Evangelio del día

Evangelio del jueves 28 de septiembre de 2023
Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 7-9

En aquel tiempo, el tetrarca Herodes se enteró de lo que pasaba sobre Jesús y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, en cambio, que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.

Herodes se decía:
«A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?».

Y tenía ganas de verlo.

Reflexión del Evangelio de hoy
No descuidar el lugar de Dios en nuestra vida

El profeta Ageo nos describe la situación que vive el pueblo al regreso del exilio. Su leguaje es sencillo, directo y claro. Su atención está puesta en los retos que presenta la vida cotidiana del retorno. El regreso es duro, todo está por hacer y se vive el día a día.

En el pasaje que leemos hoy, el profeta pone de manifiesto el conflicto de prioridades que se está viviendo. El tiempo y el esfuerzo se dedican a afianzar la situación personal de cada uno y se pospone la reconstrucción del Templo. El Templo pone de manifiesto la presencia de Dios en medio de su pueblo. Por esto el profeta exhorta a reconstruir el Templo. Es necesario no perder la dimensión espiritual y social a la hora de comprometer nuestro esfuerzo en reconstruir de esta nueva etapa.

Hoy también enfrentamos muchos retos. Es necesario tener una visión integral de la vida desde nuestra experiencia de Dios. Vencer la tentación de quedarnos solo en lo individual y particular.

Dejaros interpelar por la persona de Jesús

El evangelio de Lucas nos brinda, entre la misión de los Doce y la multiplicación de los panes, la pregunta de Herodes sobre quién es Jesús. Una pregunta que se sitúa en el ámbito de la curiosidad y es importante darnos cuenta de esto. La curiosidad puede llamar nuestra atención, pero es algo pasajero y momentáneo. La curiosidad para propiciar un crecimiento necesita de nuestra atención y cuestionamiento constante. Entonces nos encaminamos a pasar de la curiosidad a la actitud religiosa que propicia el encuentro con el misterio de la persona de Jesús. Quienes estudian el fenómeno religioso dicen que “el misterio se le presenta al ser humano como realidad suprema en relación a la realidad mundana y al mismo de la persona. No se la puede dominar, domesticar, poseer. Más bien se vive la experiencia de ser poseído por ella.”

La curiosidad de Herodes solo se queda en un nivel superficial. Por eso cuando se dé el encuentro con Jesús querrá exhibirlo y manipularlo, pero no le interesará realmente conocerlo. La curiosidad que suscita una actitud religiosa busca el encuentro, se abre al misterio del otro y permite abrir el corazón a la fe.

También hoy estamos llamados a dejarnos interpelar por la persona de Jesús, por sus palabras, por sus gestos, por sus sentimientos no como algo pasajero sino como una realidad que nos lleva a la trascendencia, a ir siempre más allá.  Ya nos recordaba Juan Martín Velasco: “La relación religiosa es una relación interpersonal en la que el Tú absoluto se hace invitación al hombre, y con ella, posibilita la respuesta en la que el hombre se entrega para salvarse y realizarse”. Que cada día podamos crecer en esta relación con Jesús.

Fray Edgardo César Quintana O.P.
Casa Stmo. Cristo de la Victoria (Vigo)


Evangelio del día

Evangelio del viernes 22 de septiembre de 2023
Padre Pedro Brassesco

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 8,1-3

En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena Noticia del reino de Dios, acompañado por los Doce, y por algunas mujeres, que habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes; Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.

Reflexión del Evangelio de hoy

Por sus frutos los conoceréis

Dos son los criterios para distinguir si estamos ante un maestro verdadero o falso. El verdadero se atiene a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo y a la doctrina que armoniza con la piedad. El falso, al contrario, se caracteriza por su afán de disputas y palabrerías; por provocar envidias y discordias; por dar juicios al margen de la verdad y por traficar con la piedad. Sigue dando luz la recomendación de Jesús: “Por sus frutos los conoceréis”.

La actitud de Timoteo es otra. Sigue los pasos de Pablo como éste los de Cristo. Él es el verdadero modelo de conducta para los pastores, pues no negó ante Pilato. Al revés, dio público testimonio de su realeza mesiánica y de su función como enviado divino para revelar la Verdad a los hombres. Fue fiel hasta el final.

Timoteo, colaborador del Apóstol, tendrá que esforzarse por recordar que adquirió unos compromisos al bautizarse, o al recibir la imposición de manos, que ahora debe cumplir. Su tarea principal -guardar el mandamiento de mantener el depósito de la fe o Evangelio sin mancha ni reproche-.

La imagen que envuelve todo el pasaje, es la de un combate sin tregua ni reposo, librado hasta el final.

Compañeros de camino

Una de las cosas que escandalizó más a los fariseos fue la acogida de Jesús a los pecadores.

