Evangelio del día

Evangelio del martes 30 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Marcos 10,28-31

En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús:
«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».
Jesús dijo:
«En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más – casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones -, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».

Reflexión del Evangelio de hoy

El Señor sabe pagar y te dará siete veces más

Esta primera lectura del Eclesiástico nos descoloca en nuestra cultura de hoy, porque estamos acostumbrados a disfrutar alrededor de nuestro yo, muchas veces pensamos: “Yo me lo he ganado con mi esfuerzo, pues yo me lo disfruto”, a veces este “yo” pasa a un “nosotros”, la mayoría de las veces familiares o amigos cercanos, es decir, podemos ser capaces de compartir lo nuestro, pero con los nuestros. Pero, precisamente, hoy se nos invita a compartir lo que tenemos con todos, a ser generosos sin mirar con quién.

La lectura de hoy nos deja ver que el rito tiene que ir unido a la vida, si no es así el primero queda vacío. Así que como creyentes tenemos que tener presente que Dios nos da primero, para que nosotros respondamos compartiendo con los demás y luego Dios vuelve a darnos centuplicado. Nos dice el texto: “Dios te dará siete veces más”. Dios nos da todo, como dice el Apóstol San Pablo: “¿Qué tienes que no hayas recibido?”

Hay una lista de cosas que enumera Ben Sirá, como, por ejemplo, observar la ley, guardar los mandamientos, hacer favores al prójimo, apartarnos del mal…. Todo esto es lo que agrada a Dios, porque para Dios lo principal es amarlo a Él y al prójimo.

Dios no se deja ganar en generosidad, pero tampoco se deja sobornar, y muchas veces nos acercamos a Él chantajeándolo o intentando comprarlo, si me das… te doy. Los cristianos estamos llamados a compartir lo que tenemos, pero con alegría, sin ser mezquinos. Procuremos que no nos pase como decía San Agustín: “Si das el pan triste, el pan y el mérito perdiste”

Tengamos un corazón agradecido a Dios por todos los bienes recibidos y pidámosle un corazón desprendido y generoso para poder compartirlos.

Recibiréis cien veces más y en la edad futura la Vida Eterna

Ayer veíamos como un joven se iba triste por no poder seguir a Jesús a causa de su apego a las riquezas, hoy el Señor nos hace una promesa al respecto, nos anuncia que el que deje todo, no sólo los bienes materiales, sino también los afectos, como la familia, etc…, no quedará defraudado, sino que recibirá cien veces más y lo más importante, recibirá la Vida Eterna, pero con persecuciones. Cristo no nos lleva a engaños, es cierto que seguirle a Él es ya disfrutar de la Vida Eterna aquí en la tierra, pero con sufrimientos.

Hoy Jesús nos invita a confiar en Él, sabemos que para Dios nada hay imposible y Él nos dará su gracia para dejarlo todo y seguirle, y, sobre todo, Él nos dará su gracia para soportar las persecuciones, el camino no es fácil, pero la fe nos dice que encontraremos la felicidad plena, como dice Pedro en otro lugar: “A dónde vamos a ir, tú solo, Señor, tienes palabras de Vida Eterna”

Hoy, Dios nos sigue buscando, nos sigue invitando a cambiar de rumbo, a que hagamos las cosas diferentes, a descubrir cuál es la voluntad de Dios en nuestra vida. Es bueno plantearse si nosotros podemos decir como Pedro: “Lo hemos dejado todo y te hemos seguido” Cada uno examínese y vea si realmente lo ha dejado todo o todavía tiene el corazón apegado a algo que le impide seguir al Señor con plena libertad interior. Optar por Cristo siempre será la mejor opción de nuestra vida, porque Él es el que da sentido a ella.

Pidamos al Señor que nos dé fe, esperanza, valor y perseverancia para seguir su camino sin mirar atrás.

MM. Dominicas
Monasterio de Santa Ana (Murcia)


Evangelio del día

Evangelio del lunes 29 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo Evangelio según san Juan 19, 25-34

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo».
Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre».
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.
Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed».
Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca.
Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.

