Evangelio del día

Evangelio del viernes 1 de diciembre de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Lucas 21,29-33

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos una parábola:
«Fijaos en la higuera y en todos los demás árboles: cuando veis que ya echan brotes, conocéis por vosotros mismos que ya está llegando el verano.
Igualmente vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.
En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán».

Reflexión del Evangelio de hoy
«Vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán»

…La visión de Daniel, en su contexto, quiere expresar una esperanza al pueblo de Israel de que Dios es fiel y está y estará con su pueblo a pesar de los peligros y asechanzas de las terribles fieras. Pero aquellos peligros no son tan diferentes a los de los tiempos presentes y el Pueblo de Dios redimido por Cristo experimenta en su día a día las atrocidades de las guerras entre naciones, entre religiones, entre los propios hermanos…

El Hijo del Hombre, que para nosotros, no es otro que el Señor Jesucristo, sigue presentando ante el Padre ese Reino que Él inauguró y sostiene mediante la acción del Espíritu. Ciertamente todavía son primicias, pero que contienen en sí mismas la plenitud de las Bienaventuranzas en tantos y tantos santos que en sus vidas han dado y dan testimonio frente a las fieras indómitas que sigue suscitando el Maligno y que provocan miedo y perturbación.

«… Cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios»

…Las palabras de Jesús siguen hoy más presentes que nunca para el que sepa ver con los ojos de la fe y los dictados de Amor que el Señor nos suscita en los acontecimientos de cada día. El problema radica en nuestra ceguera: tenemos unos ojos y un corazón acostumbrados “a lo de siempre”, a esa rutina que, sin darnos cuenta, nos introduce en una dinámica de “visible” oscuridad que nos impide ver que la higuera comienza a producir sus frutos.

El Evangelio de hoy, en las vísperas del Adviento, nos llama a la esperanza. La Palabra de Dios, hecha vida y eternidad en Jesús, no pasará jamás porque sigue presente, viva, siempre naciente, brotando como primicia y dispuesta a dar fruto si la percibimos y la dejamos madurar en nuestra vida de cada día.

Esa Palabra nos sale al encuentro cada día y es preciso saberla percibir. Para ello hemos de pedirle al Señor que abra nuestros ojos y, de corazón a corazón, podamos ver a los hombres como hermanos, que brote la misericordia ante tanta injusticia y desamparo y que, de esta manera, al vernos se pueda decir lo mismo que sobre los primeros cristianos: “mirad como se aman”

Entonces y solo entonces podremos decir con nuestro Maestro que el Reino de Dios está cerca.

El Dios que crea por amor, ha sido el primero en darnos a los hombres un voto de confianza. La aventura de este mundo la inició Él, no nosotros, y esta es la mejor razón que tenemos para confiar en que, a pesar de los pesares, esta historia tiene que terminar bien.

La creación del hombre es un cheque en blanco extendido por el mismo Dios, y del que tan sólo Dios mismo sale fiador (Schillebeeckx). Desde la fe, siempre tendremos razones para creer que esto tendrá un Happy End, un final feliz. La vida de Jesús es paradigmática al respecto, pues a pesar de las violencias de los hombres (ante las que Dios se volvió inerme, voluntariamente indefenso), los hombres no lograron darle jaque-mate, o Dios no lo consintió resucitando precisamente al crucificado. Y es que la última palabra de la historia es sólo de Dios.

(Juan Antonio Marcos, “La atención amorosa en clase de presencia: san Juan de la Cruz”)

D. Carlos José Romero Mensaque, O.P.
Fraternidad “Amigos de Dios” de Bormujos (Sevilla)


Evangelio del día

Evangelio del jueves 30 de noviembre de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Mateo 4, 18-22

En aquel tiempo, paseando Jesús junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a Andrés, que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores.
Les dijo:
«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres».
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre, y los llamó. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

Reflexión del Evangelio de hoy

La fÉ nace del mensaje y el mensaje consiste en hablar de Cristo

La salvación se alcanza, si tus labios confiesan (fe pública) que Jesús es el Señor; y si tu corazón cree (fe vivida interiormente) que Dios lo resucitó.

La fe rompe las distinciones entre razas: judíos o griegos y todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.

Este es el anuncio y la predicación del Evangelio, que realizaron los apóstoles. Anuncio alegre del que recorre con sus pies los caminos de la vida para llevar buenas noticias de parte de Dios. 