Los fariseos, según el pensamiento general de Israel, creían que Dios los rechazaba y condenaba. Quienes se creen justos, conservan en buena parte, su justicia a base de despreciar a los pecadores y mantenerse alejados de ellos. Como si pensaran que su santidad brilla más cuanto más abajen al que consideran pecador.

¿Podríamos afirmar, con verdad, que esta manera farisea de ver las cosas ha desaparecido de nuestra sociedad actual?

Este evangelio presta gran atención a la presencia de las mujeres. Una vez más resalta el cuidado de la mujer, tan poco apreciada en aquel tiempo y todavía hoy en muchos lugares del mundo.

San Lucas nos transmite una primera enseñanza de Jesús en parábolas, se trata de señalar las disposiciones para acoger su palabra, pero antes dice quienes le acompañan.

A la presencia de los Doce junta la de unas mujeres. Algunas han sido curadas por Él. Todas sirven y ayudan económicamente a la comunidad.


¿Eres acogedor con el prójimo?

¿Y con los que no piensan igual que tú?

¿Crees que hoy día la mujer está poco apreciada?

Dña. Montserrat Palet Dalmases
Fraternidad Laical de Santo Domingo (Barcelona)


Evangelio del día

Evangelio del martes 19 de septiembre de 2023
Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 7,11-17

En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío.
Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, se compadeció de ella y le dijo:
«No llores».
Y acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo:
«¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!».
El muerto se incorporó y empezó a hablar, y se lo entregó a su madre.
Todos, sobrecogidos de temor, daban gloria a Dios diciendo:
«Un gran Profeta ha surgido entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo».
Este hecho se divulgó por toda Judea y por toda la comarca circundante.

Reflexión del Evangelio de hoy
El obispo tiene que ser irreprochable

Pablo le detalla a Timoteo las cualidades que deben tener los responsables de una comunidad cristiana, cualidades para desempeñar unas tareas poco valoradas en esos tiempos, como son  el servicio y la administración. Habla de los que aspiran al cargo de obispo como algo digno de alabanza, pues denota una gran disponibilidad hacia la comunidad.

El título de “obispo” en este momento de la naciente Iglesia todavía aparece como sinónimo de presbítero; los obispos-presbíteros no sólo son administradores de lo temporal, sino que también están encargados de modo especial, de la enseñanza y del gobierno.

Todo lo que aquí se exige no es más que cuanto se puede esperar de un cristiano común, incluso de un hombre cualquiera, como mínimo de una conducta honrada: Se exige una vida conyugal irreprochable, sobriedad, ponderación, educación y hospitalidad, virtudes propias de un hombre público respetable. La capacidad de enseñar es también necesaria para desempeñar su cargo.

Se pide que el obispo no sea recién convertido para que no caiga en la tentación del orgullo. También se pide que el candidato goce de buena fama “entre los de fuera”, es decir, entre los no cristianos: esto redundará en bien de la Iglesia, ya que los cristianos viven en medio de los gentiles que juzgan por lo que se manifiesta exteriormente. Una conducta censurable de los cristianos daría “a los de fuera”  derecho a rechazar el mensaje cristiano.

Las virtudes que se le piden al diácono, son también exigencias elementales encaminadas a evitar todo lo que puede causar disgusto y sufrimiento para los demás.

Las mujeres citadas en el v. 11 son las diaconisas, que también desempeñaban tareas de instrucción, de asistencia en el bautismo y de socorrer a las necesitadas, es decir, también eran “ministros” de la Iglesia, que desempeñaban un servicio público en la comunidad. Las cualidades que se les exigen son muy parecidas a las exigidas antes a los diáconos.

En definitiva, lo que se pide a los ministros de la Iglesia es integridad moral, rectitud humana y capacidad para relacionarse bien con las personas, pues estas cualidades son importantes en la tarea de la difusión de la fe. Y esto vale para todo cristiano.

¡Muchacho, a ti te digo, levántate!

El encuentro de Jesús con la viuda de Naín, cuando ésta se dirigía a enterrar a su único hijo nos habla del profundo dolor del corazón humano ante el misterio de la muerte, y de la misericordia del corazón de Cristo con los que sufren.

Jesús, en esta ocasión, se siente especialmente conmovido. Se trata del entierro del hijo único de una madre viuda. En tiempos de Jesús, el padre de familia era la garantía del sustento familiar. Estamos ante una madre, viuda y con su único hijo muerto, y por tanto, sin el apoyo necesario para sobrevivir.