Reflexión del Evangelio de hoy

Se bautizaron en el nombre del Señor Jesús

Entre las diversas escenas en las que aparece María a lo largo de los evangelios, la liturgia de hoy, en  su fiesta de Madre de la Iglesia, nos presenta dos, bien significativas.

Desde lo alto de la cruz, a punto de morir, Jesús entrega a su madre como madre del discípulo a quien amaba. Siempre se ha visto en este pasaje la entrega de María  como Madre de todos los seguidores de Jesús, como Madre de la Iglesia.

Pero no es un título solo honorífico. María ejerce realmente como Madre de la Iglesia, como Madre de todos nosotros, estando siempre dispuesta a escucharnos, a  escuchar todas nuestras palabras donde le podemos expresar las diversas situaciones y los diversos momentos por lo que atraviesa nuestra vida. Y ella, que es medianera de todas las gracias, está dispuesta a concedernos aquello que más necesitamos en nuestro caminar siguiendo a su hijo.

Sabemos que María, como buena Madre, siempre nos recordará la mejor actitud que podemos adoptar. Señalándonos a Jesús, como en las bodas de Caná, nos dirá “haced lo que él os diga”. Y con su presencia continua, siempre maternal, nos dará la fuerza para seguirle.

Cuando Jesús, después de muerto y resucitado, asciende a los cielos delante de sus apóstoles, estos vuelven a la casa donde habían estado y “perseveraban unánimes en la oración”. Y allí, con ellos, con la inicial iglesia, estaba también María la Madre de Jesús. Esta va a ser la actitud de María con todos nosotros, con los que formamos la iglesia. Siempre estará a nuestro lado, como buena Madre.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)


Evangelio del Dia

Evangelio del domingo 28 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco

 Todos hemos bebido de un solo Espíritu 

Introducción

San Lucas nos narra lo que ocurrió el día de Pentecostés en su libro de los Hechos de los Apóstoles. Primero habla de cómo vivieron esta experiencia los Apóstoles junto a María y después nos cuenta lo que les ocurrió a las numerosas personas que estaban cerca de aquel lugar. Para todos ellos fue, ciertamente, una experiencia transformante.

Al proclamar el Salmo 103, alabamos al Señor por el poder que tiene su «Aliento», es decir, su Espíritu, con el que crea las criaturas y repuebla la faz de la tierra.

En la Primera Carta a los Corintios, san Pablo nos habla de cómo el Espíritu Santo da vida y unidad a la Iglesia, cuyos miembros somos todos los cristianos. Y, gracias a Él, somos capaces de exclamar, con pleno convencimiento: ¡Jesús es el Señor!

Después, con el rezo de la Secuencia, pedimos a Dios que nos envíe su Espíritu para que, penetrando hasta lo más hondo de nuestro ser, nos ilumine, nos reconforte y nos llene de su amor y su paz, por medio de sus siete dones.

Por último, escuchamos cómo san Juan narra la primera aparición de Jesús resucitado a sus discípulos, en la cual Él les transmite su paz y les insufla su Espíritu, dándoles el poder de perdonar los pecados, en nombre de Dios.

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre,
don en tus dones espléndido,
luz que penetra las almas,

La grandeza de este domingo de Pentecostés (cincuenta días después de la Pascua) resalta en la liturgia de hoy como la manifestación extraordinaria de una Alianza Nueva, que ya no está en una ley escrita, muerta, sino en la vida nueva, que le llega a la Iglesia por el soplo del Espíritu del Resucitado. Así fue en los primeros tiempos entre los discípulos de Jesús. Después de un tiempo pascual prolongado, se vieron envueltos en una fuerza irresistible, maravillosa, que les llevó con alas nuevas a proclamar el mensaje de salvación y a afrontar todas las dificultades que eso suponía dentro del mundo judío y de las instituciones que no posibilitaban un camino profético.

Fray Julián de Cos Pérez de Camino
Real Convento de Predicadores (Valencia)


Evangelio del día

Evangelio del jueves 18 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 20-26

En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró Jesús diciendo:
«No solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.
Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».

