Evangelio del día

Evangelio del sábado 3 de junio de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Marcos 11,27-33

En aquel tiempo, Jesús y los discípulos volvieron a Jerusalén y, mientras paseaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos y le preguntaron:
«¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?».
Jesús les respondió:
«Os voy a hacer una pregunta y, si me contestáis, os diré con qué autoridad hago esto: El bautismo de Juan ¿era cosa de Dios o de los hombres? Contestadme».
Se pusieron a deliberar:
«Si decimos que es de Dios, dirá: “¿Y por qué no le habéis creído?” Pero como digamos que es de los hombres … ».
(Temían a la gente, porque todo el mundo estaba convencido de que Juan era un profeta).
Y respondieron a Jesús:
«No sabemos».
Jesús les replicó:
«Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto».

Reflexión del Evangelio de hoy

El tesoro gratificante de la sabiduría bíblica

Al terminar el libro del Eclesiástico, de nuevo el autor proclama su amor por la sabiduría y su afanosa búsqueda de la misma desde su juventud. La cultivó en las escuelas y en la oración y la maduró con sus viajes. Las fuentes de esa sabiduría fueron: la enseñanza de los maestros, la experiencia personal y sobre todo el don de Dios, cuyo nombre bendice por habérsela proporcionado. Disfrutó con ella y declara que no la abandonará jamás. Pero advierte que no basta con saber, sino que hay que practicar esa sabiduría.

Tan entusiasmado está con la sabiduría, que hace, en el salmo, un exultante elogio de la ley (cuyo cumplimiento es el que nos hace sabios): “Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la ley del Señor es perfecta y es descanso del alma”. Si recordamos el salmo 118 –el más largo de todo el salterio-, constataremos la estima en que se tiene a la ley en la antigua alianza. La razón está en que, en ese contexto, la ley no es una normativa pesada ni una imposición autoritaria o arbitraria del legislador; la ley es el símbolo tangible de la alianza de Dios con su pueblo, el testimonio de su cercanía y de su amor en toda circunstancia.

Nosotros hablaríamos más bien de la voluntad de Dios o de sus designios salvíficos para con nosotros. ¿Disfrutamos también al cumplirlos? ¿Nos sentimos íntimamente unidos a Dios cuando tratamos de hacer su voluntad y buscamos con diligencia su rostro paternal y misericordioso?

La sabiduría de Jesús frente a las asechanzas de su entorno

Una vez más, los dirigentes del pueblo se acercan a Jesús para ponerlo a prueba con una pregunta insidiosa. Han comprobado que la gente se va detrás de él y se les escapa a ellos de las manos. ¿De dónde le vendrá ese atractivo que la gente encuentra en su palabra? ¿Quién le habrá dado esa autoridad que parece tener sobre las multitudes, sin que aparentemente nadie le haya revestido de ella? Y se lo preguntan descaradamente a él mismo, no tanto por una curiosidad comprensible, sino para ver si la respuesta que les dé puede comprometerlo y así encontrar un motivo para acusarlo y quitárselo de delante.

Pero Jesús ha demostrado en diversas ocasiones que no es fácil hacerle caer en la trampa. Él ve venir a sus adversarios y su réplica los desconcierta, sin necesidad de emplear ninguna argumentación complicada. Se limita a remitirlos a sus propias actitudes con otro enviado de Dios, Juan el Bautista. ¿Qué piensan de él? ¿Qué valor le dan a la misión que traía de parte de Dios? Ellos se ven acorralados y atrapados en su comportamiento con el profeta, y responden con una evasiva. No han podido resistir a la sabiduría del Maestro de Nazaret. Una sabiduría aprendida no sólo en el amplio conocimiento de las tradiciones judías y del corazón humano, sino sobre todo en la intimidad del trato asiduo con Dios.

¿Cómo reaccionamos nosotros ante los interrogantes que dirige el mundo a los cristianos? ¿A qué o a quién recurrimos para responder sensata y convincentemente a los problemas que nos plantea nuestra época, poco amiga de nuestra fe? ¿Dónde encontrar la sabiduría que nos permita hacer frente con serenidad y confianza a los desafíos de nuestro tiempo?

Fray Emilio García Álvarez O.P.
Convento de Santo Tomás de Aquino (Sevilla)


Evangelio del día

Evangelio del viernes 2 de junio de 2023

Padre Pedro Brassesco

Lectura del santo evangelio según san Marcos 11, 11-25

Después que la muchedumbre lo hubo aclamado, entró Jesús en Jerusalén, derecho hasta el templo, lo estuvo observando todo y, como era ya tarde, se marchó a Betania con los Doce.
Al día siguiente, cuando salió de Betania, sintió hambre. Vio de lejos una higuera con hojas y se acercó para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces le dijo:
«Nunca jamás coma nadie de ti.»
Los discípulos lo oyeron.
Llegaron a Jerusalén, entró en el templo y se puso a echar a los que traficaban allí, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo.
Y los instruía, diciendo:
«¿No está escrito: “Mi casa se llamará casa de oración para todos los pueblos” Vosotros, en cambio, la habéis convertido en cueva de bandidos».
Se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas y, como le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de su doctrina, buscaban una manera de acabar con él.
Cuando atardeció, salieron de la ciudad.
A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz. Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús:
«Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado».
Jesús contestó:
«Tened fe en Dios. Os aseguro que si uno dice a este monte: “Quítate de ahí y tirate al mar”, no con dudas, sino con fe en que sucederá lo que dice, lo obtendrá.
Por eso os digo: Cualquier cosa que pidáis en la oración, creed que os la han concedido, y la obtendréis.
Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas».