Dice el texto que al verla «se compadeció de ella» y, delante de todos, le dijo: «No llores». Son palabras de consuelo, compasión y misericordia de Jesús ante una mujer que sufre. A diferencia de otros relatos de curación y milagros, el texto no habla de la fe de la viuda, ni de una petición de ayuda, sino de la compasión de Cristo, que toma la iniciativa, y,  con un gesto cargado de autoridad tocó el féretro, y los que lo llevaban se detienen sorprendidos de que no tuviera miedo de incurrir en impureza legal.

Jesús no ora a Dios para que volviera a la vida, sino que pronuncia, por su propia autoridad, en cuanto Señor, la orden dirigida directamente al muerto. Y con sólo su palabra —«muchacho, levántate»— resucitó al muerto. El que con la autoridad de unas palabras hace lo que dice, sólo puede ser Dios. La Vida se hacía presente para vencer la muerte. No hay mejor forma de autoproclamarse Dios sin necesidad de decirlo expresamente.

En la tradición judía, Dios es considerado como aquel que hace lo que dice. La resurrección del hijo de la viuda de Naín es una prueba de la presencia de Dios entre los hombres. De ahí que los testigos del hecho, según dice el evangelista, sobrecogidos, glorificaban a Dios y decían: «Un gran profeta ha surgido entre nosotros, Dios ha visitado a su pueblo».

Lucas presenta este relato subrayando claramente dos ideas. Por un lado, que Jesús es Dios, el Hijo de Dios, que tiene autoridad para hacer obras maravillosas; que se compadece del dolor humano y ama a los hombres. Y, por otro lado, que es el Señor de la Vida, con poder sobre la muerte, más aún, que transforma la muerte en vida. Y este es el mensaje final de este relato evangélico: la última palabra no la tiene el mal, ni el pecado ni la muerte; la última palabra es de Dios y de la Vida. Ya lo dijo Jesús: «Yo soy la resurrección y la vida» (Jn 5, 24).

Jesús ha resucitado muertos: para enseñarnos que él es la Resurrección y la Vida y que creyendo en él participaremos en su misma resurrección.


Evangelio del dia

Evangelio del domingo 17 de septiembre de 2023
Padre Pedro Brassesco

En este vigésimo cuarto domingo del Tiempo Ordinario, las lecturas nos invitan a reflexionar sobre el perdón y la reconciliación. A través de estas lecturas, Dios nos llama a ser misericordiosos y a perdonar a nuestros hermanos, siguiendo el ejemplo de Jesús.

El proceso de corrección que Jesús describe es una muestra de su deseo de restaurar la relación rota. No se trata de condenar o juzgar, sino de guiar a nuestro hermano hacia el camino de la rectitud y la reconciliación.

Reflexion del evangelio de hoy

Evangelio (Mateo 18,21-35):
Dios se realiza perdonando, nosotros ¿cómo?

Con el evangelio de hoy se pone punto final al discurso eclesiológico para esta comunidad y nos enseña a todos los cristianos aquello por lo que debemos ser reconocidos en el mundo. La parábola del “siervo despiadado” (es un poco contradictorio eso de ser siervo, y despiadado) es una genuina parábola de Jesús, acomodada por la teología de Mateo, que hace preguntar a Pedro, con objeto de dejar claro a los cristianos, que el perdón no tiene medida. El perdón cuantitativo es como una miseria; el perdón cualitativo, infinito, rompe todos los cantos de venganza, como el de Lamec (Gn 4,24). Setenta veces siete es un elemento enfático para decir que no hay que contar las veces que se ha de perdonar. Dios, desde luego, no lo hace.

La lectura de la parábola nos hará comprender sobradamente toda la significación de la misma; es tan clara, tan meridiana, que casi parece imposible, no solamente que alguien deje de entenderla, sino que alguien tenga una conducta semejante a la del siervo liberado un instante antes de su muerte por las súplicas ante su señor. Es desproporcionada la deuda del siervo con su señor, respecto de la de siervo a siervo (diez mil talentos, es una fortuna, en relación a cien denarios). Sabemos que en esta parábola, según la teología de Mateo, se quiere hablar de Dios y de cómo se compadece ante las súplicas de sus hijos. ¿Por qué? porque es tan misericordioso, perdonando algo equivalente a lo infinito, que parece casi imposible que un siervo pueda deberle tanto. Efectivamente, todo es desproporcionado en esta parábola, y por eso podemos hablar de la parábola de la “desproporción”. Por medio está el verbo “elléin” = “tener piedad”. Cuando la parábola llega a su fin, todo queda más claro que el agua.

Es una parábola de perplejidades y nos muestra que los hombres somos más duros los unos con los otros que el mismo Dios. Es más normal que los reyes y los amos no tengan esa piedad (elléin) que muestra el rey de esta parábola con sus siervos. Es intencionada la elección de los personajes. En realidad, en la parábola se quiere poner el ejemplo del rey; ese es el personaje central, y no los siervos. Y ya, desde los Santos Padres, se ha visto que el rey ‘quiere representar a Dios. El siervo despiadado se arrastra hasta lo inconcebible con tal de salvar su vida; es lógico. ¿No podría haber sido él un rey perdonando a alguien como él, a su compañero de fatigas y de deudas?