Reflexión del Evangelio de hoy

La ideología religiosa es argumento de división

Pablo sube a Jerusalén y va al Templo donde dice que no es necesario circuncidarse para ser cristiano; pero muchos creyentes judíos son partidarios de mantener la ley de Moisés. Estas diferencias  acaban con Pablo en la cárcel.

Después de largo tiempo encarcelado; el tribuno romano convoca a los sumos sacerdotes y al consejo judío y lleva a Pablo para poner en claro de qué se le acusa a éste.

Pablo sabe que el partido de los Saduceos no cree en la resurrección… mientras que el partido de los Fariseos cree en ella; ante ellos expone: «Yo soy Fariseo, hijo de Fariseo… se me juzga por mi esperanza en la Resurrección».

Este testimonio cristiano provocó tal altercado entre las dos grandes corrientes religiosas de la época que hubo que llevar de nuevo a Pablo a la cárcel.

-A la noche siguiente, se apareció el Señor a Pablo y le dijo… «¡Animo! Como has dado testimonio de mí en Jerusalén, así debes darlo también en Roma».

¿Cómo es tu testimonio cristiano? No hagas de la fe pascual una ideología, sino un testimonio vivo de encuentro con el resucitado. Ánimo, en esta tarea te apoya Jesús resucitado.

El amor es argumento de unidad

Jesús “ora” y pide en su oración la permanencia de sus discípulos en el amor. El Padre es el que “guarda” a los discípulos y creyentes; no pide preservarlos de dificultades, sino conservarlos bien anclados en la unidad que da el amor.

Si la unidad en el amor es argumento de fe, el gran escándalo y argumento en contra es: una iglesia y unos corazones divididos.

La unidad se logra por la manifestación de la gloria (amor) de Dios que se da en Jesús, en  su obra, en su mensaje, que se prolonga en los discípulos que viven el mandamiento nuevo del amor.

La unidad que se da en Dios, es la que pide Jesús y se aprende estando con Él, viviendo su misma condición de hijo; contemplando su gloria; experimentando su amor; amando, como Él, encarnando el amor como alternativa de vida y de convivencia feliz para la humanidad. Ora, ama, cultiva una fe pascual.

Fr. Isidoro Crespo Ganuza O.P.
Convento de S. Valentín de Berrio Ochoa (Villava)


Evangelio del día

Evangelio del martes 23 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 1-11a

En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, dijo Jesús:
«Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a todos los que le has dado. Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo.
Yo te he glorificado sobre la tierra, he llevado a cabo la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía junto a ti antes que el mundo existiese.
He manifestado tu nombre a los que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado.
Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque son tuyos. Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti».

Reflexión del Evangelio de hoy
Nos vamos despidiendo

En las lecturas que nos presenta la liturgia, encontramos dos discursos de despedida: uno de Pablo, dirigido a los presbíteros de Éfeso y por medio de ellos, a todos los pastores de las iglesias, y otro de Jesús, dirigido al Padre como a su único interlocutor.

El libro de los Hechos de los Apóstoles nos sitúa a Pablo en Mileto. Había abandonado Éfeso por las constantes persecuciones de los judíos y está despidiéndose de los ancianos venidos expresamente desde allí.

En los versículos de hoy leemos el tercer gran discurso de Pablo en los Hechos. El primer discurso ofrece una predicación ante los judíos (capítulo 13); el segundo, una predicación ante los paganos (capítulo 17) y este (capítulo 20) constituye su testamento pastoral, dirigido a los jefes de la principal de las iglesias por él fundadas. En el relato vemos a Pablo que se deja llevar por el Espíritu en un viaje que debe desembocar en su cautiverio y se considera prisionero del Espíritu Santo.

Después de recordar su ministerio en Asia y dar a entender una separación definitiva, quizá la de la muerte, Pablo hace sus últimas recomendaciones sobre la vigilancia, el desinterés y la caridad. Sus palabras son un discurso pastoral destinado a los que ejercen un cargo en la Iglesia, sabiendo que toda responsabilidad está marcada por la cruz, y se apoya en sus propios ejemplos, de modo que el discurso nos ofrece un excelente retrato suyo.

