Evangelio del viernes 9 de junio de 2023
Lectura del santo evangelio según san Marcos 12, 35-37
En aquel tiempo, mientras enseñaba en el templo, Jesús preguntó: “¿Cómo dicen los escribas que el Mesías es hijo de David? El mismo David, movido por el Espíritu Santo, dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies.” Si el mismo David lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?”. Una muchedumbre numerosa le escuchaba a gusto.
Reflexión del Evangelio de hoy
¡Demos gracias a Dios!
De sobra es conocida la historia de Tobías y como, con la ayuda del Arcángel Rafael, devolvió la vista a su padre. Yo quiero incidir en algo que me parece fundamental: las muestras de gratitud que Tobit (padre de Tobías) da al señor por el doble hecho del regreso de su hijo después de un peligroso viaje y la recuperación de la vista. No duda en salir de su casa y proclamar que Dios ha obrado en su favor. Da gracias sin cesar y hace partícipe a todo el mundo de su alegría. Reconoce y manifiesta que el Señor ha sido generoso con él y su familia. Es emocionante leer este pasaje.
¿Y nosotros? ¿Somos agradecidos con Dios? ¿Somos agradecidos con los demás cuando nos hacen un favor? Desgraciadamente tenemos muy poca memoria a la hora de recordar el bien que nos hacen. Son muchas las ocasiones en las que nos olvidamos de dar las gracias a quien nos quiere bien y nos ayuda. Parece como si sintiéramos vergüenza de nuestra debilidad en un determinado momento y de haber tenido que recurrir a Dios (o a los hombres) para salir de un mal paso. Y nada hay más hermoso que la gratitud. Recordemos el pasaje del Evangelio en el que Jesús cura a diez leprosos y solo uno vuelve a darle las gracias y dar gloria a Dios (San Lucas 17, 11-19) Seamos como el padre de Tobías, como ese leproso curado, demos gracias a Dios todos los días por un nuevo amanecer, por las cosas que nos regala cada día, por su infinito amor por nosotros, por tantas cosas buenas que nos suceden. Dice un viejo refrán castellano: “Es de bien nacidos el ser agradecidos” Sepamos dar las gracias a Dios con la valentía de un corazón lleno de gratitud y amor. Sepamos reconocer nuestra debilidad y repitamos en nuestra oración personal los versos de Santa Teresa de Jesús “Quien a Dios tiene nada le falta”.
Cristo: Verdadero Dios y verdadero hombre
Por las distintas profecías los judíos sabían que el Mesías sería de la estirpe de David. Pero la idea que ellos tenían era terrenal, pensaban en un líder político, en un rey. Por eso Jesús les plantea esta cuestión: ¿Cómo va a ser (solamente) hijo de David si el mismo Rey David, inspirado por el Espíritu Santo, le llama “Señor”? Para los judíos “Señor” solo era Dios. En este pasaje Cristo está aludiendo a su doble naturaleza divina y humana, les está diciendo que el Mesías no es solo un caudillo, un jefe. El Mesías es el Hijo de Dios venido a salvar al género humano más allá del pueblo de Israel. Es el que ha venido a vencer a la muerte, a abrir las puertas del cielo, a salvar nuestras almas, a transformar el mundo y a liberarnos de la esclavitud del pecado.
¿Quién es ese al que el mismo Rey David reconoce como hijo y a la vez le llama “Señor”? (Salmo 110) Es el Mesías que había de venir, su descendiente y a la vez Hijo de Dios. Los escribas y los fariseos entendían perfectamente las palabras de Jesús por eso su empeño en deshacerse de Él, en quitarle la vida. Para ellos era una blasfemia que alguien se atreviera a proclamarse hijo del Altísimo. Cristo nunca ocultó su naturaleza, su verdadera identidad. Y todo lo que dijo, todo lo que recogían las profecías antiguas, se cumplió en la mañana de la Resurrección. De nada sirvieron las traiciones, las persecuciones, los tormentos, la muerte: Jesús se desveló en toda su Gloria y con Él fuimos salvados todos.
D. Luis Maldonado Fernández de Tejada, OP
Fraternidad Laical de Santo Domingo, de Almagro