Los que están en la misma escala deberían ser más solidarios. Pero no es así en esta parábola. El núcleo de la misma es la dureza de corazón que revelamos frecuentemente en nuestras vidas. Y es una desgracia ser duros de corazón. Somos comprensivos con nosotros mismos, y así queremos y así exigimos que sea Dios con nosotros, pero no hacemos lo mismo con los otros hermanos. ¿Por qué? Porque somos tardos a la misericordia. Por eso, el famoso “olvido, pero no perdono” no es ni divino ni evangélico. Es, por el contrario, el empobrecimiento más grande del corazón y del alma humana, porque en ese caso, más sentido podía tener “perdono, pero no olvido”, aunque tampoco sería, desde el punto de vista psicológico, una buena terapia para el ser humano. Lo mejor, no obstante, sería perdonar y olvidar, por este orden.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)


Evangelio del día

Evangelio del lunes 11 de septiembre de 2023
Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Lucas 6,6-11

Un sábado, entró Jesús en la sinagoga y se puso a enseñar.

Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada.

Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo.

Pero él conocía sus pensamientos y dijo al hombre de la mano atrofiada:
«Levántate y ponte ahí en medio».

Y, levantándose, se quedó en pie.

Jesús les dijo:
«Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?».

Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo:
«Extiende tu mano».

Él lo hizo y su mano quedó restablecida.

Pero ellos, ciegos por la cólera, discutían qué había que hacer con Jesús.

Reflexión del Evangelio de hoy

“Nosotros anunciamos a Cristo”

San Pablo está convencido de que en el misterio de Cristo, en sus palabras, en su vida, muerte y resurrección “están encerrados todos los tesoros del saber y del conocer”. Es decir, contiene la mejor noticia que se le puede ofrecer a toda persona de cualquier época. Porque Jesús, guiado por el gran amor que nos tiene y por su saber que de humano pasa a divino, vino a ponernos en bandeja la verdad que toda persona de cualquier época deseamos conocer: saber cómo debemos de vivir nuestra vida, con sus días y sus noches, desde nuestra fortaleza y nuestra debilidad, desde nuestra convivencia con todos los que nos rodean…

Jesús dejó a los físicos, a los químicos, a los matemáticos, a los biólogos y demás científicos que descubrieran las verdades de su materia y nos las transmitieran a los demás, y que gracias a estas verdades se llegase a valiosos descubrimientos que hiciesen nuestra existencia más llevadera, más fácil… Pero solo Jesús, porque es Dios, y no tiene los límites de nuestras potencias cognoscitivas humanas, pudo ofrecernos esas verdades a las que estamos aludiendo.

Por eso san Pablo, después del especial encuentro con Jesús, y de adentrarse en el conocimiento y el mensaje de Jesús, decidió gastar su vida en la difusión de tan sublimes verdades. “Nosotros anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a todos… ésta es mi tarea, en la que lucho denodadamente con la fuerza poderosa que él me da”.

“¿Qué está permitido en sábado?”

La importancia del sábado para los judíos en tiempo de Jesús era más poderosa que para nosotros los cristianos el domingo. Se interpretaba como una de las expresiones supremas de la religiosidad israelita. El reposo sabático, que llevaba a no poder hacer casi nada, era sagrado para los judíos. Desde aquí hay que interpretar el relato evangélico de hoy.

Jesús tiene y vive una ley superior a la del sábado, la ley del amor que le lleva a la ley de hacer bien a toda persona humana, algo que se puede hacer también en sábado, por encima de la costumbre judía.

Desde esta perspectiva, el evangelio de hoy nos presenta a Jesús curando el brazo de un paralítico en sábado, no sin antes hacer la pregunta clave a los letrados y fariseos “que estaban al acecho para ver si curaba en sábado y encontrar de qué acusarlo”. Les pregunta “¿qué está permitido en sábado ¿hacer el bien o el mal, salvar a uno o dejarlo morir? A lo que no respondieron, y Jesús guiado por la ley del amor, por la ley de hacer el bien a cualquier persona todos los días de la semana, curó el brazo del paralitico.

Este evangelio nos dice que ante la curación de Jesús, los letrados y fariseos “se pusieron furiosos y discutían qué había que hacer con Jesús”, en la línea de ir en contra de Jesús. Nosotros, los cristianos del siglo XXI, el milagro de Jesús nos llena de alegría y lo que queremos hacer es seguir a Jesús siempre, en sábado, en domingo, todos los días de nuestra existencia.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)






Evangelio del día

Evangelio del sábado 9 de septiembre de 2023
Padre Pedro Brassesco

Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 1-5

Un sábado, iba Jesús caminando por medio de un sembrado y sus discípulos arrancaban y comían espigas, frotándolas con las manos.