Reflexión del Evangelio de hoy

Hagamos el elogio de los hombres de bien

Es bueno ser un hombre de bien. El Eclesiástico alaba al hombre que deja constancia en su vida de un comportamiento próximo a la santidad.

Hay un refrán muy antiguo que dice: “créate buena fama y échate a dormir”. Es una frase hecha que deja bastante que desear, pero que sí sirve para ilustrar un poco lo que el texto de hoy nos dice.

Hoy vamos de refranero: “Haz bien y no mires a quien”. Es otra forma de animar al hombre a ser humano con el hombre. Creo que este es el mensaje que Dios nos da hoy, y que Jesús nos ha dicho, en activa y en pasiva, a lo largo de su vida pública. El bien debe ser una propiedad impresa en el ADN humano, incluso en el de muchos de los seres vivos no humanos.

El que vive haciendo el bien será recordado por su bonhomía, por su generosidad, porque siempre trata de hacer el bien, aunque se equivoque alguna vez, pues el error forma parte de la criatura y, por suerte, somos seres pensantes y Dios nos dio la capacidad de elegir. Cierto que podemos elegir el error, pero no menos cierto es que la tendencia del hombre bueno es hacer el bien.

Hagamos el bien, aunque nos cueste. Es la única forma que tenemos para que nuestra memoria permanezca viva después de nuestra muerte.

En mi tierra gallega. La muerte tiene un tratamiento muy profundo e intenso. No es infrecuente escuchar, al paso de un cortejo fúnebre, algún comentario como: “vaia peixe levades aí” (=Menudo sujeto va en esa caja), cuando el sujeto se ha distinguido por su poca, o desconocida, bondad. Por el contrario cuando desfila el cortejo de una buena persona, que sabemos, o imaginamos, pasó haciendo el bien, veo como los hombres se quitan la gorra y se santiguan devotamente. Sus deudos son respetados, atendidos en su duelo y en su vida posterior. Una iglesia vacía o llena hasta rebosar en los funerales, suele ser otra muestra del desprecio, o del respeto y el cariño que el hombre bueno se ha ganado con su bien hacer. Tu fama te sigue más allá de la tumba. Lo mejor: ¡vivir la bondad de Dios y regalarla a los demás!

Mi casa es casa de oración para todos los pueblos

Esa es la forma en que Jesús se enfrenta a las corruptelas que el clero del templo ha ido introduciendo en el mismo, con la excusa de la pureza del sacrificio o la limosna. Ciertamente las leyes del Templo exigen que el animal sacrificado a Dios, sea un animal perfecto, sin taras, sin defecto y posiblemente un animal así, apto para el sacrificio en el altar no era fácil de traer desde lejos. Por esto se habían ido introduciendo en el Templo, los cambistas, que cambiaban el dinero impuro por monedas oficialmente puras. No se podían usar como ofrenda, por ejemplo, monedas del Imperio que llevaran la imagen del emperador. Estas eran monedas idolátricas e impuras. Sin embargo los peregrinos que llegaban al Templo solo disponían de la moneda de uso corriente en sus lugares de origen. Era necesario dotarse de dinero legalmente puro para poder ofrecerlo a los sacerdotes. Lo mismo pasaba, seguramente, con los animales destinados al sacrificio.

Es posible que levitas y sacerdotes, hubieran establecido un mercadillo de intercambios de impuro por puro, seguramente con alguna ganancia para ellos. Y esto ha hecho enfurecer a Jesús pues está viendo la corruptela que conllevan estas transacciones, y así, echando fuera a los abusadores, celosos de una pureza ritual, quiere hacer del templo un lugar apropiado para la oración y la caridad. La frase, sin duda de origen divino, “no quiero sacrificios, sino misericordia”, está en el fondo de la acción de Jesús.

El hermoso versículo final pone un cierre de oro al fragmento que hemos leído hoy: “Cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que vuestro Padre del Cielo perdone vuestras culpas”.

¿Seremos capaces de cumplir este sencillo consejo, o mandato? Mejor lo pensamos un poco.

D. Félix García O.P.
Fraternidad de Laicos Dominicos de Viveiro (Lugo)


Evangelio del día

Evangelio del miércoles 31 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 39-56

En aquellos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y levantando la voz, exclamo:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu Vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá».
María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mi: “su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia – como lo había prometido a nuestros padres – en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

Reflexión del Evangelio de hoy

Amaos cordialmente unos a otros

La carta a los romanos es, sin duda, uno de los grandes escritos del epistolario paulino. El Apóstol la escribió para anunciar a los fieles de Roma su próxima visita en el viaje que pensaba hacer a España. Ocasión que aprovechó para desarrollar ante los romanos los grandes temas del Evangelio que él anuncia a los gentiles. En la lectura de hoy, Pablo va a dar una serie de consejos sobre la caridad fraterna y las relaciones con los demás.