El anuncio del Evangelio que es Jesús lleva la promesa de que “ninguno que crea en Él quedará defraudado”. Qué pena que no todos presten oídos a esta Buena nueva.

También hoy para creer es necesario que Jesús sea anunciado… se necesitan evangelizadores, conscientes de que el Evangelio, la fe que nace del mensaje no se impone, sino que como el amor se ofrece en libertad.

El mensaje consiste en hablar de Cristo. Esa fue la misión de San Andrés.

¿Hoy quieres ser tú anunciador de salvación? Habla de Cristo.

Ir con Jesús, crear fraternidad, ser anuncio del Evangelio en comunidad

Jesús está caminando, es decir tomando posesión en nombre de Dios del lugar que recorre. Está dejando la huella de Dios allá por donde pasa. Y busca colaboradores con estas características:

Fraternidad: Es Jesús el que al pasar lo primero que ve es la vida en fraternidad: vio a dos hermanos; antes que el nombre, o el oficio,  lo que importa es la fraternidad, los ve echando el copo (pequeña red que se lanza con la mano) pues eran pescadores.

Que vayan con Él: Les dice (verbo en presente), porque Él nos dice hoy: Veníos. Mirad que este llamamiento se hace en plural, es invitación a seguirle en comunidad fraterna.

Veníos conmigo: No puede haber seguimiento del Señor si no existe este espacio de intimidad, y reconocimiento de su palabra y de su persona.

Llama y da una misión: Os haré pescadores de hombres, conquistadores de pueblos para el Reino (pescadores de hombres; era expresión que se utilizaba militarmente para decir que serían conquistadores de pueblos)

Ir con Jesús que llama, exige dejar al instante las redes… redes que hoy nos atrapan y “enredan” porque sin dejarlas no podemos seguirle a Él.

En comunidad: Más adelante Jesús llama a otros dos; así esta llamada se hace universal (cuatro hermanos) y comunitaria.

Dejan la barca=ambiente socio-económico y a su Padre=figura de autoridad, y afirman sólo el vínculo de fraternidad.

Jesús llamó a San Andrés y él le siguió ¿Escuchas a Jesús que hoy te llama a tí a colaborar con Él?

Fr. Isidoro Crespo Ganuza O.P.
Convento de S. Valentín de Berrio Ochoa (Villava)


Evangelio del día

Evangelio del miércoles 29 de noviembre de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Lucas 21,12-19

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio.
Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

Reflexión del Evangelio de hoy

No has honrado al Dios dueño de vuestra vida y vuestras empresas

Nos encontramos hoy con otro texto de difícil comprensión. Mucho más si tenemos en cuenta que no se toma la totalidad del relato y que, en lo que hoy escuchamos, no está incluido el final de esta “historia”.

Para comenzar, nos dicen los especialistas en la Escritura que nada en este relato tiene que ver con la historia. Se trata de una invención, que sin duda tiene un fin aleccionador. El autor pretende enseñar algo. Y en ese sentido las interpretaciones son muy variadas.

Intentamos un posible acercamiento, conscientes de que existen otras muchas posibilidades. Lo primero que se advierte al leer detenidamente el pasaje es que el relato va adquiriendo una tonalidad inquietante. Comienza con un banquete esplendoroso y culmina con el anuncio de un desastre definitivo.

En medio, el rey Baltasar humilla y desprecia al Dios de Israel, profanando los vasos sagrados robados en el templo de Jerusalén, bebiendo y brindando con ellos al tiempo que adoraban a los dioses de oro y plata… De pronto aparecen los dedos de una mano escribiendo sobre la pared un mensaje que, interpretado por Daniel, anuncia el final del reinado y del reino de Baltasar.

En el contexto la explicación es clara y la ofrece el propio relato. ¿Y para nosotros hoy? Quizá… una vida que parece tener su objetivo y su culmen en el disfrute, la diversión, el bienestar, el éxito, el dinero, el placer, el poder… ¿es una vida plena si todo eso se consigue, o tal vez una vida vacía, superficial? ¿podemos prescindir de la interioridad, la espiritualidad, de la relación con Dios, sin que se vaya viniendo abajo el andamiaje en el que sustentamos nuestra vida?

Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas

En el evangelio de Lucas, escuchamos hoy una parte del discurso de Jesús sobre el final de los tiempos. Un discurso en el que aparecen las múltiples situaciones por las que los creyentes van a ir pasando a lo largo de su vida personal y de la historia de la comunidad de seguidores de Jesús.

Hay un anuncio de dificultades, persecución, sufrimientos a los que habremos de enfrentarnos por causa suya, pero también una invitación a la serenidad y la confianza porque con su fuerza podremos dar testimonio de Él, y una promesa de salvación para aquellos que sepan perseverar.

Se diría que este anuncio de Jesús tiene resonancias muy diferentes en los diversos lugares de nuestro mundo. Porque, efectivamente, en algunos sitios se persigue a los discípulos de Jesús sólo por serlo. Sin embargo, en el contexto de los países occidentales no es habitual que podamos hablar de persecución por ser seguidores de Jesús. Resultaría una pretensión por nuestra parte suponer que nos persiguen por causa de Jesús. Más bien vivimos un momento histórico en que precisamos de una reflexión humilde para reconocer que, más allá de todos los prejuicios anticlericales que realmente existen, la “persecución” a la Iglesia se fundamenta en la existencia de hechos delictivos gravísimos cometidos por sus miembros, que no podemos intentar minimizar y ante los que sólo cabe pedir perdón.

Pero también es cierto que los que desean seguir a Jesús encuentran obstáculos y dificultades en nuestras sociedades llamadas desarrolladas. El desinterés, el desprecio, la marginación, la exclusión de todo lo que parezca tener una relación con Dios o la religión se convierte en habitual en muchos ambientes. A veces lo encontramos entre aquellos que nos son más cercanos y queridos, y nos sentimos sin instrumentos para establecer un diálogo abierto y sin prejuicios… ¡cuánto necesitamos suplicar esa sabiduría que Jesús nos promete para poder testimoniar la alegría inmensa de su presencia en nuestra vida!¡Y cuánto, también, no dejar de sentirnos afectados por la indiferencia desoladora que prescinde tan fácilmente de Dios!

Hna. Gotzone Mezo Aranzibia O.P.
Congregación Romana de Santo Domingo


Evangelio del día

Evangelio del martes 28 de noviembre de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Lucas 21,5-11

En aquel tiempo, como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo:
«Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida».
Ellos le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?».
Él dijo:
«Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida».
Entonces les decía:
«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes. Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo».

Reflexión del Evangelio de hoy

En las raíces del ser

Tras una educación selecta y fortaleza reales, Daniel y sus compañeros viven esta circunstancia de destierro y servicio con entereza y fidelidad a su Dios; en lo más profundo de su ser está grabado el sentido de la fidelidad y el valor de la verdad (israelitas en que no hay engaño) donde no caben sobornos ni componendas; no se sienten sabios ni autosuficientes, sino que invocan a su Dios, “fuente de la Sabiduría”, y lo predican.

El mismo Daniel describe al rey el pensamiento y miedo ante la caída de su reino y le muestra en la exacta figura de la visión que describe y relata el proceso de vivir afincados en el poder y las riquezas: al fin, todo se hunde. Y se repite continuamente este proceso en la historia de los pueblos y en la personal… tanto que pretende la enseñanza para inclinar al hombre a la humilde y acertada postura de afianzarse sólo y siempre en Dios y, sorprendentemente, anuncia el Reino de Dios en Jesucristo con la fidelidad extraordinaria.

Vivir en alabanza

El hombre creyente y dispuesto a ser fiel a su Dios, porque ha experimentado su iluminación y continua protección, arriesga a tope en la confianza y es salvado; por eso, de lo más profundo sale la alabanza que implica a toda la creación, porque su boca no puede callar el gozo de ser amigo del Dios Grande; tiene así la certeza y convicción para consagrar sus fuerzas y su vida entera a Dios que lo envuelve en su Amor.

Salvados en Él

El Señor sigue marcando el camino y parte de la vida diaria concreta (la viuda) donde se fragua y se realiza la fidelidad, que prepara para afrontar bien los dichos, habladurías o realidades de tiempos duros que amedrentan a los que no están pegados a su Dios. Estas predicaciones de los últimos tiempos como que atentan contra lo más sagrado (el Templo) a las seguridades ficticias de quien vive en la superficialidad; a los apegos a las cosas temporales, por grandiosas que sean y el Señor advierte: “que nadie os engañe”, porque “Él es” y está a nuestro lado, no en una novedad que tengamos que añadir, sino una realidad continua. Guerras y revoluciones son, por desgracia, el hábitat del pecado que anuncian el poder destructor y hasta la muerte, la persecución (que es compañera de los fieles desde el principio).

