Evangelio del día

Evangelio del viernes 10 de noviembre de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 16,1-8

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:
«Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo:
“¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás seguir administrando”.
El administrador se puso a decir para sí:
“¿Qué voy a hacer, pues mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa”.
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero:
“¿Cuánto debes a mi amo?”.
Este respondió:
“Cien barriles de aceite».
Él le dijo:
«Toma tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta”.
Luego dijo a otro:
“Y tú, ¿cuánto debes?”.
Él dijo:
“Cien fanegas de trigo”.
Le dice:
“Toma tu recibo y escribe ochenta”.
Y el amo alabó al administrador injusto, porque había actuado con astucia. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz».

Reflexión del Evangelio de hoy
Con mis palabras y acciones

En la primera lectura del día podemos escuchar a San Pablo enviándonos a predicar en espacios abiertos, en las fronteras. Él nos dice que para «no construir sobre cimiento ajeno» sino para anunciar a Cristo entre los que no han escuchado nunca su nombre, para que vean y comprendan. Y no solo a través de sabias palabras sino en un sincero ejercicio de transparencia, mostrando su obra: la que realiza en cada uno de nosotros, los que declaramos seguirle o intentamos hacerlo.

Para mostrar el tesoro que llevamos dentro, hemos de realizar una dieta de adelgazamiento, dieta que no está pautada por ningún nutricionista, sino que encontramos muy bien explicada en las obras de misericordia. No se trata de dejar de comer o de comer ciertos alimentos sino de «dar de comer al que tiene hambre», no se trata de engañar a nuestro estómago bebiendo mucha agua sino de ofrecer un vaso de agua fresca «al que tiene sed», no se trata de ejercitar nuestro cuerpo con largas caminatas sino de «acoger» al que llega de muy lejos y permitirle descansar entre nosotros.

Al escuchar, consolar y cuidar a otros que lo necesitan más, mostramos nuestro tesoro, y ese bendito descuido sobre nosotros mismos nos desinfla el ego y aligera la vida al vaciarla de inútiles preocupaciones que nos llenan de ansiedad y de colesterol, del malo, además.

Hijos de la Luz

El evangelio de hoy se comenta solo.

Pues sí, parece que son otros los que practican la misericordia, los que perdonan las infracciones, los que acogen al extranjero y le hospedan, mientras miramos recelosos a quienes nos han tomado la delantera y afeamos como podemos su conducta, intentando desvelar sus aviesas intenciones acomodados delante del televisor, buscando la paja en el ojo ajeno.

Aunque también vemos un luminoso testimonio de vida y compromiso con los pobres desde el faro de la Iglesia de Cristo.

Pidamos, para el Papa Francisco, la fuerza del Espíritu de Dios.

Dña. Micaela Bunes Portillo OP
Fraternidad Laical de Santo Domingo de Murcia


Evangelio del día

Evangelio del jueves 9 de noviembre de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Juan 2, 13-22

Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:
«Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre».
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito:
«El celo de tu casa me devora».
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:
«¿Qué signos nos muestras para obrar así?».
Jesús contestó:
«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré».
Los judíos replicaron:
«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?».
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

Reflexión del Evangelio de hoy
Cuando las palabras no alcanzan

Que insuficientes son las palabras cuando queremos expresar las cosas profundas y significativas de la vida, las realidades que nos trascienden y nos ayudan a salir de nosotros mismos. ¿Cómo podremos describir un paisaje o momento significativo? ¿Qué palabras serán apropiadas para expresar lo que significa la realidad del amor? Por eso necesitamos del lenguaje simbólico que por medio de los sentidos nos permitan captar lo que queremos expresar.

El profeta Ezequiel nos brinda una imagen hermosa sobre lo que significa la presencia y acción de Dios en nuestra vida. Utiliza la imagen del agua que mana del templo. Es un agua que da vida y sanea la realidad que toca. Un agua que sale rumbo a la zona más árida generando fecundidad y fuerza. A su paso la vida se abre camino.

Frente a tantas realidades que provocan aridez, desamor y muerte, tomar en serio el proyecto de Dios es generar vida, propiciar fecundidad, trabajar por la justicia.