El dinamismo del amor del que es capaz el cristiano encuentra en nuestra lectura ejemplos aplicativos para llevar una vida conforme al Evangelio. Lo primero en lo que hace hincapié el Apóstol es en el tema del amor que debe configurar nuestra vida entera y en consecuencia debe ser sin fingimiento, que nuestro actuar sea conforme a lo que piensa nuestra mente y siente nuestro corazón. Pablo insiste especialmente en el amor al prójimo, a los otros, consciente del valor y dignidad que tiene cada persona, el creyente ha de avivar el cariño y empatía hacia el hermano. El servicio, la alegría, la oración, la hospitalidad son actitudes que llevan al ser humano al cuidado de cualquier persona especialmente aquella que sufre. La exhortación a bendecir a aquellos que te hacen el mal o te persiguen; o a situarse en los márgenes de la vida junto al humilde en actitud de abajamiento como el mismo Señor Jesús, es descubrir la clave de la fraternidad que nace del amor que nos tengamos los unos a los otros.

María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá

En el evangelio de hoy Lucas nos narra cómo tras el encuentro de María con el ángel Gabriel, se pone en camino, con prontitud, a una ciudad de Judá a casa de Zacarías. El episodio de la visita de María a Isabel está narrado según el modelo que aparece en 2 Sam 6,2-16 sobre el traslado del arca. En ambos relatos se suceden las manifestaciones de gozo, David y todo Israel “iban danzando delante del arca con gran entusiasmo”(v.5), y como el niño en el seno de Isabel “empezó a dar saltos de alegría”(v. 41.44). María percibe la invitación a salir de sí misma, de su ciudad, aponerse en camino para que se reconozca la noticia de ser portadora de la Gloria de Dios, de su Presencia.

Lucas le da gran importancia al saludo que María dirige a Isabel (es mencionado tres veces Lc 1,40.41.44) y las reacciones que provoca: el niño salta de gozo en el seno de Isabel y ella misma queda llena del Espíritu Santo. Lo anunciado se está cumpliendo. El salto de gozo es para Lucas expresión del gozo de los tiempos mesiánicos. María a su vez, es saludada en su nueva condición: Bendita entre las mujeres y “madre de mi Señor”. Isabel la proclama “bendita entre las mujeres” a causa de su fe en contraste con la incredulidad de su marido, Zacarías. El título de “la madre de mi Señor” (v.43) hace referencia a aquel a quién Dios ha constituido Señor y Mesías. Y todo esto es en cuanto a creyente, figura de una verdadera discípula. Ser discípula implica servir al Salvador, ponerse al servicio de la palabra de vida, una vida que brota, y que es reconocida en el seno de una estéril.

María es llamada también bienaventurada, dichosa por ser creyente. Ella ha creído como Abraham. La fe le da la palabra y la movilidad. María es discípula y se pone al servicio de su Hijo; su voz, su saludo transforma a Isabel y suscita la alegría de los últimos tiempos. Y es en este momento cuando María proclama su Magníficat.

El cántico está ambientado en la casa de Zacarías (Lc 1,40) y constituye la respuesta de María a las palabras de Isabel. Los protagonistas son respectivamente María y el Señor. En el centro de la escena está solo ella, la madre-sierva del Señor, toda dirigida hacia Él. El movimiento de los vv. 46-50 se refieren solamente a María, mientras el segundo movimiento (vv. 51-55) se alarga al escenario más amplio de la historia humana, abarcando todo un pueblo (Israel) y a todas las generaciones.

El canto de María es ahora el canto de los pequeños y de los pobres. Es Yahvé el que ha hecho proezas, ha dispersado a los soberbios, ha derribado a los poderosos, ha exaltado a los humildes, ha colmado de bienes a los hambrientos, ha despedido a los ricos y ha auxiliado a Israel. En el Magníficat se da una relación temporal de pasado, presente y futuro. La intervención divina celebrada por María cumple aquello que Dios había anunciado a nuestros Padres. Aquello que Dios ha cumplido en el pasado, aquello que él cumplirá en el futuro y aquello que ha comenzó a obrar en María. Lucas presenta a los pobres como aquellos que dependen en todo de Yahvé y gritan a El en su aflicción. María proclama por anticipado el Evangelio. Ella queda inserta entre los “abatidos del país”, entre los pobres. Todo lo que ha sucedido en la humilde esclava de Dios, se torna canto, alegría, se convierte en felicitación por todas las generaciones y es a su vez motivo de esperanza para el pobre, el que sufre, el que se lamenta.

La memoria pascual que testimonia Lucas de la historia de María está caracterizada por la fe, ella es figura y modelo de la fe de la Iglesia. María protagonista de la Historia de la salvación tiene dentro del evangelio de Lucas un papel fundamental como discípula del Señor.

Hna. Carmen Román Martínez O.P.
Congregación de Santo Domingo


Evangelio del día

Evangelio del miércoles 24 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 11b-19

En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró Jesús diciendo:
«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría cumplida.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad».

Reflexión del Evangelio de hoy

Tened cuidado de vosotros y de todo el rebaño

El texto del libro de los Hechos de los Apóstoles forma parte del tercer viaje misionero de Pablo (Hch 18,23-21,16) durante la primavera del 53. Embarca en Filipos para realizar el viaje de regreso a Jerusalén y realiza una escala en Mileto donde convoca a los presbíteros de Éfeso a los que dirige uno de sus grandes discursos (Hechos 20, 17-38).