Pablo es un ejemplo admirable de apóstol, fundador de comunidades cristianas y servidor humilde del Señor, en las penas y pruebas que le han surgido. Él confiesa su entrega a Cristo llevando a cabo el encargo que recibió de Jesús. Lo encontramos predicando y enseñando, en público y en privado, a judíos y a griegos, y se presenta como un testigo de la gracia de Dios que obra según el espíritu y anuncia el plan de Dios; en su predicación todos somos oyentes invitados a la conversión y a creer en Jesús.  

Partícipes de la Gloria de Dios

En el capítulo 17 del Evangelio de Juan tenemos un texto que conocemos como la oración sacerdotal de Jesús, una oración que dirige al Padre, donde Jesús proclama su fidelidad a Dios y afirma que lo ha glorificado sobre la tierra, coronando la obra que se le encomendó y comunicando las palabras que recibió. 

Todo este Evangelio está marcado por la hora de Jesús que es la gloria de Dios: Jesús sabe que ha llegado la hora de su pasión y muerte y le pide a su Padre que le ayude a aceptar los sufrimientos para dar vida eterna a los hombres.

En los versículos del presente texto aparecen dos verbos: uno es glorificar y el otro es darse. Lo propio de Dios para toda la tradición bíblica es la gloria, esa gloria que nos va a perfeccionar y nos va a dar vida abundante; la palabra hebrea kabôb originariamente significa peso o pesadez, y esa misma palabra se utiliza entonces para expresar la importancia, el honor y la majestad, y es justamente aquel peso real del ser, lo que define su importancia efectiva.

El término gloria se refiere a la gloria que Jesús poseía en su preexistencia divina, o la gloria que le reserva el Padre desde toda la eternidad. Aunque Jesús pide su propia glorificación, no es que busque su gloria, sino que su gloria y la gloria del Padre, son una misma cosa.

El dar de Jesús es hacernos partícipes de todo lo que ha recibido del Padre. Y lo que en realidad desea es que lo conozcamos: conocer al Padre es tener una intimidad con Él. La gloria de Dios es la salvación del hombre y la salvación del hombre es conocer a Dios, y ese conocimiento en nosotros avanza en la unión de todo nuestro ser con Él.

Pidamos a Dios que envíe su Espíritu Santo para que, haciendo morada en nosotros, nos convierta en templos de su gloria y descubramos que la revelación viene a los hombres por Cristo.

Monjas Dominicas Contemplativas
Monasterio Stma. Trinidad y Sta. Lucía (Orihuela)


Evangelio del Día

Evangelio del lunes 22 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 29-33

En aquel tiempo, los discípulos dijeron a Jesús:
«Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que has salido de Dios».
Les contestó Jesús:
«¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo».

Reflexión del Evangelio de hoy
Se bautizaron en el nombre del Señor Jesús

Para comprender lo que nos dice la primera lectura, tenemos que situarnos en los primeros momentos de la primitiva iglesia. Dada la influencia de Juan el Bautista, algunos de los nuevos discípulos, en concreto los de Éfeso, habían recibido su bautismo y no el de Cristo. Y por lo tanto no habían recibido el Espíritu Santo, del que no habían oído ni hablar.

San Pablo les saca de su error. Juan fue muy importante, jugó el papel de precursor de Jesús, de hablar de Jesús y de la necesidad de acogerle. Esa fue su misión que cumplió muy bien. “Decía al pueblo que creyesen en el que iba a venir después, es decir, en Jesús”. Por lo que una vez llegado Jesús, los cristianos es a Jesús y no a Juan a quien deben acoger. Así lo reconocía el mismo Juan: “Conviene que él (Jesús) crezca y yo mengüe”.

El texto nos dice que San Pablo siguió predicando en Éfeso el mensaje de Jesús, durante tres meses, el proyecto de Jesús para toda la humanidad. Jesús es nuestro único salvador, al que debemos dejar que reine en nuestro corazón y dirija toda nuestra vida.

Yo he vencido al mundo

Diversos temas toca el evangelio de hoy. En un principio, parece que los apóstoles, en su intento de conocer más de cerca a Jesús y seguirle, están contentos porque creen que van entendiendo quién es Jesús y todo lo que les dice, “ahora sí que hablas claro… por ello creemos que saliste de Dios”.

