Evangelio del domingo 23 de julio de 2023
Reflexiones
1ª) ¡El sembrador sembró cuidada semilla en el campo, la cizaña viene de otra parte!Un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Sin descender a todos los detalles el relato nos invita a considerar que hay distintos agentes que intervienen en la historia de los hombres. Cada uno realiza su misión y su tarea. El sembrador bueno siembra semilla escogida destinada a producir un fruto excelente. Frente al sembrador bueno, hay otro sembrador que siembra la cizaña. Las dos especies de semillas no pueden conducir al mismo destino ni producen el mismo fruto. El primero es de vida y el segundo es de muerte.La cizaña a que se refiere el relato tiene gran parecido con la caña de trigo. De tal manera que cuando las dos comienzan a brotar y crecen se parecen mucho. Sólo más tarde se puede percibir la diferencia entre las dos formas de cañas. Es necesario aceptar que en la existencia histórica de la humanidad ésta se encuentra sometida a dos principios contradictorios que intentan orientar sus pasos. El Dios bueno sólo siembra semilla buena. Y lo mismo hace su lugarteniente y plenipotenciario Jesús. De ellos sólo procede semilla que tiene como finalidad la producción de abundantes y benéficos frutos.Los hombres y mujeres de nuestro tiempo tienen la tentación de caer y sucumbir a un difuso determinismo. Los mensajeros no siempre hemos capaces de transmitir esta consoladora verdad. Hoy estamos urgidos a vivir en la convicción del sumo respeto de Dios por el hombre. Este puede elegir el camino del bien o del mal. El discípulo de Jesús necesita vivir en la convicción de las dos realidades y pedir al Espíritu que le conceda la acertada pedagogía para ser útil a los hombres que les rodean.
2ª) ¡El escándalo de la coexistencia de buenos y malos en la etapa actual del reino!Dejadlos crecer juntos hasta la siega… ¿De dónde procede el mal en el mundo? Un mal que alcanza con tanta fuerza al corazón del hombre. ¿Qué hacer con él? Tratar de hacerlo desaparecer, pero sin comprometer el bien. Se trata de una parábola, por tanto no hay que descender excesivamente a los detalles narrativos. La situación que el narrador de la parábola quiere inculcar en sus oyentes es que en el desarrollo de la historia, en el camino, los hombres se decantan por el bien o por el mal.Pero el hombre es algo más hondo, es importante para Dios. Y es necesario dejarlos coexistir. Siempre queda una esperanza de salvación. Y Dios, en Cristo Jesús, se manifiesta al mundo como el salvador universal que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. La impaciencia de los colaboradores en este proyecto podría comprometer el éxito feliz del plan de Dios. A vosotros no os toca el juicio, sino el cuidado de la siembra. Dios tiene asignada a cada uno su tarea.El peligro del excesivo celo es que arrastraría también el trigo. Esta imagen se entiende mejor si observamos cómo crece el trigo. Ha sido sembrado a voleo, pero las cañas de trigo nacen y crecen en manojos, de tal manera que si se arranca una se llevan consigo otras. La cizaña está en medio de esos manojitos de cañas. Cuando se intenta arrancarla se llevan tras de sí las cañas de trigo. La preservación del bien exige un cuidadoso trato del mal. Los hombres son los importantes para Dios.Esta visión que el creyente tiene del hombre, inspirado en la seguridad de que es imagen de Dios y destinado a ser su hijo en Cristo Jesús, debe proclamarla insistentemente. El Evangelio perfecciona al hombre, no lo destruye. La aceptación gozosa de esa realidad es el punto de encuentro de los hombres de nuestro tiempo y de los creyentes que conviven con ellos. Aunque es verdad que el creyente debe ser sagaz y astuto o sabio para discernir adecuadamente entre las dos realidades contrarias: el bien y el mal.
Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
(1937-2019)