El Apóstol va a decirles que han recibido un ministerio sagrado, ser responsables del rebaño que el Espíritu Santo les ha asignado. Así, en su servicio como presbíteros, han de realizar la doble tarea del cuidado: cuidarse a sí mismos y cuidar del rebaño. En primer lugar, cuidarse implica el esfuerzo de guardar fidelidad a la doctrina recibida y el empeño para mantenerse fieles a la ética del evangelio; y, en segundo lugar, cuidar del rebaño. La imagen del pastor ya estaba enraizada en el AT. El pastor cuida de las ovejas y le da a cada una lo que necesita: “Buscaré la oveja perdida, recogeré a la descarriada; vendaré a las heridas; fortaleceré a la enferma; pero a la que está fuerte y robusta la guardaré: la apacentaré con justicia”. (Ez 34,16).

Junto a eso, Pablo exhorta a los episkopos a vigilar, a velar por el rebaño ante los peligros externos e internos, que lo amenazan, doctrinas engañosas o comportamientos inmorales que se van a ir extendiendo por las comunidades.

Por último, les recuerda que han de ser desinteresados citando una sentencia de Jesús que no encontramos en los evangelios, denominada ágrapha: “Hay más dicha en dar que en recibir”. La felicidad radica en la donación y entrega de uno mismo hacia los otros. Pablo finaliza el discurso poniéndose de rodillas y orando con ellos.

Es posible que nosotros lideremos un grupo o una comunidad cristiana por ello hemos de interrogarnos si nos cuidamos personalmente y si cuidamos al grupo: ¿Cuido mi formación y mi ética de forma que viva coherentemente mi fe?  ¿Cuido del grupo alentando su fe y promoviéndolo en su formación? No podemos olvidar que “No hay más que un modo de ser felices: vivir para los demás”. (Leon Tolstoi).

Santifícalos en la verdad

En el capítulo 17 del evangelio de san Juan encontramos una oración de Jesús, tras el discurso de despedida, con tres peticiones. En primer lugar, Jesús ora por sí mismo (17,1-8); En segundo lugar, ora por los discípulos (17,9-19); y, en tercer lugar, por aquellos que van a creer en Jesús por la palabra de los discípulos (17, 20-26). El evangelio de hoy recoge la segunda parte, la oración por los discípulos.

Jesús recuerda el esmerado cuidado realizado con sus discípulos. Los ha guardado y los ha rodeado de una protección tal que ninguno de ellos se ha perdido, excepto “el hijo de la perdición”, Judas. Pero Él está a punto de partir, y los discípulos se quedan “en el mundo sin ser del mundo” con todo lo que implica de vulnerabilidad y de amenaza, por un lado, y todo lo que conlleva de responsabilidad de continuar la misión de Jesús, por otro. Por ello pide al Padre que cuide a sus discípulos para que sean uno como el Padre y Jesús lo son (v.11), para que vivan inmersos en la comunión divina.

Cuando el evangelista habla del “mundo” no habla de nuestro hábitat, se refiere al poder de la oscuridad, a las fuerzas del mal que se alinean contra Jesús para matarle. Por ello pide al Padre que proteja a los discípulos de las amenazas del “mundo”. Jesús ha venido a dar a conocer el verdadero rostro amoroso de Dios, pero “el mundo” le ha rechazado. La revelación de Dios proseguirá a través de la palabra de los discípulos, recibida de Jesús (v.14).

Junto a ello, Jesús ruega también al Padre “que santifique” a los discípulos (v.17) o lo que es lo mismo, que vivan una existencia que se corresponda a la santidad de Dios. “Sed santos porque yo soy santo” (Lv 19, 2). La santificación supone la consagración, y a la vez, una llamada a la trans-formación permanente. La misión de dar a conocer al Dios Santo determina la exigencia de santidad (vv. 17 -19). “Alegraos y regocijaos … El Señor lo pide todo, y lo que ofrece es la verdadera vida, la felicidad para la cual fuimos creados. Él nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada, licuada”, dice el Papa Francisco (G.E. 1) La Palabra nos interroga hoy: ¿Buscamos vivir en la comunión con Dios Padre, Hijo y Espíritu? ¿Nos conformamos con una existencia mediocre, aguada o nos vamos dejando santificar por el Señor? Hoy día de la traslación de los restos de Santo Domingo, hacemos memoria celebrativa de su santidad simbolizada en aquel dulce perfume que exhaló al abrir la losa del sepulcro con sus restos.

Hna. Mariela Martínez Higueras O.P.
Congregación de Santo Domingo


Evangelio del dia

Evangelio del domingo 21 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco

 Sabed que yo estoy con vosotros 

Todos los seres humanos tenemos y sentimos “nostalgia del cielo”; aspiramos a estar en la gloria, a vivir en la gloria. Así lo expresamos en las mejores ocasiones cuando decimos: “esto es la gloria”.

La Fiesta de la Ascensión del Señor expresa la dimensión de exaltación y glorificación de la naturaleza humana de Jesús, como contrapunto a la humillación padecida en la condena y la muerte en la cruz. Jesús acaba su vida en la tierra y vuelve al Padre. Desde su Resurrección y Ascensión al cielo, los cristianos conocemos nuestra meta final: estar donde está Jesús.

Ante la partida del Maestro, los discípulos no se entristecen. Su alegría se explica porque Jesús les dejó un don: la promesa del Espíritu Santo; y una tarea: ser sus testigos hasta los confines del mundo. Además, aquella despedida fue muy diferente a otras. El Señor Jesús mientras se marchaba les bendecía. Se fue de este mundo con los brazos abiertos, como los tuvo en la cruz, bendiciendo a la humanidad y abriendo definitivamente la senda y las puertas del cielo a todos.