Unos fariseos dijeron:
«¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?».

Respondiendo Jesús, les dijo:
«¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros sintieron hambre? Entró en la casa de Dios, y tomando los panes de la proposición, que solo está permitido comer a los sacerdotes, comió él y dio a los que estaban con él».

Y les decía:
«El Hijo del hombre es señor del sábado».

Reflexión del Evangelio de hoy

“Cimentados y estables en la fe, e inamovibles en la esperanza”

El texto que leemos hoy va precedido del hermoso himno cristológico: Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura… Ahí se nos dice que Cristo es el único salvador del mundo y Señor de toda la creación. Es una declaración firme de la fe cristiana.

¿Por qué este texto que viene a continuación? El cristianismo naciente está expuesto a influencias erróneas procedentes del contexto en que vive la ciudad de Colosas. Por allí pululan elementos cristianos, judíos y paganos y en ese mundo se corre el riesgo de dejarse invadir por doctrinas extrañas. Puede ser el ritualismo exagerado o una concepción de Cristo solo como hombre.

Pablo les recuerda de dónde procede su condición cristiana y quiere dar relieve a la gracia de Dios que ha traído Cristo, a fin de que aprecien la misericordia infinita de Dios y entiendan cómo han sido salvados por la sangre derramada de Cristo, el Hijo de Dios.

En este texto deja claro que la salvación no está solo en vivir una actitud perseverante en la fe; vivir esa fe supone practicar las buenas obras. Si no fuera así, supondría vivir desde una esperanza insegura y perder la esperanza es abandonar dos aspectos indispensables de la santificación: la fe viva en Cristo y el amor a los demás. Por eso, el apóstol anima a mantenerse firmes en la gracia y la esperanza del evangelio que les ha sido anunciado. 

Este mundo nuestro, tan revuelto, también en lo religioso, requiere por nuestra parte no dejarnos llevar por corrientes que, de una u otra forma, rechazan la verdad de Cristo. La tergiversación de nuestras creencias es un riesgo, aunque a veces estén recubiertas de proposiciones atrayentes, pero amoldando a Cristo a sus ideas y no a lo que la revelación nos enseña.

En definitiva, se invita a cuidar nuestra fe frente a posibles elementos que socavan el evangelio de Jesús, nuestro Salvador.

¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?

Para encuadrar el evangelio de hoy hemos de tener en cuenta las palabras de Jesús aclarando que Él no ha venido a abolir la ley, sino a darle plenitud. Y esto aplicado a cualquier ley, máxime a aquellas promulgadas por los rabinos, como es la que hoy nos muestra el texto.

Los destinatarios del evangelio de Lucas son cristianos convertidos del paganismo, personas que no se ven tan afectadas por las costumbres judías, especialmente en lo referente a la institución sabática. El hecho de proceder del paganismo explica que determinadas costumbres judías no tuvieran mayor valor para ellos. Pero hay también conversos judíos que critican determinadas conductas que se apartan de sus tradiciones, algo que, seguramente, los judíos valoraban como un rasgo distintivo.

A lo que nos cuenta Lucas, Mateo añade una aclaración: los discípulos cogían espigas porque tenían hambre. En ese sentido los discípulos no contravenían la normativa del sábado, ya que la ley mosaica permitía coger uvas o espigas, pero sí iba contra las 39 prohibiciones de la tradición rabínica. Jesús defiende a los discípulos aludiendo a la conducta del rey David que, huyendo de Saúl él y los suyos, comieron los panes de la proposición, algo que solo podían hacer los sacerdotes.

Al argumento histórico, Jesús añade su autoridad: “El Hijo del Hombre es señor del sábado”. Él no vino a eliminar la ley mosaica, vino a darle plenitud y eso implica desbrozar esa ley, eliminando los añadidos de los comentaristas y tradiciones rabínicas respecto del descanso sabático. Los leguleyos habían convertido esta ley del sábado en una opresión, puesto que obligaba a las personas a estar al servicio del sábado. Jesús lo dejó claro en Marcos 2,27: “El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado”.

Seguramente esta actitud de Jesús añadió un argumento más a la inquina con que los representantes de la ley contemplaban su actuación al anunciar el Reino de Dios.

Vivimos en un mundo donde abunda más la autosuficiencia que la disponibilidad a cumplir leyes.  Evitando siempre los extremos, sí es bueno cuestionarnos qué representa la ley, siempre necesaria, en nuestra vida de cristianos. Ahondar en el espíritu de la ley.

