Evangelio del día

Evangelio del miércoles 11 de enero de 2023

Padre Pedro Brassesco

 Si quieres, puedes limpiarme 

Lectura del santo evangelio según san Marcos 1,40-45

En aquel tiempo, se acerca a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
«Si quieres, puedes limpiarme».
Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo:
«Quiero: queda limpio».
La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente:
«No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio».
Pero cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes.

Reflexión del Evangelio de hoy

Constantes y perseverantes

La carta a los Hebreos nos sitúa ante una clara realidad. Nos pone ante la evidencia de que no es fácil perseverar siempre en el bien. El pueblo de Israel no superó la prueba del desierto, se olvidó de Dios, y se confió a otros ídolos de los que esperar obtener más. Se desvió del bien ante la prueba.

La comunidad a la que Pablo se dirige, está tentada por el cansancio, por un cierto desaliento. Se han olvidado ya del entusiasmo con que acogieron la Palabra de Dios. No viven con intensidad i orgullo el hecho de ser cristianos. Se contentan con lo que tienen, con seguir tirando, sin preocuparse en seguir avanzando en el camino de la salvación.

Luz y noche alternan el corazón. Cuando luce el sol todo se ve claro; en la noche no sucede igual. No cuentan sólo los hechos exteriores o notables que todos conocen; también cuentan pequeños detalles que sólo Dios conoce. Pero el corazón puede endurecerse, hacerse indiferente o frío. Sólo se salva el que persevera hasta el fin.

Provocar el amor

Un hombre desahuciado, herido por la lepra, era socialmente marginado y civilmente muerto. Su vida, una situación desesperada, un callejón sin salida: ni curación ni vida social. Se comprende así su actitud provocativa ante Jesús, poniéndose  de rodillas ante Él: “Si quieres, puedes limpiarme”.Y se comprende también la respuesta de Jesús: “Quiero”,y vete al sacerdote para que certifique la curación y ser reintegrado a la sociedad.

Cuando Jesús ordena al leproso presentarse al sacerdote le está indicando que debe caminar por la nueva vida mirando al futuro, y no olvidar las perspectivas del pasado. Y llama su atención pidiéndole silencio: “No se lo digas a nadie”.No quiere Jesús crear dos personajes famosos, sería una desviación de lo que nos conviene a cada uno de los que nos decimos salvados por Él.

Nosotros también corremos a veces cierto peligro de andar reclamando la atención del público, cuando la raíz de nuestra salvación y de la de los demás es continuar en la escucha de lo que Jesús nos vaya diciendo día a día.

Fr. Carlos Oloriz Larragueta O.P.
Casa Ntra.Sra. de los Ángeles (Vitoria)


Deja un comentario