Tenemos que tomar nuestra calma, seguridad y fuerza en Jesucristo el Señor que es nuestro baluarte, el que ha dado su vida y remedio al hombre de todo mal. Los cristianos lo somos desde esta experiencia vital salvadora que ya ha podido y vencido todo dolor, impotencia y destrucción. Por eso hay que mantenerse y crecer en la confianza cierta de nuestro Salvador.

¿Cómo te encuentras ante tantos acontecimientos y situaciones ´catastróficas` en el mundo actual?

¿Tiene algún parecido con lo que se narra en la Palabra de este día?

¿Te identificas en algo con los personajes de que hablamos?

Dominicas de Lerma
Monasterio de San Blas. Lerma (Burgos)


Evangelio del día

Evangelio del martes 21 de noviembre de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Lucas 19, 1-10

En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad.
En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo:
«Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa».
Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban diciendo:
«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».
Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor:
«Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más».
Jesús le dijo:
«Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

Reflexión del Evangelio de hoy

Esta semana estamos leyendo los libros de los Macabeos; éstos no formaban parte del canon de la escritura de los judíos, pero han sido reconocidos por la Iglesia cristiana como inspirados. El título les viene del sobrenombre de Macabeo, dado al héroe principal de esta historia y que también se aplicó a sus hermanos.

En estos versículos del segundo libro de los Macabeos nos encontramos con la narración del martirio de Eleazar; dice el texto que era “uno de los principales maestros de la ley, un hombre de edad avanzada y con un semblante muy digno”. Los Padres de la Iglesia han celebrado en Eleazar a un mártir de antes de Cristo.

Ante la propuesta de sus viejos amigos de cumplir materialmente la ley, de estar en regla exteriormente con ella, él actúa siguiendo la propia conciencia, según la voluntad de Dios, con una actitud auténtica de un hombre de fe situado ante Dios.

Ante el final de su vida, “quiere legar un noble ejemplo para que los jóvenes aprendan a arrostrar una muerte voluntaria por amor a la ley”; nombra el texto a las leyes venerables y santas como expresión que procede del campo jurídico helénico, pero para el autor, las leyes son esencialmente la Ley, que se identifica con la Alianza y es prenda de la benevolencia divina. Las palabras del salmista “el Señor me sostiene” resuenan en los labios de Eleazar, que experimenta que el Señor es su escudo, que le escucha y que mantiene alta su cabeza.

Un encuentro de salvación

Lucas es el único evangelista que habla del encuentro de Jesús con Zaqueo y con estos versículos expresa un tema muy particular como es la conversión de los pecadores. Zaqueo era el jefe de los recaudadores de impuestos romanos, un hombre odiado entre todos, que oprimía al pueblo sencillo enriqueciéndose a costa de la gente humilde, el que sacaba provecho de asuntos injustos, el jefe de los publicanos de Jericó. Aquí se dice que Zaqueo quería ver a Jesús y explicita que era bajo de estatura: se narra un encuentro y viene a mi memoria la frase que dice: “El Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido”. Es una afirmación de Jesús que nos explica qué ha pasado en Zaqueo. Hemos oído muchas veces la palabra salvación y aquí Jesús la aplica, diciendo a Zaqueo: “Hoy ha sido la salvación a esta casa”.

Dice el Obispo San Ambrosio de Milán, que “Zaqueo prefirió la luz de la gloria de Cristo y oyendo que pasaba el Señor, subió a un árbol, porque, al ser bajo de estatura, no podía verle con tanta multitud. Vio a Cristo y encontró la luz. Lo vio y, de robar anteriormente las cosas a los demás, pasó a distribuir las suyas propias”. El encuentro es el lugar donde se recogen los significados, donde las personas dan los grandes cambios, como vemos en Zaqueo.