Este evangelio debería ayudarnos a colocar las leyes en la necesaria jerarquía que deben ocupar en nuestra vida, para que el evangelio de Jesús nos ayude a caminar con auténtica libertad y no por normativas muertas que calman nuestras inseguridades, pero no nos llevan a Dios. “Mi yugo es llevadero y mi carga ligera… Cargad con mi yugo y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”, dijo el Maestro, animándonos a imitar su propia conducta, siempre libre y liberadora.

Fray Salustiano Mateos Gómara O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)


Evangelio del día

Evangelio del viernes 8 de septiembre de 2023
Padre Pedro Brassesco

Lectura del santo evangelio según san Mateo 1, 1-16.18-23

La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.

José, su esposo, que era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta:
«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”».

Reflexión del Evangelio de hoy

“A los que aman a Dios todo les sirve para el bien”

En esta gran fiesta de la Santísima Virgen, en que tantas imágenes marianas son especialmente veneradas en nuestros pueblos y ciudades, San Pablo nos presenta esta consoladora promesa de Salvación por medio del Espíritu Santo. En Cristo todos hemos sido justificados. Ese su gran Amor que manifestó de una vez para siempre en la Cruz, es la esperanza suprema para los que nos reconocemos como cristianos.

La frase que he destacado me parece especialmente significativa porque el Amor es el gran regalo con el que Dios nos obsequia: es al mismo tiempo Gracia y Tarea porque el Espíritu nos suscita continuamente ese deseo, esa esperanza con que el Padre nos acompaña en este mundo y nos predestina para la eternidad. Por eso el que ama, vive especialmente en gracia y “todo le sirve para el bien”. Es esa “fama de santidad” con la que Dios obsequia a esas personas, quizá muy próximas a nosotros, de las que descubrimos que VIVEN porque no lo hacen para sí, sino para el servicio a los que más lo necesitan.

“Y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo”

La genealogía de Cristo tal como nos la presenta San Mateo es, sin duda, una construcción teológica, pero anclada fuertemente en la historia de Israel desde Abraham a Jesús. Lo importante no es tanto que estén o no todos los nombres de los antepasados -incluidas cuatro mujeres- sino que, a través de los tres grupos de catorce (dos veces siete, el número perfecto, de Dios), sino lo que significa el Acontecimiento: Jesús nace en una historia concreta donde hay personas muy buenas y otras pecadoras o con reputación dudosa… La Promesa que Dios ha hecho a Abraham se cumple finalmente y lo hace a través no de José (el último varón de la lista) sino de su esposa María.

La figura de la Santísima Virgen es crucial en la Historia de Salvación, pues desde antes de su nacimiento Dios piensa en ella y la elige entre todas las mujeres para ser la madre de Jesús. En ella llega a plenitud la Promesa. En ella, Dios se hace íntimamente presente en la vida de los hombres. Se hace, se va formando en las entrañas de una mujer, uno de nosotros. Dios había predestinado, como nos dice San Pablo, a Nuestra Señora para este acontecimiento… pero pidió su sí libremente.

Pero la historia y el sí de María son también las de todos y cada uno de nosotros. Porque Dios, por amor y en el amor, nos llama a cada uno, nos otorga la gracia de la Salvación, nos acompaña con su Espíritu, pero también, continuamente, nos pide el Sí desde la libertad, una libertad llena de amor y buscando nuestro bien y el de quienes nos acompañan en la vida.

Que en esta fiesta de Nuestra Señora, Ella, como en las Bodas de Caná, interceda por nosotros en el Camino de la Salvación al que somos llamados por Dios.

D. Carlos José Romero Mensaque, O.P.
Fraternidad “Amigos de Dios” de Bormujos (Sevilla)


Evangelio del día

Evangelio del martes 29 de agosto de 2023

Padre Pedro Brassesco

Lectura del santo evangelio según san Marcos 6, 17-29

En aquel tiempo, Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel, encadenado.El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano.Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. Cuando lo escuchaba, quedaba desconcertado, y lo escuchaba con gusto.La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea.La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven:
«Pídeme lo que quieras, que te lo doy».Y le juró:
«Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino».Ella salió a preguntarle a su madre:
«¿Qué le pido?»La madre le contestó:
«La cabeza de Juan, el Bautista».Entró ella en seguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió:
«Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista».El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los convidados, no quiso desairarla. En seguida le mandó a un verdugo que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre.Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.

Reflexión del Evangelio de hoy

Hoy celebramos junto con toda la Iglesia el martirio de san Juan Bautista, “el mayor de los nacidos de mujer”, así lo definió el mismo Cristo.