Fr. Juan Carlos Cordero de la Hera O.P.
Convento de Ntra. Sra. de Atocha (Madrid)


Evangelio del día

Evangelio del miércoles 17 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco

Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 12-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.
Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará.
Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».

Reflexión del Evangelio de hoy

Eso que veneráis sin conocerlo os lo anuncio yo

Muchas palabras se dicen en estos días, quien las dice quiere transmitir su mensaje, quiere convencer a quien le escucha, quiere dar a entender que lo que dice dejarán de ser simples palabras y tras unos días podrán convertirse en hechos.

Quienes escuchan, tienen su propia opinión de lo que perciben, y esto no es ahora, sólo en este tiempo preelectoral, sino que viene de muy atrás: “De esto te oiremos hablar en otra ocasión”, porque a veces es difícil entender lo que se escucha, bien porque tenemos los oídos taponados, o porque la mente llena de ideas contrarias, preferimos no implicarnos, o bien queremos vivir la vida de forma sencilla y sin complicarnos con los problemas de los demás… pero en el fondo vivimos en una sociedad, con otras personas que de alguna manera influyen en nuestra propia existencia o nuestra forma de vivir.

Quien escucha la Palabra no puede quedarse indiferente ante lo que ocurre, no podemos decir que somos creyentes y vivir una vida individual, solitaria, encerrada en nuestro yo, porque entonces lo que está escuchando son palabras, textos que pueden ser muy bellos pero que no tienen sentido para quien los escucha, esa no es la Palabra.

Parece que hoy mucha gente está buscando, recorre diferentes caminos, practica diferentes modos de creer y crecer, busca, reflexiona, pero nada da sentido hasta que no mueve el interior y te impulsa a salir de ti para llegar a los demás, para estar con los otros, para descubrirte en la mirada del Otro. 

El Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad plena

Un buen vino necesita tiempo de preparación, necesita de manos expertas que sepan cómo llevarlo a su máximo exponente. En una cocina quien manda debe prestar atención a quien prepara, a quien tiene en las manos los ingredientes necesarios, saber que va a seguir los pasos correctamente para elaborar un buen manjar, no sólo cumpliendo órdenes sino sabiendo poner pasión en lo que hace.

Quien realiza una obra de arte necesita los materiales de mejor calidad para poder llevar a cabo el proceso de creación, pero si, a pesar de tener los mejores materiales, no pone toda su creatividad en acción, la obra de arte puede quedarse únicamente en obra y no ser arte.

Jesús preparó bien a los Apóstoles, pero también supo cuando parar y dejar al Espíritu su tarea encaminada. Cuando nos dan mucha información en poco tiempo, es bastante probable que se nos escapen muchos datos y dejemos atrás cuestiones importantes, por eso es necesario, como para el buen vino, para un buen plato, para una bella obra de arte, un tiempo de reflexión, de dejar reposar lo recibido y colocarlo bien, no sólo en la mente, sino en el corazón y así poderlo transmitir con mayor riqueza.

Dejemos que el Espíritu nos llene de su sabiduría y nos guie hasta la verdad plena.

¿Vives en la sociedad del todo ahora? ¿Sabes mantener la calma ante las situaciones que vives y sacar de cada una de ellas las enseñanzas que te ayuden a crecer? ¿Necesitas una respuesta rápida ante las dificultades que se presentan o buscas el tiempo y el espacio necesario para buscar la respuesta adecuada?

Hna. Macu Becerra O.P.
Dominicas Misioneras de la Sagrada Familia


Evangelio del día

Evangelio del martes 16 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 5-11

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: “¿Adónde vas?”. Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré.
Y cuando venga, dejará convicto al mundo acerca de un pecado, de una justicia y de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el príncipe de este mundo está condenado».

Reflexión del Evangelio de hoy

Oraban cantando himnos a Dios

Pablo y Silas están encarcelados después de haber sido azotados por anunciar el Evangelio de Jesucristo. Y en vez de lamentarse, quejarse, revolverse contra la situación injusta en que se encuentran, no dejan que lo que les ha ocurrido les hunda, tienen su confianza puesta en el Señor, y rezan, cantando y alabando a Dios con himnos. Cuando “vino una sacudida tan violenta que temblaron los cimientos de la cárcel. Las puertas se abrieron de golpe, y a todos se les soltaron las cadenas”, no pierden la calma, al contrario, pendientes de los que les rodean, evitan que el carcelero se quite la vida.

El carcelero se da cuenta de que Pablo y Silas son hombres especiales, son “hombres de Dios” y les pide que les muestre el camino de la salvación. Le explican el camino de Jesús, “y se bautizó en seguida con todos los suyos”.

La acción de gracias y la alabanza es algo que viene de una actitud del corazón. La alabanza expresa esa confianza en que el amor es más fuerte que el rencor. La situación era muy peligrosa, pero creían firmemente que el Señor está presente en todas las pruebas, y sabían que la solución sería la que Dios tenía preparada y ninguna otra; además creían que sería la mejor. Por eso no estaban preocupados por el peligro, sino dedicados por entero a alabar a Dios, llenos de ánimo como para cantar salmos a medianoche.