El concepto encuentro es una realidad muy profunda, no es una entrevista, no es una reunión. Un encuentro implica cambios, no es estar al lado de una persona y ya, conlleva la salvación ¡El encuentro es más que un simple hablar! En un encuentro hay una interacción de lo profundo del hombre. Se dice que el encuentro es entre dos personas o no es nada. Y si esas dos personas no llegan hasta el final no se encuentran una con otra; el encuentro no es simplemente estar uno al lado de otro. La persona se encuentra en la plenitud cuándo ha encontrado algo que la ha hecho levantarse. El camino que tiene el encuentro nos asombra y hace que nos miremos a nosotros mismos, descubriendo la belleza, la grandeza, la bondad y la altura espiritual del verbo encarnado, que es Jesús. El encuentro primordial es con Dios; nos encontramos primeramente con Él, de lo contrario es pura función. Este encuentro nos transforma, transforma la conducta moral porque al encontrarnos con Jesús que va a la fuente no sólo dice que lo que haces está mal, sino que su voz nos interpela para reconocer su presencia en la historia personal de cada uno, descubriendo así el proyecto de amor que tiene para nuestras vidas.

En este día celebramos, junto con los cristianos de la Iglesia oriental, la “dedicación” que María hizo de sí misma a Dios, ya desde su infancia, movida por el Espíritu Santo, de cuya gracia estaba llena desde su concepción inmaculada.

Son historias con nombre propio: el martirio de Eleazar, el encuentro de Jesús con Zaqueo, la Presentación de la Santísima Virgen María en el templo. La Eucaristía es un encuentro con Jesús en las condiciones en que estamos; este encuentro es una integración del hombre, es humanizador, salvador. La Sagrada Escritura nos puede ayudar en nuestros encuentros con Él; la oración nos ayuda a conocerlo mejor a Él y a nosotros mismos. Hagamos de nuestra vida una historia de encuentro con el Señor, cumpliendo su santa voluntad, como Eleazar, Zaqueo y María, que alabando a Dios hicieron entrega de sí mismos.

Monjas Dominicas Contemplativas
Monasterio Stma. Trinidad y Sta. Lucía (Orihuela)


Evangelio del día

Evangelio del domingo 19 de noviembre de 2023

Padre Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Mateo 25, 14-30

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus siervos y los dejó al cargo de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó.
El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos.
En cambio, el que recibió uno fue a hacer un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo viene el señor de aquellos siervos y se pone a ajustar las cuentas con ellos.
Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo:
“Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco”.
Su señor le dijo:
“Bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”.
Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo:
“Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos”.
Su señor le dijo:
“Bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”.
Se acercó también el que había recibido un talento y dijo:
“Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo”.
El señor le respondió:
“Eres un siervo negligente y holgazán. ¿Conque sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese siervo inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes”».

Reflexion del evangelio de hoy

III.1. El evangelio de Mateo (25,14-30) nos muestra, tal como lo ha entendido el evangelista, una parábola de “parusía” sobre la venida del Señor. Es la continuación inmediata del evangelio que se leía el domingo pasado y debemos entenderlo en el mismo contexto sobre las cosas que forman parte de la escatología cristiana. La parábola es un tanto conflictiva en los personajes y en la reacciones. Los dos primeros están contentos porque “han ganado”; el último, que es el que debe interesar (por eso de las narraciones de tres), ¿qué ha hecho? :“enterrar”.

III.2. Los hombres que han recibido los talentos deben prepararse para esa venida. Dos los han invertido y han recibido recompensa, pero el tercero los ha cegado y la reacción del señor es casi sanguinaria. El siervo último había recibido menos que los otros y obró así por miedo, según su propia justificación. ¿Cómo entendieron estas palabras los oyentes de Jesús? ¿Pensaron en los dirigentes judíos, en los saduceos, en los fariseos que no respondieron al proyecto que Dios les había confiado? ¿Qué sentido tiene esta parábola hoy para nosotros? Es claro que el señor de esta parábola no quiere que lo entierren, ni a él, ni lo que ha dado a los siervos. El siervo que “entierra” los talentos, pues, es el que interesa.