Profeta

Como auténtico profeta, Juan anunció a Jesucristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo; dio testimonio de la verdad predicando la conversión, sin componendas; y con una gran humildad, muy consciente de que él no era la luz, sino testigo de la luz.Dios elige a sus profetas. Dios es quien los llama ya desde el seno materno (salmo del día). También nosotros desde nuestro bautismo hemos sido elegidos, consagrados y enviados por Dios.Hemos sido llamados a la vida, a la fe, a vivir la fe como una hermosa historia de amor con el Señor. A ver la presencia salvadora de Dios cada día, a gustar y ver qué bueno es el Señor. Todo es don, todo es gracia, todo es vocación: llamada y respuesta.

Martir

Juan fue recio en su testimonio. Su palabra era incómoda y fue mártir de la verdad que proclamaba. Un profeta como Juan no podía morir en una tranquila ancianidad.La muerte de Juan Bautista fue tan provocativa para los poderosos endiosados y adulados como su vida. Encarcelado por denunciar la corrupción moral de Herodes, por arrebatar la mujer a su hermano, era, sin embargo, temido por el propio rey.Siempre los poderosos han tenido un temor reverencial ante los profetas que denuncian sus excesos y los han procurado silenciar o atraerlos con privilegios y prebendas. Una danza fue suficiente para que la cabeza del Bautista fuese entregada a la reina adúltera, por mediación de Salomé. Herodes es el paradigma del poderoso que con tal de conservar el poder sacrifica fidelidades y lealtades para entregarlas a sus aduladores y bufones en refinadas bandejas mediáticas.

¿Y nosotros?

Juan creyó en su misión; cree tú en la tuya. No se buscó a sí mismo y nada hizo por dejar su soledad y deslizarse en el séquito privilegiado de Jesús. Amigo del Esposo como era, se regocijó del júbilo del Esposo, contentándose con el terrible aislamiento de las mazmorras de Maqueronte, de donde no salió más que para el cara a cara de la eternidad.Juan no era la luz, sino testigo de la luz. Juan era la voz, Cristo era la Palabra. Nosotros, llamados por nuestro bautismo a ser profetas y testigos, no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo: Él tiene que crecer y nosotros tenemos que menguar. Hemos de superar nuestros deseos de protagonismos humanos, para dejar que brille la luz de Cristo. No podemos pretender robarle a Dios la gloria.Sabemos que el término mártir viene del griego y significa “testigo”, lo mismo que “martirio” significa “testimonio”. Por lo tanto, los mártires son los testigos de la fe y eso debemos ser nosotros.Mártir, por lo tanto, no es sólo el que derrama su sangre, sino que lo es también aquel que, día a día, da su vida por sus hermanos en el servicio del Evangelio.Que la celebración de hoy nos ayuda a meditar sobre nuestra identidad como cristianos y como testigos del Evangelio.

Sor Flora Mª Collado O. P.
Monasterio Sancti Spiritus – Toro


Evangelio del día

Evangelio del viernes 18 de agosto de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Mateo 19,3-12

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba:
«¿Es lícito a un hombre repudiar a su mujer por cualquier motivo?».Él les respondió:
« ¿No habéis leído que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne”? De modo que ya no son dos, sino una sola carne.
Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».Ellos insistieron:
« ¿Y por qué mandó Moisés darle acta de divorcio y repudiarla? ».Él les contestó:
«Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres; pero, al principio, no era así. Pero yo os digo que, si uno repudia a su mujer – no hablo de unión ilegítima – y se casa con otra, comete adulterio».Los discípulos le replicaron:
«Si esa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse».Pero él les dijo:
«No todos entienden esto, solo los que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos ellos mismos por el reino de los cielos. El que pueda entender, entienda».

Reflexión del Evangelio de hoy
“Os di una tierra”

La historia del pueblo elegido es una historia tremenda, historia de desobediencia e idolatría, de esclavitud sufriente con toda clase de padecimientos, conflictos, desiertos y plagas. También es la historia de quien permaneció fiel a su pueblo. Hoy la escuchamos en boca de Josué, poco antes de su muerte, en un acelerado relato pronunciado ante las tribus y autoridades israelitas. En él recuerda a los presentes la necesidad agradecer aquel tiempo de abundancia en la tierra de la promesa.Cuando nos olvidamos de quien recibimos todo bien, se repite la historia. De la complacencia en nuestro propio bienestar al temor, hay un corto trecho. Hoy vivimos tiempos que amenazan nuestra prosperidad y nuestra abundancia. Tememos perder lo que hemos conquistado, legítimamente, con nuestro esfuerzo. Nuestro éxito, en esta competencia feroz que hemos normalizado, hace que nos olvidemos no solo de Dios sino también de los hermanos.Lo vemos porque no nos gusta que a otros les sea regalado lo que a nosotros nos ha costado tanto alcanzar. No nos gusta ver las ayudas que prodiga el Estado a todos los que llegan sin legitimidad -sin papeles- y se les da de balde lo que a nosotros nos ha costado años de ascético estudio, de duras oposiciones, de hacer frente a costosas hipotecas, de sacrificios sin cuento para criar a los hijos, de pago religioso de elevados impuestos para disfrutar de unos recursos públicos que funcionen y claro está, no nos gusta ver ni urgencias colapsadas en los hospitales ni nuestras citas médicas demoradas sine die, tampoco sentir amenazadas nuestras pensiones.Nosotros también nos hemos olvidado de quien nos ha sacado de una historia de muerte a una historia de vida cumpliendo todas sus promesas.¿Legitimo mi bienestar en mi propio esfuerzo, olvidando que toda garantía descansa en su misericordia?