Y esa confianza en Dios dará su fruto, será el Señor el que obre en esas circunstancias adversas, y el que motive la conversión del carcelero. Es la providencia de Dios la que les libera para que puedan seguir predicando, porque las dificultades  no pueden frenar la predicación del Evangelio por parte de los apóstoles, porque esta predicación no es obra humana, sino obra de Dios.

En el salmo de hoy cantamos dando gracias al Señor porque: “Tu derecha me salva”. Le damos gracias con todo nuestro ser invitando a todos a participar en nuestra acción de gracias, porque Dios interviene en nuestro camino  liberándonos del mal, de tantas situaciones injustas…

Me voy, y os enviaré el Paráclito

Los primeros versículos del evangelio de hoy reflejan la tristeza de los discípulos ante el anuncio que Jesús les ha hecho de su separación. Jesús se va y los discípulos sienten que con él se van sus sueños, sus esperanzas.

Pero Jesús insiste en que les conviene su marcha al Padre porque así les podrá enviar el Espíritu. Jesús compensa la tristeza que deja su ausencia en los discípulos con esta promesa del Espíritu Consolador.

Este Espíritu nos llevará descubrir la verdad sobre Jesús, sobre los auténticos culpables de tantas injusticias y desgracias. Paráclito significa abogado, y es el que sacará a la luz la realidad. El Espíritu enseña a discernir el bien del mal, saca a la luz la culpa del mundo. Toda la miseria que el mundo trata de ocultar sale a la luz gracias a la acción del Espíritu en nuestros corazones. Y también muestra el juicio, porque Dios ya ha sentenciado a los poderes del mal, ya los ha condenado, aunque parezcan victoriosos frente a nuestra fragilidad.

El mundo, que pensaba haber juzgado a Jesús condenándolo, ahora es condenado por el “príncipe de este mundo”, porque es el responsable de su crucifixión. Jesús fue ejecutado por culpa de las fuerzas del mal, pero el Espíritu garantiza que la causa de Jesús y el Reino son legítimas.

El Espíritu señala la frontera entre la gracia y el pecado, entre la fe y la incredulidad, entre los dominios del reino de Dios y los dominios del anti-reino. Pero sobre todo está en el mundo para testificar el triunfo de Dios sobre el mal.

Sor Cristina Tobaruela O. P.
Monasterio de las Dueñas (Salamanca)


Evangelio del día

Evangelio del lunes 15 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 26 — 16, 4a

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo.
Os he hablado de esto, para que no os escandalicéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí.
Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho».

Reflexión del Evangelio de hoy

“El Señor le abrió el corazón…”

Sigue San Pablo, acompañado de alguno de sus compañeros, predicando de ciudad en ciudad. Hoy le encontramos en Filipos. Allí, a una mujer llamada Lidia “el Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo”, y se bautizó ella y toda su familia.

Es la historia que se repite en todo cristiano de cualquier época. El Señor Jesús sale a nuestro encuentro, y a través de los diversos Pablos que han entrado en nuestra vida, el Señor se adentra en nuestro corazón, nos hace comprender que es el Hijo de Dios, que nos ama con intensidad y que es nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida.

Acogiéndole en nuestro corazón, siguiendo sus pasos, experimentamos que realmente el camino que nos propone nos lleva a vivir la vida con sentido, con alegría, con la esperanza de que nuestra vida tendrá un segundo tiempo después de nuestra muerte y resurrección donde gozaremos para siempre de la felicidad total siempre deseada.

“Os enviaré el Espíritu”

Jesús, ya antes de morir, habla a sus discípulos del Espíritu. En este evangelio, Jesús asigna al Espíritu, la tercera persona de la Trinidad, una misión muy importante respecto a nosotros: “él dará testimonio de mí”. Una de sus misiones es justamente hablarnos a nosotros de Jesús. Convencernos que no solamente es hombre, el hijo del hombre, sino que también es Dios, el Hijo de Dios. Y, por lo tanto, debemos creer todo lo que nos dice y caminar por el camino que él nos señala. Él nos ayudará también a que nosotros demos testimonio de Jesús.

Jesús avisa a sus apóstoles que en su seguimiento no todos serán momentos buenos y que no todos van a aceptar su predicación. Hasta “llega la hora en que todo el que os quite la vida pensará prestar un servicio a Dios”.

Quizás hoy día, al menos en Occidente, no sea este el caso. Más bien lo que más nos duele es la indiferencia de muchos de nuestros contemporáneos ante nuestra predicación de Jesús. Ni le aceptan a él ni nos aceptan a nosotros. Pero también aquí el Espíritu viene en nuestra ayuda, y a pesar del ambiente de indiferencia reinante, nos ayuda a vivir con intensidad el seguimiento de Jesús. Nos sigue convenciendo de que es la mejor manera de vivir nuestra vida humana.  

Jesús, ya antes de morir, comenzó a hablar a sus discípulos abiertamente del Espíritu. Textos que aparecen en la lectura de los evangelios de los días que preceden a la Ascensión y a Pentecostés. Les hace promesas alentadoras. El Espíritu “dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio”. En el encargo de Jesús de predicar el evangelio por todo el mundo, les va a acompañar siempre su Espíritu, el Espíritu Santo, de él recibirán la fuerza necesaria para cumplir su misión.