La fuerza del gesto de Jesús

Celebramos hoy la dedicación de la Basílica de san Juan de Letrán, Iglesia madre de Roma; Este templo se transforma de símbolo de encuentro con Dios y misión de la Iglesia. Por esto es apropiado recordar gesto profético que Jesús realizó en el templo de Jerusalén. Con aquel signo, Jesús hace tomar conciencia cual es el verdadero culto que Dios espera de nosotros. El templo había perdido su significación y era expresión de otros intereses. El verdadero templo es la persona de Jesús. El Papa Benedicto lo expresaba así: « El Señor Jesús es la piedra que soporta el peso del mundo, que mantiene la cohesión de la Iglesia y que recoge en unidad final todas las conquistas de la humanidad. En Él tenemos la Palabra y la presencia de Dios, y de Él recibe la Iglesia su vida, su doctrina y su misión. La Iglesia no tiene consistencia por sí misma; está llamada a ser signo e instrumento  de Cristo, en pura docilidad a su autoridad y en total servicio a su mandato. »

Celebrar la dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán nos brinda la posibilidad de renovar nuestro compromiso con el proyecto de Amor que Dios manifestado en Jesús.


Evangelio del día

Evangelio del miércoles 8 de noviembre de 2023

Padre Pedro Brassesco

Reflexión del Evangelio de hoy

A nadie le debáis nada, más que amor

En este breve texto de la carta a los Romanos, Pablo va a presentarnos una síntesis sobre el tema del amor. El inicio del versículo nos invita a analizar nuestra propia vida, nuestro tejido de relaciones cotidianas y comunitarias, y a preguntarnos cómo va nuestro amor con respecto a ellas. La recomendación, “a nadie le debáis nada, más que amor” (v. 8), es una expresión típica en el lenguaje helenista. En este contexto, hace referencia al amor al prójimo. La única deuda que cada uno de nosotros debe tener con los demás es el amor mutuo. Un amor libre que nos libera porque hunde sus raíces en el amor incondicional y gratuito de Dios.

En el fondo, el amor mutuo es una manera de cumplir toda la Ley, algo que el creyente puede hacer, porque ha sido capacitado para ello por el Espíritu. Para el apóstol, como buen judío, todos los preceptos de la Ley se resumen y llegan a su plenitud en el del amor. El texto recoge el testimonio de Lv 19,18, que, según Pablo, resume el núcleo fundamental de los mandamientos, que encontramos en Ex 20,13-17 y Dt 5,17-21.

En este texto, el apóstol ha citado solo cuatro mandamientos de la segunda tabla del Decálogo, que el judaísmo helenista utilizaba para fines catequéticos y para instruir inicialmente a los paganos. Pablo los cita como ejemplos, por eso añade: “y cualquier otro mandamiento que haya”. Más bien lo que se propone es dar una clave hermenéutica que permita discernir cuál es la voluntad de Dios en caso de conflicto de valores. Amar a los otros “como a uno mismo” resulta fácil de comprender, aunque no siempre de cumplir. Significa convertir al otro en prójimo, próximo a mí, y nos toma el pulso acerca de cómo va nuestro amor hacia los demás.

Si alguno se viene conmigo…

En el evangelio de hoy, Lucas vuelve a insistir sobre el tema del seguimiento de Jesús, no solo dirigido a sus discípulos, sino a toda la gente que lo acompaña.  El evangelista ha situado esta escena en el camino. Nos es la primera vez que los evangelistas indican que a Jesús le seguía una multitud de personas. Y es precisamente a ellas a las que les va a dirigir estás palabras que hablan de opción, de responsabilidad, de tomar decisiones que no siempre son fáciles, pero dónde uno encuentra el camino de la felicidad: “Si alguno viene a mí y no pospone a…”. Jesús no está hablando de dejar a la familia sino de las exigencias del seguimiento cuando existen conflictos de valores. Quién se decide a caminar con Jesús debe aceptar, unas renuncias, unas separaciones de personas queridas en función de su tarea evangelizadora. Ser discípulo implica incluso la renuncia a sí mismo, para poder asumir el proyecto de Jesús de Nazaret que le llevará a cargar con la propia cruz, lo que significa estar dispuesto a dar la vida si es necesario. Para ello el discípulo ha de reconocer quién es Jesús y optar por seguirle en ese proyecto de salvación para toda la humanidad.