Pero el mismo Jesús rebaja su opinión. “¿Ahora creéis?”. Si creyeran de verdad que Jesús además de ser hombre es también el Hijo de Dios, serían siempre fieles a su amistad, aceptarían su verdad y no le rechazarían. Pero Jesús les indica que van a ser capaces de abandonarle y dejarle solo, podemos añadir, en los momentos difíciles de su pasión. “Está para llegar la hora… en que a  mí me dejéis solo”.

A pesar de ello, Jesús les da la buena noticia, de que él nunca va a estar solo, porque “el Padre está conmigo”. Y también les anima, porque a pesar de todo y de sus deficiencias y de las luchas que van a tener en el mundo, encontrarán la paz en él. Y por eso, les sucederá lo mismo que a él: “En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo”.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)


Evangelio del día

Evangelio del viernes 19 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco

Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 20-23a

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.
La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre.
También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada».

Reflexión del Evangelio de hoy

“No temas… yo estoy contigo”

No ver el fruto inmediato de sus fatigas, sentir sobre sus espaldas la calumnia y la persecución, tener la sensación de estar perdiendo el tiempo, suelen ser las causas más comunes de la tentación de desaliento en quienes anuncian el Reino de Dios. El Señor resucitado se dirige a Pablo para animarle a continuar su misión con las mismas palabras que Yahvé se dirige a los profetas y Jesús a sus discípulos: “No temas…. Yo estoy contigo”.

Jesús está presente en el anuncio del Evangelio y conduce a su enviado en la dificultad. La insistencia de San Lucas a lo largo de todo el libro en esta presencia del Señor es constante, casi machacona. Con ello nos invita a mirar a fondo el sentido de la historia y a descubrir que la oposición y el fracaso, incluso la persecución, no son la última palabra.

La experiencia de los profetas, repetida en la vida de Jesús, se prolonga en la actividad de la Iglesia. No es la ausencia de dificultades lo que permite a ésta extenderse, sino la fe viva en la presencia del Señor y su fidelidad en anunciar el Evangelio al pueblo.

Esta vez los judíos acusarán a Pablo ante el procónsul romano Galión de tratar de introducir en el imperio una religión distinta de la judía y, por tanto, no autorizada como lo estaba la de ellos. La respuesta de la autoridad romana pone, una vez más de manifiesto, la inocencia del cristianismo frente a Roma, tema frecuente en los Hechos de los Apóstoles.

Por consiguiente, Dios es el Rey del mundo. Los profetas nunca atribuyeron a los reyes el poder disponer de sus súbditos a su antojo. Al contrario, el deber sagrado del rey era salvar a su pueblo de los opresores y colmarlo de bienes y prosperidad. Por consiguiente aclamar al Señor como Rey del mudo es aclamarlo como salvador. Ante todo, del pueblo que Él eligió. Luego, de todas las naciones. Éstas quedan sometidas al pueblo escogido, no para ser despojadas de sus bienes, sino para que se unan a Él. Por eso el salmista invita a todo el mundo a tomar parte en los aplausos y aclamaciones

Desde muy antiguo la liturgia reza este salmo en la fiesta de la Ascensión. Sirve magníficamente para expresar el gozo del pueblo cristiano por el triunfo de Cristo, sentado a la derecha del poder de Dios. Y mientras llega el día en que todas las criaturas del cielo y de la tierra alaben al que está sentado en el trono y al Cordero, este canto mantiene nuestra esperanza y sirve para confesar que el triunfo de Jesús se extenderá a todos los pueblos de la tierra.

“Compromiso con el Reino”

En este fragmento del Evangelio de San Juan Jesús anuncia a los discípulos que los sufrimientos llegarán y algunos entregarán la vida por su compromiso con el Reino. Habla de tristeza y alegría, de momentos de luces y sombras, normal para los discípulos, también para los cristianos que vivimos en el siglo XXI, ya que la evangelización no fue fácil para los discípulos y tampoco lo es en los tiempos actuales, pero al igual que ellos no debemos desfallecer, la esperanza es lo último que se pierde.