Una misión, que desde los comienzos del cristianismo, en algunos momentos va a ser muy dura, hasta llegará “una hora cuando el que os dé muerte, pensará que da culto a Dios”. Y explica el por qué hacen esto: “porque no han conocido ni al Padre ni a mí”. Quien descubre quién es nuestro Padre Dios y quién es Jesús… no puede ir en contra de ellos y de sus mensajeros. Recordemos las palabras de Jesús a la samaritana: “Si conocieras el don de Dios…”.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)

Evangelio del día

Evangelio del miércoles 10 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».

Reflexión del Evangelio de hoy

Se reunieron los apóstoles y los ancianos

Los apóstoles comienzan a proclamar la Buena Noticia de Jesús. El capítulo anterior de Hechos nos presenta a Pablo y a Bernabé recorriendo varias ciudades proclamando el evangelio. Muchos han creído en su mensaje y están contentos, aunque Pablo haya padecido alguna situación de rechazo y oposición.

El capítulo 15 se inicia situando a Pablo y Bernabé en Antioquia, tras su primer viaje misionero. Dejamos algunas dificultades que encuentran los exégetas en la narración de los hechos, y nos centramos en lo que va a ser, la primera dificultad y controversia fuerte en la Iglesia El cristianismo había surgido en un contexto judío, Jesús, que era judío, tuvo grandes enfrentamientos por la forma de vivir e interpretar la ley. Pablo y Bernabé llegan contentos de la aceptación de la fe por pare de los gentiles, pero “los creyentes de toda la vida” exigen que, para pasar al cristianismo, han de circuncidarse y acoger la ley de Moisés.

El conflicto aparece pronto ¿debían esperar que los creyentes gentiles se convirtieran al judaísmo o no?   

Pablo y Bernabé van a Jerusalén a reunirse con el resto de los apóstoles para resolver entre ellos la forma de proceder. Pablo relata todo lo acontecido y la buena acogida que ha tenido el mensaje de Jesús entre los gentiles. Pero sigue la oposición y la exigencia de una parte de los judíos a aceptar primero el judaísmo.

No será el último conflicto que surge en la Iglesia por formas diferentes de interpretar algunas cuestiones relativas a la fe que nos transmitieron los apóstoles. Aquí en el texto se nos muestra un proceso importante que siguieron los apóstoles en la búsqueda de la verdad que dio lugar al primer concilio de Jerusalén. Y este modo de proceder no sólo es válido para los conflictos que se generaron en la Iglesia a lo largo de los siglos, es válido también para los distintos conflictos que se dan en la sociedad, en la familia, por formas diferentes de entender determinadas cuestiones.

Pablo y Bernabé van a Jerusalén para confrontar su experiencia  con la de los apóstoles y presbíteros, confrontan la experiencia que cada uno ha tenido a lo largo de su trayectoria, con las palabras de Jesús. Escuchan debaten, buscan, oran, disciernen entre todos, abiertos su mente y el corazón a lo que inspira el Espíritu, por dónde quiere conducir a la naciente Iglesia.

Y todos aceptan la conclusión: La salvación la ofrece Dios, por medio de Jesús, a todos los hombres, sean de la condición que sean y de su lugar de origen.

Es la Iglesia universal que todos conocemos y vivimos, de ahí la importancia y gratitud que surge de nosotros al leer este texto.

Ser cristiano exige hoy una experiencia vital de Jesucristo

Hace aproximadamente un mes nos sumergíamos en la profundidad espiritual y humana que encierra el misterio de la muerte y resurrección de Jesús que siente miedo, tristeza, abandono de los suyos, confianza en el Padre. Dando un salto en el tiempo, en este 5ª domingo de Pascua nos situamos en un texto que retrocede a “vísperas de su muerte”.

Jesús, en este contexto de despedida de los suyos, ante la proximidad de su muerte, quiere hacerles conscientes de la responsabilidad de su misión,y de las actitudes que han de tener, como discípulos de Jesús cuando El ya no esté presente.

Y recurre a una imagen sencilla conocida por todos, la viña, que ya ha sido utilizada en el Antiguo Testamento y que expresa bellamente el profeta Isaías en Is 5,1-2.

La viña a la que se refiere Isaías es el pueblo de Israel. Jesús, al afirmar “Yo soy la vid verdadera” indica que es la vinculación a Él la que le confiere pertenecer al nuevo pueblo escogido, no lo es por la pertenencia a una raza, cultura o lugar de nacimiento. Y el Padre, como experto labrador, cuida para que esa vid produzca frutos abundantes y verdaderos.

(Es parte del conflicto que surge en la primitiva Iglesia y que se describe en el pasaje de Hechos comentado. Nos cerramos a lo nuestro, lo de siempre o nos abrimos a otras posibilidades de crecer en la fe.)

Hoy nos disponemos a escuchar y recibir en lo profundo de nuestro corazón, las palabras del evangelio, como lo hicieron los Apóstoles entonces. Sentados a la mesa de la Palabra, de la Eucaristía, hacemos nuestra la advertencia de Jesús, “sin Mí no podéis hacer nada”

Llamada a repensar cómo es mi vivencia de la fe cristiana. Momento para escuchar la llamada de atención de Jesús a los cristianos hoy. No podemos reducir la fe sólo al conjunto de creencias y prácticas religiosas, ni tan siquiera a actos de solidaridad, aunque también, sin una experiencia interior y vital de Él, de la persona de Jesús.