Dos parábolas nos enseñan que hay que calcular las posibilidades que tienen las personas a la luz de los medios que dispone. La primera de ellas nos habla de si uno quiere edificar una torre de cierta envergadura, debe tomarse su tiempo para la reflexión y antes de emprender la obra debe calcular sus posibilidades y riesgos, a fin de finalizar lo comenzado. El fracaso llevará emparejada la burla y el descrédito. La aplicación es clara: para ser discípulo de Jesús hay que reflexionar y medir las propias fuerzas. El entusiasmo inicial no basta, nos dirá Lucas en repetidas ocasiones, para afrontar las dificultades de la misión y aceptar la renuncia a todos los bienes materiales.

En la segunda parábola resulta llamativa que la invitación a reflexionar sobre si uno se ve con fuerzas para seguir a Jesús se ejemplarice con una acción bélica, muy común en el contexto social de la época.

Los dos ejemplos reciben en Lucas una enseñanza concreta en el último versículo del texto: la renuncia a todos los bienes para ser discípulo de Jesús.  Podemos pensar que el evangelista no está señalando tanto las condiciones para ser discípulo, como describiendo lo que en realidad le sucede a un discípulo al que el seguimiento fiel al Maestro le supone en ocasiones renuncia, reflexión y discernimiento. ¿Cómo es mi seguimiento al Señor? ¿Estoy dispuesto/a a asumir las renuncias que trae consigo?

Hna. Carmen Román Martínez O.P.
Congregación de Santo Domingo


Evangelio del día

Evangelio del martes 7 de noviembre de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Lucas 14, 15-24

En aquel tiempo, uno de los comensales dijo a Jesús:
«Bienaventurado el que coma en el reino de Dios!».
Jesús le contestó:
«Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó a su criado a avisar a los convidados:
“Venid, que ya está preparado”.
Pero todos a una empezaron a excusarse.
El primero le dijo:
“He comprado un campo y necesito ir a verlo. Dispénsame, por favor”.
Otro dijo:
“He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor”.
Otro dijo:
“Me acabo de casar y, por ello, no puedo ir”.
El criado volvió a contárselo a su señor. Entonces el dueño de casa, indignado, dijo a su criado:
“Sal aprisa a las plazas y calles de la ciudad y tráete aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos”.
El criado dijo:
“Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía queda sitio”.
Entonces el señor dijo al criado:
“Sal por los caminos y senderos, e insísteles hasta que entren y se llene mi casa.
Y os digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete”».

Reflexión del Evangelio de hoy
Siendo muchos, formamos un solo Cuerpo

Hoy celebramos la festividad de todos los Santos de la Orden de Predicadores, y en esta lectura vemos un claro ejemplo de lo que fueron nuestros hermanos que nos han precedido en fe, y que son hoy para nosotros un ejemplo de cómo hemos de vivir la vocación, la santidad a la que Dios nos llama.

Como bien dice san Pablo, “siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo”. Es esto la Iglesia de la que somos parte, todos los miembros nos sentimos hermanos en una misma fe, miembros de Aquél que es la Cabeza: Jesucristo; y cada uno, desde el don que le ha sido dado.

 A todos nosotros, el Señor nos ha regalado un don, una perla preciosa que no es para guardarla sin más en nuestro interior, es para el servicio, llamados siempre a proclamar el Reino de Dios allí donde estemos, sin miedo “con la alegría de la esperanza, constantes en la tribulación, perseverantes en la oración”. Alegría, esperanza, constancia, oración, profecía, ministerio…características que también los santos de nuestra Orden vivieron, y por todo ello se han convertido en grandes intercesores, verdaderos testimonios de entrega y fidelidad al don recibido, a la Palabra de Dios.

Ánimo, no tengamos temor a entregar la vida, no trabajemos sólo por el fruto de nuestra misión, sino por sembrar a tiempo y a destiempo su Palabra, alegres y confiados de que es Dios quien hace germinar, crecer y dar fruto en aquellos a los que llama para seguirle.

