discipulado como aquellos primeros hombres y mujeres. En el proceso de la fe, vamos pasando por etapas, creciendo y madurando el encuentro personal con el Maestro, con el Hijo de Dios. Acogernos, comprendernos y acompañarnos mutuamente es que lo que Jesús espera de nosotros.

Resuena con fuerza el siguiente versículo del Evangelio de hoy: “creedme (…) sino creed a las obras”. Es realmente lo concreto de la vida donde se desgrana la fe y el sentido que nos habita. Las palabras y discursos son efímeros, el viento los lleva. El compromiso real, por muy pequeño que sea, habla por sí mismo. Muchas veces, se trata de un compromiso en el día a día bien silencioso, que no pierde tiempo en palabras que expliquen o justifiquen. Es un compromiso cuya responsabilidad brota de la experiencia y de la fe en Jesús, el Hijo de Dios. Por eso, se empeña energía, tiempo y dedicación.

Hoy resuena en nosotros el testimonio de vida de Felipe y Santiago el menor. Personas como nosotros, que haciendo su camino en el discipulado, son referentes en nuestra vida de fe.

Hna. Ana Belén Verísimo García OP
Dominica de la Anunciata