Evangelio del día

Evangelio del lunes 8 de mayo de 2023

Padre Pedro Brassesco,

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 21-26

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; al que me ama será amado mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».
Le dijo Judas, no el Iscariote:
«Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?»
Respondió Jesús y le dijo:
«El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho».

Reflexión del Evangelio de hoy

“Nosotros somos mortales igual que vosotros”

En esta primera lectura, vemos la distinta acogida que tuvo la predicación del evangelio. En Iconio “empezaron a moverse con intención de maltratar y apedrear a Pablo y Bernabé”, que tuvieron que huir camino de Listra. Aquí la situación cambió por completo. Después de que Pablo curase a un lisiado, el gentío exclamó: “Dioses en figura de hombres han bajado a visitarnos”, y hasta querían ofrecerles un sacrifico de animales.

Una primera consideración: en cualquier momento histórico, el evangelio es recibido y es rechazado, en el siglo I y en el siglo XXI. Lección histórica que no podemos olvidar. Donde hay libertad humana, la aceptación y el rechazo siempre coexistirán.

Segunda consideración: el predicador de cualquier tiempo sabe bien que al que hay que predicar es a Dios y a su Hijo Jesucristo. Nunca predicarse a si mismo. Y si hay algún despistado, como ocurrió en Listra, que tomaron a Pablo y Bernabé por dioses, sacarles inmediatamente de su error. Dioses no hay más que uno. Los demás somos personas humanas, fuertes y débiles a la vez, y algunos, desde esa nuestra condición, somos cristianos que queremos vivir y difundir la buena noticia de Jesús, el Hijo de Dios. 

“Haremos morada en él”

Lo de Dios con nosotros es algo que supera los límites del amor. Aunque parece que el amor no tiene límites a la hora de amar.

Eso le sucede a nuestro Dios, que es Amor. No contento con crearnos como personas humanas, con inteligencia, voluntad, sentimientos, libertad… no contento con enviarnos hasta nosotros a su propio Hijo, Jesús de Nazaret, para enseñarnos el camino que conduce a la plenitud… no contento con regalarnos su propia vida divina y hacernos de verdad hijos suyos… es capaz de llamar a nuestra puerta, y, si le dejamos, instalarse en nuestro interior. “El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él”.

Pero si le dejamos que se instale en nuestro corazón no es para tenerlo ahí como una pieza decorativa en un museo. Es para escucharle, hablarle, dejar que guíe nuestra vida y, por supuesto, vivir con Él una historia de amor, la de unos hijos con su buen Padre.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)


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