Dichoso el que puede comer en el Reino de Dios

En este Evangelio vemos la parábola de los invitados al banquete, que ponen excusas cuando el Señor los invita a su casa. Leemos al comienzo de esta Palabra: “dichoso el que puede comer en el Reino de Dios”, ¿qué significa esto realmente? No se trata únicamente de estar en la presencia de Dios, sino haber participado ya en esta vida terrena de la vida del Señor, de su Pasión y de su Resurrección, habiendo sido testigos de su Reino en este mundo, para participar plenamente de su gloria en el Cielo.

Cuando invitamos a alguien a nuestra casa, lo hacemos porque conocemos al invitado y compartimos con esa persona algo de nuestra propia vida, ¡con cuánta más razón no participar de las cosas de Dios, que es nuestro Creador y Redentor! Pero en ocasiones podemos ser como esos invitados que ponen excusas para no ir a la casa del Señor, cuando vivimos la oscuridad de la fe, cuando a veces no comprendemos las cosas que nos pasan…ponemos excusas, preferimos guardar nuestras pocas seguridades, lo ya conocido, antes de lanzarnos a la misión y confiar en los planes de Dios.

Es justo lo contrario que hacen los pobres de la parábola, que no se defienden ni se excusan porque son libres, las precariedades los han hecho desprendidos de la tierra, anhelantes de los bienes del Cielo; por eso no dudan en aceptar la invitación del Señor y dejar que Él actúe en sus vidas.

El Señor continúa hoy saliendo a los caminos para invitarnos al banquete de su Reino, quiere llenar su casa de hijos fieles y confiados en su Palabra y en su Misericordia. ¿Qué tipos de invitados somos nosotros? No pongamos excusas, seamos cristianos valientes, seguidores de Cristo, abandonados por completo a los designios de Dios, como lo estuvieron nuestros Santos. No tengamos miedo. Dios nos quiere santos y felices.

Sor Mihaela María Rodríguez Vera O.P.
Monasterio de Santa Ana de Murcia


Evangelio del día

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Lucas 14,12-14

En aquel tiempo, Jesús dijo a uno a de los principales fariseos que lo había invitado:
«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos».

Reflexión del Evangelio de hoy

¡Qué abismo de generosidad!

Es verdad, no tenemos más que acercarnos a la historia del pueblo judío y a la historia del pueblo o comunidad de seguidores de Jesús, que es la iglesia, para reconocer las palabras de san Pablo: “¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos!”. Yahvé, ya en el Antiguo Testamento, hizo una alianza con el pueblo judío: “Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo”. Pero el pueblo judío no fue fiel a esta alianza: “vosotros en otro tiempo desobedecisteis a Dios”. Aunque Yahvé mantuvo siempre la puerta abierta, su alianza al pueblo judío. Y también los gentiles desobedecieron a Yahvé. ¿Qué hizo Dios ante estas desobediencias? “Dios nos encerró a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos”. La actuación de Dios nos desborda y nos alegra… “¿quién conoció la mente del Señor?”.

Pero una cosa nos ha dejado clara el proceder de Dios con el pueblo judío y con todos nosotros. Su gran amor hacia todos nosotros, “el abismo de su generosidad”. Al relacionarnos con Dios, y aunque no le entendamos en muchos puntos, una cosa hemos de tener clara: su apasionado amor hacia nosotros… algo que nos debe proporcionar una enorme paz, una enorme alegría y un profundo agradecimiento.  

El amor no sabe de matemáticas

En el reino de Dios, en el evangelio de Jesús, en la manera que nos indica cómo hemos de vivir, nunca entran las matemáticas, nunca entra el cálculo… te doy si luego tú me dar, te invito si luego tú me invitas, te amo si luego tú me amas…

Entre nosotros, todo empezó cuando Jesús salió a nuestro encuentro, nos sedujo  y nos invitó a seguirle y  vivir con él y como él: “Ven y sígueme”. Y Jesús en su entrega a nosotros nunca empleó las matemáticas. Su amor, su entrega siempre es desbordante… porque como es Dios y es amor, no sabe más que amar. Cada cristiano hemos experimentado lo de San Pablo: “Cristo me amó y se entregó por mí”. Y es capaz de adentrase en nuestro corazón para que podamos decir: “ya no soy yo quien vive es Cristo quien vive en mí”…. Ya no soy yo quien ama es Cristo quien ama en mí. Nos regala su amor para que amemos no solo con nuestra fuerza amatoria sino con su mismo amor.