III.3. Parece que la recompensa divina, tal como la Iglesia primitiva pudo entender esta parábola, es injusta: al que tiene se le dará, y al que tiene poco se le quitará. Pero se le quitará si no ha dado de sí lo que tiene. Y es que no vale pensar que en el planteamiento de la salvación, que es el fondo de la cuestión, se tiene más o menos; se es rico o pobre; sino que la respuesta a la gracia es algo personal que no permite excusas. La diferencia de talentos no es una diferencia de oportunidades. Cada uno, desde lo que es, debe esperar la salvación como la mujer fuerte de los Proverbios que se ha leído en primer lugar. Tampoco el señor de la parábola es una imagen de Dios, ni de Cristo, porque Dios no es así con sus hijos y Cristo es el salvador de todos. Es una parábola, pues, sobre la espera y la esperanza de nuestra propia salvación. No basta asegurarse que Dios nos va a salvar; o aunque fuera suficiente: ¿es que no tiene sentido estar comprometido con ese proyecto? La salvación llega de verdad si la esperamos y si estamos abiertos a ella.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)


Evangelio del día

Evangelio del sábado 18 de noviembre de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Lucas 18,1-8

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer.
«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.
En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle:
“Hazme justicia frente a mi adversario”.
Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo:
“Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme”».
Y el Señor añadió:
«Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?».

Reflexión del Evangelio de hoy

Unidos para la misión

Leemos hoy unos pocos versículos de la tercera carta de Juan. Va dirigida a un cristiano llamado Gayo a quien elogia por su actitud generosa y comportamiento de buen colaborador con los misioneros itinerantes que pasaron por su comunidad. Les proveía de lo necesario, “cooperando así en la propagación de la verdad”.

 También hoy, ¡cuántos laicos y laicas realizan una labor humilde, sencilla, pero meritoria: con su trabajo de misioneros o catequistas o voluntarios! ¡Cuántos cristianos colaboran con su ayuda al trabajo de los misioneros o al sostenimiento de las obras de la Iglesia -iglesias, seminarios, mantenimiento del personal- y lo hacen calladamente!          

Si Jesús afirmó que no quedaría sin recompensa quien diera un vaso de agua a uno de sus discípulos, san Juan exhorta a colaborar en la predicación de la verdad del evangelio en la forma que cada uno pueda y desde el lugar y la posición que cada uno ocupe. Cada uno en la medida de sus posibilidades. Pero el compromiso es de todos los creyentes.

Orar sin desanimarse

Lucas es el evangelista de la oración. Es el que más veces describe a Jesús orando y más nos transmite su enseñanza sobre cómo debemos orar.

Hoy lo hace con la parábola de la viuda insistente. El juez no tiene más remedio que concederle la justicia que la buena mujer reivindica. No se trata de comparar a Dios con aquel juez, que Jesús describe como corrupto e impío, sino nuestra conducta con la de la viuda, seguros de que, si perseveramos, conseguiremos lo que pedimos.

La perseverancia no equivale a impaciencia. Solamente el paciente es perseverante. El impaciente se cansa pronto y cede. El paciente persevera hasta el fin. Por eso la perseverancia es signo de amor y el amor nos abre  el acceso al Padre.

Jesús recomienda la confianza, la fidelidad y la perseverancia en la oración como clave para alcanzar lo que necesitamos; porque Él está intercediendo ante el Padre por nosotros.

La pregunta final de Jesús, en la página que hoy leemos, es provocativa: “cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?”.Pidamos al señor estar seguros de que Dios nos escucha en todo momento y en toda circunstancia.

Fr. Carlos Oloriz Larragueta O.P.
Convento de la Virgen del Camino (León)


Evangelio del día

Evangelio del viernes 10 de noviembre de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 16,1-8

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:
«Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo:
“¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás seguir administrando”.
El administrador se puso a decir para sí:
“¿Qué voy a hacer, pues mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa”.
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero:
“¿Cuánto debes a mi amo?”.
Este respondió:
“Cien barriles de aceite».
Él le dijo:
«Toma tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta”.
Luego dijo a otro:
“Y tú, ¿cuánto debes?”.
Él dijo:
“Cien fanegas de trigo”.
Le dice:
“Toma tu recibo y escribe ochenta”.
Y el amo alabó al administrador injusto, porque había actuado con astucia. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz».

Reflexión del Evangelio de hoy
Con mis palabras y acciones

En la primera lectura del día podemos escuchar a San Pablo enviándonos a predicar en espacios abiertos, en las fronteras. Él nos dice que para «no construir sobre cimiento ajeno» sino para anunciar a Cristo entre los que no han escuchado nunca su nombre, para que vean y comprendan. Y no solo a través de sabias palabras sino en un sincero ejercicio de transparencia, mostrando su obra: la que realiza en cada uno de nosotros, los que declaramos seguirle o intentamos hacerlo.