“Por la dureza de vuestro corazón”

El evangelio de hoy es complicado de comentar para mí que no he sabido alcanzar el ideal de Jesús para el matrimonio. Se repite en mi vida, y en tantas otras vidas como la mía, la historia del pueblo elegido, la historia de dolor y la experiencia de la misericordia que es ese amor sin límite que nos prodiga el que sí permanece fiel.Se trata de un amoroso aprendizaje, de una bendita lección que nos ayuda a conocernos y reconocernos en la imagen que nos devuelve el pulido espejo de nuestro fracaso. No nos gusta mirarnos en él, aunque lo necesitamos para transformarnos en hijos agradecidos porque nadie nos ha condenado y marchamos animosos de la experiencia gozosa del perdón.Os invito a rezar por todos los matrimonios y parejas en dificultad, acogiendo su dolor sin juicio. Hay tantas heridas mal cicatrizadas que terminan endureciendo el corazón, transformado la historia del amor primero en historia de reproche, recelo y desconfianza. Recemos porque esta historia, aunque no nos guste, es también sagrada.

Dña. Micaela Bunes Portillo OP
Fraternidad Laical de Santo Domingo de Murcia


Evangelio del día

Evangelio del domingo 13 de agosto de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Mateo 14, 22-33

Después de que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente.Y después de despedir a la gente subió al monte a solas para orar. Llegada la noche estaba allí solo.Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando sobre el mar. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, diciendo que era un fantasma.Jesús les dijo enseguida:
«Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!».Pedro le contestó:
«Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre el agua».Él le dijo:
«Ven».Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó:
«Señor, sálvame».Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo:
«Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?».En cuanto subieron a la barca amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él diciendo:
«Realmente eres Hijo de Dios».

Reflexion del evangelio de hoy.

Con la lectura de este episodio de Mateo, la “marcha sobre las aguas”, se evocan muchas cosas de las experiencias de la resurrección. De hecho es muy fácil entender que este no es simplemente un episodio histórico de la vida de Jesús y los suyos, sino que encierra experiencias pascuales. No hace falta más que poner atención en las expresiones que se usan en esos momentos (cf. Mt 28,5.10; Jn 20,28), incluso en cómo se postran los discípulos ante el Señor resucitado (Mt 28,9.17). Y es que, en la comunidad primitiva, no podía evocarse este momento de la vida de Jesús sino como “Salvador” y “Señor”, lo cual sucede especialmente a partir de la resurrección.III.2. Es significativo que Jesús, después de la multiplicación de los panes, episodio inmediatamente anterior, se retira a solas para orar y entrar en contacto con Dios en una experiencia muy personal y particular, que refleja muy a las claras dónde recibe Jesús esa “fuerza” salvífica. Los discípulos, en la barca, están en sus faenas. Sabemos, se ha dicho frecuentemente, que en el evangelio de Mateo esa barca representa a la comunidad, a la Iglesia, a la que el evangelista quiere trasmitir este mensaje.III.3. El hecho mismo de que Pedro represente un papel particular en este episodio, también habla de ese misterio de la Iglesia, que necesita la fuerza y el coraje de su Señor. Pedro es en el evangelio de Mateo el primero de ese grupo de los doce, de la Iglesia, que necesita buscar y encontrar al Señor por la fe. Incluso es representado con sus debilidades. Porque la Iglesia en el NT no es el grupo de los perfectos, sino de los que necesitan constantemente fe y salvación.III.4. “Soy yo, no tengáis miedo”, es una palabra salvadora, de resurrección. Ya hemos dicho que este relato está envuelto en ese lenguaje en el que Jesús domina el tiempo y el espacio, las aguas y el fuego si fuera necesario. Es el lenguaje teológico de la resurrección, cuando Jesús es confesado como Señor. Pero de la misma manera que Dios se “manifestó” a Elías en el Horeb. Ante la desesperación de los suyos, no viene en medio del terremoto, sino “caminando” sobre las aguas, que es como decir: “en la serenidad de la noche”, en el “silencio” imperceptible y cuando hace falta.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)