También hace un símil de la mujer que ha dado a luz, ya que después del parto se olvida del dolor, pues es más grande la alegría de haber traído un niño al mundo, que lo que ha sufrido durante la espera. Sin embargo esta alegría desaparece en comparación con la alegría del amor eterno de Dios, una alegría tan grande que nadie la puede quitar. Dios está cerca y nunca nos abandona.

El Evangelio de San Juan dice mucho sobre el amor de Dios por nosotros. Amar es dar, es estar con y para la persona que amamos. Es la exigencia y el distintivo más característico del discípulo de Cristo.

Jesús antes de partir nos anuncia un nuevo mandamiento. Tenemos que amarnos unos a otros. Y este amor debe notarse; será la señal por la que reconocerán a sus discípulos. Si se aman, son de Jesús; si no se aman, aunque hagan maravillas Jesús no está allí. El modelo y la causa de este amor lo tenemos en el mismo amor que Cristo tuvo y tiene por nosotros.

Tanto es así que el amor no es un mandamiento más. Es “su” mandamiento. Si hay una cosa que no puede faltar a un discípulo y que de alguna manera resume las demás es el amor. Debe ser hasta dar la vida, prueba máxima de amor. Como Jesús. Él lo predijo y lo cumplió.

Por eso podemos decir que todo el testamento de Jesús a los suyos se resume en el amor. No nos manda más que una cosa: amarnos. El amor lo encierra todo. Es la plenitud de la Ley.

Los cristianos que se aman, se comprometen, caminan y viven en la unidad. La unidad es el gran deseo del Señor para los suyos, el urgente programa para que los hombres puedan creer. No suprime diferencias, no iguala. Somos distintos, a veces muy distintos, pero juntos, en el amor, edificamos, con nuestras diferencias, la Iglesia del Señor. Si fuésemos iguales no podríamos dar ni recibir nada. En este dar y recibir está la vida y el progreso de la Iglesia. Mi vida salta a los demás y la suya me inunda. Nuestras diferencias son unidad enriquecedora si se viven en el amor y el compromiso con el Reino de Dios.

A la vista de este programa podemos preguntarnos: ¿qué imagen damos los cristianos en el mundo? A veces nos lamentamos de que el mundo pierde la fe. ¿No será porque nos mostramos divididos y sin amor? Un cristianismo donde sus miembros se critican y atacan sin amor no es de Cristo. No merece la pena vivirlo.

¿Cuál es tu compromiso como cristiano/a en tu Comunidad? ¿Eres de los que lo critican todo y no hacen nada? ¿Cómo pienso evangelizar en esta Pascua de 2023?

Dña. Montserrat Palet Dalmases
Fraternidad Laical de Santo Domingo (Barcelona)


Evangelio del día

Evangelio del sábado 13 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 18-21

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros.
Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia.
Recordad lo que os dije: “No es el siervo más que su amo”. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.
Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió».

Reflexión del Evangelio de hoy

Sigue su avance parsimonioso la estela brillante de la luz pascual. itinerario de amanecer tras las huellas de los apóstoles, rendidos ya por señales y signos. Huella del resucitado allí donde triunfó la fe nacida en las llagas y en la paz de quien estuvo en la tumba sólo tres días.

Creyentes robustos que se multiplican, pues no hay fronteras para quien cree y no se resigna. Frutos del Espíritu, guía eficaz y supervisor del camino, porque sólo con su permiso el Evangelio puede caer en tierra buena y los tiempos suyos son infalibles.

En manos siempre de aquel aliento divino que marca con su sello el transcurrir nuevo de los acontecimientos, iluminados ya en misericordia y ternura. Así se regala el don de la escucha, para asegurar la siembra y no quede valdía. Atención solícita al grito de los necesitados de Dios y su Palabra de vida. Entonces, sólo entonces, Macedonia estará dispuesta a recibir la luz que revoque su penumbra. Y en ella, tras su eco sediento de luz, los hechos y acciones de aquellos primeros testigos convencidos y convincentes al compás del Espíritu.

Mientras, como un susurro al oído, el salmista canta una tierra entera que aclama la bondad, la misericordia y la fidelidad de Dios y se pone a su servicio.