Para mostrar el tesoro que llevamos dentro, hemos de realizar una dieta de adelgazamiento, dieta que no está pautada por ningún nutricionista, sino que encontramos muy bien explicada en las obras de misericordia. No se trata de dejar de comer o de comer ciertos alimentos sino de «dar de comer al que tiene hambre», no se trata de engañar a nuestro estómago bebiendo mucha agua sino de ofrecer un vaso de agua fresca «al que tiene sed», no se trata de ejercitar nuestro cuerpo con largas caminatas sino de «acoger» al que llega de muy lejos y permitirle descansar entre nosotros.

Al escuchar, consolar y cuidar a otros que lo necesitan más, mostramos nuestro tesoro, y ese bendito descuido sobre nosotros mismos nos desinfla el ego y aligera la vida al vaciarla de inútiles preocupaciones que nos llenan de ansiedad y de colesterol, del malo, además.

Hijos de la Luz

El evangelio de hoy se comenta solo.

Pues sí, parece que son otros los que practican la misericordia, los que perdonan las infracciones, los que acogen al extranjero y le hospedan, mientras miramos recelosos a quienes nos han tomado la delantera y afeamos como podemos su conducta, intentando desvelar sus aviesas intenciones acomodados delante del televisor, buscando la paja en el ojo ajeno.

Aunque también vemos un luminoso testimonio de vida y compromiso con los pobres desde el faro de la Iglesia de Cristo.

Pidamos, para el Papa Francisco, la fuerza del Espíritu de Dios.

Dña. Micaela Bunes Portillo OP
Fraternidad Laical de Santo Domingo de Murcia


Evangelio del día

Evangelio del jueves 9 de noviembre de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Juan 2, 13-22

Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:
«Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre».
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito:
«El celo de tu casa me devora».
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:
«¿Qué signos nos muestras para obrar así?».
Jesús contestó:
«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré».
Los judíos replicaron:
«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?».
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

Reflexión del Evangelio de hoy
Cuando las palabras no alcanzan

Que insuficientes son las palabras cuando queremos expresar las cosas profundas y significativas de la vida, las realidades que nos trascienden y nos ayudan a salir de nosotros mismos. ¿Cómo podremos describir un paisaje o momento significativo? ¿Qué palabras serán apropiadas para expresar lo que significa la realidad del amor? Por eso necesitamos del lenguaje simbólico que por medio de los sentidos nos permitan captar lo que queremos expresar.

El profeta Ezequiel nos brinda una imagen hermosa sobre lo que significa la presencia y acción de Dios en nuestra vida. Utiliza la imagen del agua que mana del templo. Es un agua que da vida y sanea la realidad que toca. Un agua que sale rumbo a la zona más árida generando fecundidad y fuerza. A su paso la vida se abre camino.

Frente a tantas realidades que provocan aridez, desamor y muerte, tomar en serio el proyecto de Dios es generar vida, propiciar fecundidad, trabajar por la justicia.

La fuerza del gesto de Jesús

Celebramos hoy la dedicación de la Basílica de san Juan de Letrán, Iglesia madre de Roma; Este templo se transforma de símbolo de encuentro con Dios y misión de la Iglesia. Por esto es apropiado recordar gesto profético que Jesús realizó en el templo de Jerusalén. Con aquel signo, Jesús hace tomar conciencia cual es el verdadero culto que Dios espera de nosotros. El templo había perdido su significación y era expresión de otros intereses. El verdadero templo es la persona de Jesús. El Papa Benedicto lo expresaba así: « El Señor Jesús es la piedra que soporta el peso del mundo, que mantiene la cohesión de la Iglesia y que recoge en unidad final todas las conquistas de la humanidad. En Él tenemos la Palabra y la presencia de Dios, y de Él recibe la Iglesia su vida, su doctrina y su misión. La Iglesia no tiene consistencia por sí misma; está llamada a ser signo e instrumento  de Cristo, en pura docilidad a su autoridad y en total servicio a su mandato. »

Celebrar la dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán nos brinda la posibilidad de renovar nuestro compromiso con el proyecto de Amor que Dios manifestado en Jesús.