Y todos nuestros actos quieren ser como lo suyos, actos de amor dirigidos a nuestros hermanos, pero no para que nos lo paguen, sino porque nos brotan de nuestra entraña, de nuestro corazón.

“Amor con amor se paga”, que es algo que podemos aplicar a Dios y a su hijo Jesús. Nuestro amor a los demás, a nuestros invitados, tendrá de entrada la mejor paga posible. Nuestro Dios nos lo pagará con su amor. Un amor que en esta tierra nos hará vivir con sentido, con esperanza… y un amor que después de nuestra muerte se va a desbordar y nos lo pagará con la resurrección a una vida de total amor, de total felicidad y para siempre.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)


Evangelio del día

Evangelio del domingo 5 de noviembre de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Mateo 23, 1-12

En aquel tiempo, habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo:

«En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen. Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.

Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame “rabbí”.

Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “rabbí”, porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos.

Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.

No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.

El primero entre vosotros será vuestro servidor.

El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

Comentario Biblico

Reflexion del evangelio de hoy.

El evangelio de hoy refleja claramente las actitudes de Jesús con los dirigentes que le acusaron y le llevaron al juicio condenatorio. Las controversias que han precedido en Jerusalén han puesto de manifiesto la separación, el abismo diríamos, entre la concepción religiosa de los escribas, sacerdotes y dirigentes y la del profeta de Nazaret. Pero en el caso del evangelio de Mateo, este conjunto que hoy se lee en la liturgia, adquiere, si cabe, tonos más controvertidos que lo que se ha transmitido en Mc 12,38-40 y Lc 20,45-47. Se han ampliado las acusaciones, cuando precisamente el evangelio de Mateo tiene un origen mucho más judío que los otros.

Está claro, pues, que en el seno de esta comunidad mateana se ha consumado la ruptura entre comunidad cristiana y sinagoga; ya no hay esperanza para rescatar el rabinismo de la opción por Jesús, por su evangelio y por la religión que había defendido con su vida, como se había pretendido en los orígenes de este grupo cristiano de Mateo. Es verdad que este en un tema complejo desde el punto de vista histórico sobre las relaciones entre judaísmo y cristianismo que todavía exige investigaciones más concretas y determinantes. En todo caso, el evangelista también tiene en cuenta a su comunidad, o a algunos de esa comunidad que vuelven a caer en el error del “judaísmo” al poner pesadas cargas sobre las conciencias de los otros, mientras ellos no mueven un dedo. Esto es muy probable y siempre ha sucedido en las instituciones humanas y religiosas.

En la historia de la Iglesia, en la lucha por la libertad, por otra parte, podíamos sentir esta misma acusación, ya que el comportamiento y el formalismo con que a veces vivimos y actuamos no deja lugar a la inspiración profética, a la religión carismática, a la acción del Espíritu. Esta es la lección más clara del evangelio de este día. ¿Qué quiere decir esto? Pues que la Iglesia no se fundamenta, en su esencia, exclusivamente en una estructura jurídica como algunos pretenden. Más importante que esto último le pertenece al pueblo de Dios ser una comunidad carismática: es decir, aquella que es conducida primera y principalmente por el Espíritu de Dios y de Jesucristo. Eso no implica que se pueda desconocer el papel que el “Magisterio” tiene como servicio de este proyecto espiritual; el v. 11 de nuestro texto lo deja bien claro: «el mayor entre vosotros será vuestro servidor». De esa manera, pues, todos los cristianos, cada uno en particular, en la Iglesia, en razón de su libertad personal que nunca se puede perder, están llamados a contribuir a la edificación del Pueblo de Dios, de la comunidad de salvación, según la llamada que reciba del Espíritu.

Jesús le ha dejado a los suyos, no un mensaje jurídico, sino la buena noticia del evangelio de la salvación. La interpretación del mismo en las nuevas situaciones de la vida y de la historia no puede hacerse como los “escribas y fariseos” que cerraron a cal y canto el acceso al mensaje de los profetas. Jesús se juega su vida precisamente contra esta situación. Esto es históricamente cierto. Es verdad que en el texto del evangelio de hoy se refleja la disputa concreta de la comunidad de Mateo con el judaísmo oficial que le lleva a una ruptura definitiva. Pero la comunidad cristiana debe estar vigilante para que en la “cátedra del evangelio” estén lo que “sirven” a la libertad del Espíritu y de la salvación de Dios y no vuelva a ser la “cátedra de Moisés” que, sin duda, ha sido superada por el evangelio de Jesucristo..