Pero el mundo va por otros derroteros, por otras veredas, ignorando o desconociendo el Camino. Sordo a otros intereses que no sean los de sus propios deseos tan mezquinos. Atrapado en quehaceres huérfanos de infinito. Se ha vendado los ojos conscientemente para no ver la luz del día. Deambula en la noche pues es su amiga íntima. Dolido ante quien se atreve a denunciar su escaparate de felicidad vacía, pues tiene la piel muy fina. Insensible, anestesiado, para no saber de dolor y tumbas.

Jesús nos advierte de los contratiempos que habrá que sufrir por no seguir el espíritu famélico del mundo. El amor que El entregó fue, es y será rechazado y sus seguidores, si son de verdad, correrán el mismo destino. Una de las bienaventuranzas ya nos avisa. Tenemos que contar con la persecución, con el no entendimiento, con la mirada escrutante de quienes necesitan vivir en una tranquilidad con perfil de Judas. Sin rechazo, no hay Evangelio vivido, porque el menosprecio es la constatación de que las palabras y las acciones del creyente no se acomodan al modo de ser de un mundo que se quiere desarrollar a espaldas de Dios.

No podemos hacerle coro a quienes juegan a ser dioses entre engaños de titulares a medida. El cristiano provoca denuncia, porque es impronta regalo del bautismo. Por tanto, no debemos dejar a nadie impasible ante nuestra manera libre y radical de servir a un Reino que no es de este mundo. Cuando un cristiano pasa desapercibido debe releer la Pasión de un Viernes Santo sin tapujos. El mundo no ha creído en el abajamiento de Dios, no ha creído en ese derroche de amor, porque éste pone en evidencia al mal, al dolor y la injusticia. Al mundo le es incómodo pensar en una nueva manera de vivir y comprender la Creación.

No podemos esperar a que el mundo se convierta. Tenemos la misión y la responsabilidad de ser testigos vivientes del Resucitado. Nuestra vida es una protesta constante, denuncia andante por este mundo lleno de mordazas y cobardes en cada esquina. Vamos, de una vez por todas, a abandonar nuestros nidos de amor donde todo es ficticia armonía y dejarnos zarandear por ser y vivir como auténticos seguidores de Jesucristo.

Fr. Martín Alexis González Gaspar O.P.
Convento de Ntro. Padre Sto. Domingo (Torrent)


Evangelio del día

Evangelio del viernes 12 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 12-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Este es mí mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».

Reflexión del Evangelio de hoy

“Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros”

Siempre ha habido en la historia, en cualquier sentido, gente que se pasa en querer imponer obligaciones a los demás, la mayoría de las veces con dudoso fundamento; en lo concerniente a la Iglesia solemos decir que son “más papistas que el Papa”.

Algo así ocurrió con los primeros cristianos procedentes de la gentilidad que, por las enseñanzas y testimonio de Pablo y Bernabé, habían abrazado el cristianismo. Algunos que, seguramente, habían sido fariseos y habían sido bautizados, querían por todos los medios que, los que habían sido gentiles, se circuncidaran y guardaran la Ley de Moisés.

Los apóstoles y presbíteros, reunidos, estudiaron la situación y decidieron no sobrecargar a estas comunidades con más obligaciones que las que, el sentido común, indicaba; abstenerse de la contaminación de los ídolos, de las uniones ilegítimas, de animales estrangulados y de sangre.

Todo esto lo decidieron en comunión y con la invocación al Espíritu Santo, y eligieron a dos miembros eminentes de la comunidad, Judas llamado Bársaba y a Silas, para que comunicaran a los creyentes de Antioquia, Siria y Cilicia la decisión, estos lo hicieron y además animándolos a perseverar en la fe que habían recibido.

Poner o imponer trabas a los demás es un deporte demasiado extendido; queremos que los otros hagan lo que a nosotros nos cuesta mucho conseguir, sin valorar los traumas que esto puede causar en los que son sometidos a estas trabas.

Si Dios les ha concedido el Espíritu Santo igual que a nosotros, ¿Quiénes somos nosotros para imponer nada?

No importa el sexo, raza, color de piel, estudios o profesión, Dios nos quiere a todos por igual, pues todos somos hijos suyos.