Evangelio del día

Evangelio del martes 7 de noviembre de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Lucas 14, 15-24

En aquel tiempo, uno de los comensales dijo a Jesús:
«Bienaventurado el que coma en el reino de Dios!».
Jesús le contestó:
«Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó a su criado a avisar a los convidados:
“Venid, que ya está preparado”.
Pero todos a una empezaron a excusarse.
El primero le dijo:
“He comprado un campo y necesito ir a verlo. Dispénsame, por favor”.
Otro dijo:
“He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor”.
Otro dijo:
“Me acabo de casar y, por ello, no puedo ir”.
El criado volvió a contárselo a su señor. Entonces el dueño de casa, indignado, dijo a su criado:
“Sal aprisa a las plazas y calles de la ciudad y tráete aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos”.
El criado dijo:
“Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía queda sitio”.
Entonces el señor dijo al criado:
“Sal por los caminos y senderos, e insísteles hasta que entren y se llene mi casa.
Y os digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete”».

Reflexión del Evangelio de hoy
Siendo muchos, formamos un solo Cuerpo

Hoy celebramos la festividad de todos los Santos de la Orden de Predicadores, y en esta lectura vemos un claro ejemplo de lo que fueron nuestros hermanos que nos han precedido en fe, y que son hoy para nosotros un ejemplo de cómo hemos de vivir la vocación, la santidad a la que Dios nos llama.

Como bien dice san Pablo, “siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo”. Es esto la Iglesia de la que somos parte, todos los miembros nos sentimos hermanos en una misma fe, miembros de Aquél que es la Cabeza: Jesucristo; y cada uno, desde el don que le ha sido dado.

 A todos nosotros, el Señor nos ha regalado un don, una perla preciosa que no es para guardarla sin más en nuestro interior, es para el servicio, llamados siempre a proclamar el Reino de Dios allí donde estemos, sin miedo “con la alegría de la esperanza, constantes en la tribulación, perseverantes en la oración”. Alegría, esperanza, constancia, oración, profecía, ministerio…características que también los santos de nuestra Orden vivieron, y por todo ello se han convertido en grandes intercesores, verdaderos testimonios de entrega y fidelidad al don recibido, a la Palabra de Dios.

Ánimo, no tengamos temor a entregar la vida, no trabajemos sólo por el fruto de nuestra misión, sino por sembrar a tiempo y a destiempo su Palabra, alegres y confiados de que es Dios quien hace germinar, crecer y dar fruto en aquellos a los que llama para seguirle.

Dichoso el que puede comer en el Reino de Dios

En este Evangelio vemos la parábola de los invitados al banquete, que ponen excusas cuando el Señor los invita a su casa. Leemos al comienzo de esta Palabra: “dichoso el que puede comer en el Reino de Dios”, ¿qué significa esto realmente? No se trata únicamente de estar en la presencia de Dios, sino haber participado ya en esta vida terrena de la vida del Señor, de su Pasión y de su Resurrección, habiendo sido testigos de su Reino en este mundo, para participar plenamente de su gloria en el Cielo.

Cuando invitamos a alguien a nuestra casa, lo hacemos porque conocemos al invitado y compartimos con esa persona algo de nuestra propia vida, ¡con cuánta más razón no participar de las cosas de Dios, que es nuestro Creador y Redentor! Pero en ocasiones podemos ser como esos invitados que ponen excusas para no ir a la casa del Señor, cuando vivimos la oscuridad de la fe, cuando a veces no comprendemos las cosas que nos pasan…ponemos excusas, preferimos guardar nuestras pocas seguridades, lo ya conocido, antes de lanzarnos a la misión y confiar en los planes de Dios.

Es justo lo contrario que hacen los pobres de la parábola, que no se defienden ni se excusan porque son libres, las precariedades los han hecho desprendidos de la tierra, anhelantes de los bienes del Cielo; por eso no dudan en aceptar la invitación del Señor y dejar que Él actúe en sus vidas.

El Señor continúa hoy saliendo a los caminos para invitarnos al banquete de su Reino, quiere llenar su casa de hijos fieles y confiados en su Palabra y en su Misericordia. ¿Qué tipos de invitados somos nosotros? No pongamos excusas, seamos cristianos valientes, seguidores de Cristo, abandonados por completo a los designios de Dios, como lo estuvieron nuestros Santos. No tengamos miedo. Dios nos quiere santos y felices.

Sor Mihaela María Rodríguez Vera O.P.
Monasterio de Santa Ana de Murcia