Evangelio del día

Evangelio del viernes 3 de noviembre de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Lucas 14,1-6

En sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer y ellos lo estaban espiando. Había allí, delante de él, un hombre enfermo de hidropesía, y tomando la palabra, dijo a los maestros de la ley y a los fariseos:
«¿Es lícito curar los sábados, o no?».
Ellos se quedaron callados.
Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió.
Y a ellos les dijo:
«¿A quién de vosotros se le cae al pozo el asno o el buey y no lo saca enseguida en día de sábado?».
Y no pudieron replicar a esto.

Reflexión del Evangelio de hoy
Pena y dolor

A la luz de Dios y al compás de su vida misionera, Pablo reflexiona sobre los acontecimientos de la Historia, él es judío de nacimiento y como tal ha sido educado. Pero desde que Cristo se le manifestó como el cumplimiento o sí total de Dios a las promesas hechas a los padres, se consagró por completo a llevar a cabo su misión.

El “anatema” o “proscrito” quedaba excluido entre los judíos de la sinagoga y entre los cristianos de la misma comunidad.

La proscripción en el Antiguo Testamento llevaba consigo la destrucción total de los enemigos y de sus bienes, los cuales eran inmolados a Yahvé. En el Nuevo Testamento era una maldición tan grave, que implicaba la separación de la comunidad, el lugar donde actúa el Espíritu de vida.

Con gran paciencia y no menor valentía Pablo explicó a los cristianos “judaizantes” (cristianos de origen judío, que querían imponer a todos la Ley de Moisés), la necesidad de establecer la unidad del Pueblo de Dios en la fe en Jesucristo, como cumplimiento de las promesas de Dios a su pueblo, y no sobre la práctica de la religión histórica de Israel. Con todo, los “judaizantes” no acabaron de asimilar esta enseñanza, al contrario, promovieron persecuciones y levantaban calumnias, por los lugares donde pasaba Pablo.

Finalmente, el Apóstol comprueba, afligido, que sus hermanos de raza y religión, el pueblo elegido, rechazan a Dios, manifestado en Jesús y prolongado en su Iglesia.

¿No es este un hecho desconcertante?

¿No le afecta al Apóstol de una manera vital?

¿Cómo seguir anunciando a los hombres que Dios salva, cuando el pueblo escogido por Él, resulta de hecho, excluido de la salvación?

Al leer con tranquilidad esta carta de San Pablo, nos pueden surgir muchas más preguntas y respuestas, querido lector, le invito a profundizar en ellas.

¿Es lícito curar los sábados o no?

En esta escena del evangelio de San Lucas se pone nuevamente de manifiesto otro enfrentamiento entre los fariseos y Jesús.

En esta ocasión Jesús fue a comer a casa de uno de los jefes de los fariseos y había un hombre que sufría una enfermedad que produce mucha hinchazón por la atípica acumulación de líquido en tejidos y cavidades.

Jesús se dirigió a los fariseos con un par de preguntas a las que no dieron respuesta. “¿Es lícito curar en sábado o no? y si se les cae un hijo o un buey a un pozo en sábado ¿no lo sacan al momento?”.

Jesús sabe lo que piensan sus enemigos y pone en claro el sentido profundo de toda ley: obrar el bien. ¿Cuántas veces una interpretación literal de la ley nos ha llevado a omitir el bien que estaba en nuestras manos realizar?

San Lucas en diferentes pasajes del Evangelio ha hecho desfilar ante nuestros ojos diversos tipos de respuestas al misterio que encierra la persona de Jesús de Nazaret. Para los discípulos Jesús es su razón de ser; lo abandonan todo y le siguen. Quedan transformados por su Palabra. Para los enfermos, los excluidos de la sociedad y desamparados, Jesús es su esperanza. Corren hacia Él, se maravillan de su Palabra y le escuchan con fervor.