Dejar que la savia de Dios Amor, vaya entrando y animando nuestra vida cristiana, para dar los frutos que toda vid produce y que es nuestra misión y la de nuestras comunidades, hacer posible el Reino querido por Jesús, con los pequeños gestos en nuestra vida cotidiana y con las posibilidades que a cada uno la vida le ofrece. Y nos recuerda Jesús “sin Mí no podéis hacer nada”

Agradecemos, una vez más, que, como buen pedagogo, sale a nuestro encuentro para indicarnos y animarnos en nuestra vida de creyentes. Sacarnos de nuestra mediocridad en muchas ocasiones para reafirmarnos en el compromiso que requiere la radicalidad del Evangelio. Y repite una palabra que hoy casi puede resultar en desuso permanecer, permanecer vinculados a Él, no hasta que dure, como muchos de nuestros contemporáneos afirman, sino permanecer en Él.

Hoy, nos dicen teólogos y creyentes, es fundamental no sólo saber de Dios, sino tener sabor de Dios, y la actitud contemplativa, tan enraizada en el carisma dominicano, nos ayudará a sabernos sarmientos fecundos regados por la savia del Amor del Padre y en comunión profunda con Jesús.

¿Cómo cultivamos en nuestra vida la relación con Jesús?

Es un camino que no se tiene ya hecho, sino que se transita por él y se va haciendo poco a poco. Para eso, Señor ¡contamos contigo!

Hna. Mariví Sánchez Urrutia
Congregación de Dominicas de La Anunciata

Evangelio del día

Evangelio del martes 2 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 22-30

Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:
«¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente».
Jesús les respondió:
«Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».

Reflexión del Evangelio de hoy

La mano de Dios estaba con ellos

En la primera lectura vemos cómo los primeros cristianos se van a otras ciudades a predicar el Evangelio. Cabe resaltar la obra de Dios en medio de los apóstoles, “como la mano de Dios estaba con ellos, gran número creyó y se convirtió al Señor”.El Señor es quien abre el corazón y el oído de los que no conocen la Buena Noticia para acoger a Cristo. La acción de la Gracia de Dios es lo que a los primeros cristianos y también a nosotros hoy, nos impulsa a anunciar a Cristo y lo que hace que los demás se acerquen al Señor.

Esto no puede sino producir auténtica alegría como le pasó a Bernabé: “se alegró mucho”.Y es que el anuncio y la acogida del Evangelio trae consigo una alegría que no pasa, una alegría que resucita y saca del abismo al que ha caído en la desesperanza o en el sin sentido de la vida. Bernabé “exhortó a todos a seguir unidos al Señor con todo empeño”,esta es la clave para que los cristianos podamos llevar la Buena Noticia a todos, estar unidos al Señor con todo empeño porque es desde esta experiencia relacional con Dios como podemos hablar de la vida eterna, del paso del Señor por nuestra vida. Podemos ver que el anuncio de la Palabra nunca se hace de manera aislada, es con los hermanos como podemos mostrar al mundo el amor de Cristo. Como dice el salmista en el salmo de hoy “El Altísimo en persona la ha fundado”, es decir, es Dios quien funda su Iglesia, es Dios quien capacita a los apóstoles para ir y anunciar a Cristo, por eso, hemos de fiarnos de Él, de su acción misericordiosa sobre cada uno de nosotros, esto es lo que nos hace verdaderamente hijos de Dios.

Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco

En el Evangelio vemos cómo los judíos estaban ansiosos por saber si Jesús era el Mesías, el que ellos esperaban. Por eso, le piden a Jesús: “dínoslo francamente”,sin embargo, aunque Jesús lo repita una y otra vez, los judíos no lo creen, porque ellos esperaban un Mesías acorde a sus pensamientos, un Mesías lleno de poder, guerrero, dispuesto a la lucha…pero Cristo se presenta como el Buen Pastor. Y un pastor no usa las armas para defender su rebaño, no utiliza la violencia para manifestar su poder.

Un Buen Pastor es aquél que conoce bien a sus ovejas y porque éstas le conocen, lo siguen y le aman. Jesús actúa siempre en nombre del Padre, sabe que todo es obra de Aquél que lo ha a enviado, y que Él ha venido al mundo para salvar su rebaño atrayéndolos de nuevo a Dios, a sanar las heridas y buscar a las perdidas. Jesús asegura que quien le sigue tendrá la vida eterna y que nunca será arrebatado de su lado, esto es una gran alegría para nosotros, que seguimos al Señor. Tantas veces nos confundimos y pensamos que hemos de ser perfectos y buenos para ganar la vida eterna, ¡nada de eso! Jesús ya nos ha regalado el Cielo, nosotros sólo hemos de escuchar su voz y seguirle.

Las cosas del mundo, el pecado, los ruidos sordos de una sociedad alejada de Dios, nos pueden impedir escuchar bien la voz de este Buen Pastor, pero no hemos de tener miedo, basta con que tengamos el corazón dispuesto y el oído abierto a su Palabra, como hemos visto en la primera lectura con los primeros cristianos, basta que dejemos a Jesús limpiar nuestro barro, que sana y venda nuestras heridas para hacernos felices y saber que la vida eterna, el Cielo, no es algo lejano o abierto sólo para algunos. Hoy Jesús viene a ti, a rescatarte y llevarte de nuevo al redil, no temas. Hoy empieza el Cielo para ti.

Sor Mihaela María Rodríguez Vera O.P.
Monasterio de Santa Ana de Murcia