Evangelio del día

Evangelio del viernes 11 de agosto de 2023

Padre Pedro Brassesco
Lectura del santo evangelio según san Mateo 16,24-28

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga.Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará.¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla?Porque el Hijo del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta.En verdad os digo que algunos de los aquí presentes no gustarán la muerte morirán hasta que vean al Hijo del hombre en su reino».

Reflexión del Evangelio de hoy

“La voz de Dios”

¿Ha habido algún pueblo, fuera de Israel, que haya oído la voz de Dios y haya podido sobrevivir a ello?La voz de Dios, poderosa ejecutora de sus órdenes, ha sido escuchada por unos pocos elegidos: Abrahán y su descendencia. Éste es ya un singular privilegio.Según la tradición israelita es imposible para un hombre, en su condición de débil criatura, ver el rostro de Dios y escuchar su voz y permanecer siguiendo vivo. Cuando en el Sinaí sonaba la voz divina en medio de truenos y relámpagos, el pueblo temblaba y se mantenía a distancia, y pidió a Moisés: “Háblanos tú y te escucharemos, pues si nos habla el Señor moriremos”.El Dios de Israel ha mostrado su valor y su poder. Ha difundido y rescatado a su pueblo. ¿Qué Dios hubiera hecho tanto por su pueblo? Palabras y hechos poderosos muestran a Israel cómo su Dios, poderoso por encima de todos los dioses, y lo ha elegido a él como pueblo y ha establecido con sus miembros una alianza. Un pacto que se basa en el reconocimiento de este Dios como único Señor del pueblo.En un momento histórico en que los israelitas estaban convencidos de la existencia de múltiples dioses, éste es un paso importante para terminar concluyendo en el pertinaz monoteísmo que caracterizará al judaísmo que renace de las cenizas del exilio babilónico.Consecuencia de esta incipiente creencia es la confesión de fe que encontramos en este texto: “Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón que Yahvé es el Dios allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra: y no hay otro”.En correspondencia con esta fe, el pueblo debe guardar sus mandamientos. No basta reconocer que hay un Dios, sino que, además, se ha de ser consecuente y coherente con esta fe. De ese modo, el pueblo de la alianza vivirá feliz en la tierra que Dios le entrega.

“El discípulo como el maestro”

Jesús acaba de anunciar un rasgo escandaloso de su misión. Ahora señala la actitud que debe tener el discípulo. En realidad la extiende a todos. “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”.Realmente el evangelio de hoy es complicado de poder seguirlo al pié de la letra, ya que implica sufrimiento y éste aparece sin que lo busquemos.En medio de la Sociedad en que vivimos en la que nadie quiere sufrir, que piensa solo en divertirse, y que la mayoría piensa y vive lo contrario de este pasaje del evangelio, los cristianos llevamos las cruces diarias con ánimo. Es imposible seguir a Jesús sin aceptar nuestras cruces. Jesús no nos permite cerrar los ojos frente a lo que nos crea dificultad, tenemos que seguir adelante y pedirle que nos ayude a superar o a vivir con esperanza estas piedras que encontramos en nuestro caminar diario.La conclusión de la condición para seguir a Jesús pone una nota de ánimo: El Reino vendrá. La comunidad primitiva conservó con cariño la tradición de este pasaje. Veía reflejado en él su propia situación de sufrimiento y persecución.Hoy tenemos que aprender a superar nuestro miedo a las complicaciones y malos ratos. La esperanza del Reino de Dios debe ser más fuerte que nuestra cómoda seguridad.¿Cómo vives tus cruces diarias? ¿Eres de las personas que siempre se quejan frente a los demás?

Dña. Montserrat Palet Dalmases
Fraternidad Laical de Santo Domingo (Barcelona)


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