En cambio para los jefes y los sabios, Jesús resultaba un enemigo. Más aún, un blasfemo, ya que atacaba la ley, subvierte el orden divino y la distinción de buenos y malos con la predicación de que el Reino de Dios llega como gracia y perdón y no como juicio. La reacción es el odio y la oposición abierta.

Queda por clasificar nuestra conducta, ¿en qué grupo nos colocamos?

¿Jesús es tu razón de ser y tu esperanza?

¿Por qué?

Dña. Montserrat Palet Dalmases
Fraternidad Laical de Santo Domingo (Barcelona)


Evangelio del día

Evangelio del jueves 2 de noviembre de 2023

Padre Pedro Brassesco

Lectura del santo Evangelio según San Mateo
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando
venga el Hijo del hombre, rodeado de su gloria,
acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su
trono de gloria. Entonces serán congregadas ante él
todas las naciones, y él apartará a los unos de los
otros, como aparta el pastor a las ovejas de los
cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha y a los
cabritos a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha: ‘Vengan,
benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino
preparado para ustedes desde la creación del mundo;
porque estuve hambriento y me dieron de comer,
sediento y me dieron de beber, era forastero y me
hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y
me visitaron, encarcelado y fueron a verme.’ Los justos
le contestarán entonces: ‘Señor, ¿cuándo te vimos
hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos
de beber? ¿Cuándo te vimos de forastero y te
hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te
vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?’ Y el
rey les dirá: ‘Yo les aseguro que, cuando lo hicieron
con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo
hicieron’.
Entonces dirá también a los de la izquierda:
‘Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno,
preparado para el diablo y sus ángeles; porque estuve
hambriento y no me dieron de comer, sediento y no
me dieron de beber, era forastero y no me hospedaron,
estuve desnudo y no me vistieron, enfermo y
encarcelado y no me visitaron’.
Entonces ellos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te
vimos hambriento o sediento, de forastero o desnudo,
enfermo o encarcelado y no te asistimos?’ Y él les
replicará: ‘Yo les aseguro que, cuando no lo hicieron
con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo
hicieron conmigo’. Entonces irán éstos al castigo
eterno y los justos a la vida eterna”.


Evangelio del día

Evangelio del lunes 30 de octubre de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Lucas 13,10-17

Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga.
Había una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y estaba encorvada, sin poderse enderezar de ningún modo.
Al verla, Jesús la llamó y le dijo:
«Mujer, quedas libre de tu enfermedad».
Le impuso las manos, y enseguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios.
Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, se puso a decir a la gente:
«Hay seis días para trabajar; venid, pues, a que os curen en esos días y no en sábado».
Pero el Señor le respondió y dijo:
«Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata en sábado su buey o su burro del pesebre, y los lleva a abrevar?
Y a esta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no era necesario soltarla de tal ligadura en día de sábado?».
Al decir estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba por todas las maravillas que hacía.

¿No había que soltarla en sábado?

De nuevo en este evangelio aparece la cuestión del sábado. Bien sabemos la importancia del sábado para los judíos. Era un día especial para dedicarlo por entero al Señor y, por eso, tenía numerosas prohibiciones, no se podían hacer muchas cosas, que estaban permitidas el resto de días de la semana, para no distraer la glorificación de Dios.

Pero Jesús, a propósito del sábado, afirma que no puede hacer ninguna ley que prohíba hacer el bien a cualquier persona humana. El bien de un hombre, el curar a una persona de su enfermedad está por encima de cualquier prohibición sabática. Amar al hombre es amar y glorificar a Dios.

El jefe de la sinagoga no entendía la acción curativa de Jesús en sábado, afirmando que ya tenían el resto de la semana para hacer curaciones. A lo que Jesús, con su habitual agudeza, le responde: “Hipócritas: cualquiera de vosotros ¿no desata del pesebre al buey o al burro, y lo lleva a abrevar, aunque sea en sábado?”. Pues también a esta persona se la puede desatar de su mal en sábado.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)


Evangelio del día

Evangelio del martes 24 de octubre de 2023

Padre Pedro Brassesco

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 35-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan,a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo.
Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos».