En el salmo 56 se nos dice: “Te daré gracias ante los pueblos, Señor”, es decir, que en el fondo debemos dar gracias a Dios por la diversidad de pueblos que ha creado y todo para el bien de cada uno de nosotros.

“Vosotros sois mis amigos”

Jesús en su última cena, tras la institución de la Eucaristía, da a los discípulos, según Juan, una serie de recomendaciones como despedida, ya que su fin está próximo, por eso les da el siguiente mandato: “Amaos unos a otros como yo os he amado”. “Nadie tiene amor tan grande como el que da la vida por sus amigos”. “Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando”.

Las palabras de Jesús son diáfanas, nos invita a que entre nosotros reine el mismo amor como el que Él nos ha manifestado. Decimos que amamos a Dios o a Jesús y consideramos que con eso hemos cumplido, sin embargo Cristo nos dice que, aunque amar a Dios es lo más importante, tanto o más es que nos amemos entre nosotros, pues si lo hacemos así el amor a Dios viene implícito con el amor a los hermanos.

El dar la vida por los amigos es un signo de amor, pero no la única forma de amar a los hermanos, no se demuestra así la verdadera amistad; Jesús no dio la vida muriendo, sino poniéndola al servicio de todos. Él no solo nos considera discípulos, sino que nos quiere como amigos, siendo esos amigos indispensables a los que quiere con locura, por eso nos transmite lo que Él ha vivido con el Padre, y pretende que lo asumamos y forme parte de nuestro ADN.

Jesús nos ha llamado a cada uno por nuestro nombre, Él nos ha elegido y nos ha invitado a entrar a formar parte del Reino de Dios, y poner en práctica el amor a los demás.

D. José Vicente Vila Castellar, OP
Fraternidad Laical Dominicana Torrent (Valencia)


Evangelio del día

Evangelio del jueves 11 de mayo de 2023

PadrevPedro Brassesco

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 9-11

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud».

Reflexión del Evangelio de hoy

Una llamada a la apertura

La asamblea que se reunió en Jerusalén, nos muestra la imagen de una comunidad capaz de escuchar, de valorar pros y contras, de saber reconocer los pasos de apertura que el Espíritu les está inspirando, aunque fueran incómodos, por la formación cultural y religiosa recibida.

También nosotros, ante los conflictos que van surgiendo en la sociedad actual, debemos imitar este talante dialogador: Sólo así sabremos discernir con seriedad y a la vez con apertura los diversos movimientos que van surgiendo en la Iglesia. Podremos ver sus valores, además de sus inconvenientes. Y luego, guiados por el Espíritu y de la experiencia de los demás, lo que Dios quiere en cada momento: seríamos una comunidad más cristiana, más del Espíritu.

La democracia es antes una actitud personal que un sistema político. Una actitud más tolerante nos ayuda no sólo a ser mejores ciudadanos, sino también mejores cristianos, porque el punto de re­ferencia no deben ser nuestras convicciones, sino la voluntad de Cristo y su Espíritu.

Permaneced en mi amor

Para Jesús, tres realidades son inseparables: los mandamientos, el amor y la alegría. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor.Jesús dice esto desde su propia experiencia. Él también guardó los mandamientos de su Padre y así permaneció en su amor.

El Padre quería que Jesús nos acompañara en todo momento, incluso en la muerte, y Jesús, porque amaba al Padre y nos amaba a nosotros obedeció, muriendo con nosotros y como nosotros. Y en este amor encontró la fuente segura de su alegría: llenándose cada día del amor del Padre y poniéndose al servicio de las personas que se acercaban a Él.

Los mandamientos del Padre y de Jesús no son arbitrarios. Guardarlos es para nosotros lo mejor. Por ese camino nuestra vida avanza segura y se enriquece. Muy en particular, observando el gran mandamiento del Señor: Éste es mi mandamiento que os améis unos a otros como yo os he amado.

Pidámosle encontrar nuestra alegría, también nosotros, en el servicio y el amor.

Fr. Carlos Oloriz Larragueta O.P.
Casa Ntra.Sra. de los Ángeles (Vitoria)