Reflexión del Evangelio de hoy

Cuánto más se multiplicó el pecado más abundó la gracia

Este texto nos habla del pecado original. Hoy en día hay mucha gente que no saben lo que es el pecado, es una palabra que está desapareciendo de nuestra sociedad, fuera del ámbito de la Iglesia. La palabra “pecado” a muchos le suena a chino y lo que desconocen es que la raíz y la causa de todas sus amarguras, tristezas e insatisfacciones les viene de su pecado. Muchas personas hoy en día se cuestionan por qué existe el mal en el mundo, precisamente el pecado es la causa, la mayoría de las veces. Es el ser humano el causante de las injusticias, del mal y de la muerte y no Dios, como algunos piensan. Dios nos creó para vivir bien y ser felices, pero nosotros echamos por tierra el plan de Dios, como vemos en esta lectura en la persona de Adán. Todos, en nuestra libertad, podemos dar la espalda a Dios y destruir su proyecto de amor para con cada uno de nosotros.

Dios nos da la posibilidad de vivir y ser felices, siguiendo su plan de salvación. El gran error de muchos hoy en día es pensar que podemos darnos a nosotros mismos la felicidad plena, la vida eterna, la salvación. Y no es así, es Dios quien nos da la vida eterna a través de su Hijo Jesucristo, a nosotros nos toca mantenerla escuchando su Palabra, haciendo su voluntad, orando, etc…

Los cristianos estamos llamados a anunciar a todos la salvación, la vida nueva que nos trae Cristo, el amor que Dios nos ha tenido, enviando a su Hijo Único a dar su vida por todos sin excepción alguna.  Ésta es la gran misión de la Iglesia: evangelizar, anunciar que la muerte ha sido vencida, ha sido destruida en la Cruz, que ya no tiene ningún poder sobre nosotros. Si un día entró la muerte en el mundo por la desobediencia de Adán, ésta ha sido destruida por la obediencia y fidelidad de Cristo a la voluntad de su Padre, como dice el Apóstol: “La fidelidad de Cristo es salvación y fuente de vida”

No olvidemos que Cristo venció al pecado y a la muerte con su adhesión a la voluntad de Dios, de igual modo nuestra relación de obediencia a Dios tiene que desprender salvación y gracia para los demás.

Señor, concédenos ser testigos fieles de tu gracia y Resurrección para gloria tuya y salvación de todos tus hijos.

Dichosos los criados a quienes el amo encuentre vigilantes cuando llegue

Este evangelio contiene una advertencia, una bienaventuranza y una promesa. La advertencia tiene que ver con la vigilancia, Cristo nos invita a estar expectantes, con la actitud de quien tiene las lámparas encendidas esperando la venida de alguien. También vemos la bienaventuranza al criado que a la vuelta del amo está vigilante, pues no sabemos a qué hora volverá el amo; si esto se cumple, Cristo hace la gran promesa a quien es fiel, nos lo expresa el evangelista diciendo: “Os aseguro que se ceñirá la cintura, los hará sentarse a la mesa y se pondrá a servirlos” Imagen que nos recuerda a la Última Cena.

Nosotros debemos estar igual que el criado que siempre está preparado para la llegada de su señor. Somos ciudadanos del Cielo y hemos de estar preparados para el encuentro con Cristo, no sabemos ni el día ni ha hora en que nuestro Señor Jesucristo volverá. Tal vez deberíamos preguntarnos: “Si viniera Cristo ahora, ¿estaríamos preparados? ¿Nos encontraría con las lámparas encendidas o en otros asuntos? Cristo nos invita a no dejar que nos invada la tibieza, la cual nos deja el corazón vacío de Dios y corremos el peligro de llenarlo de otras cosas que no son de Dios. Estamos llamados más bien a mantenernos fieles y obedientes a lo que el Señor dice hasta que Él llegue. En definitiva, Cristo nos invita a ser siervos fieles porque, aunque no sabemos ni el día ni la hora en que volverá, sí que sabemos cuál es su voluntad.

Señor, no permitas que, por falta de vigilancia, otras cosas ocupen el lugar que sólo tú debes llenar. Enséñanos a mantener el alma libre para ti y el corazón dispuesto para cuando llegues. Amén.

MM. Dominicas
Monasterio de Santa Ana (Murcia)