Evangelio del día

Evangelio del jueves 22 de diciembre de 2022

Padre Pedro Brassesco

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1,46-56

En aquel tiempo, María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor,
“se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humildad de su esclava”.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
“su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
“derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia”
—como lo había prometido a “nuestros padres”—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
María se quedó con Isabel unos tres meses y volvió a su casa.

Reflexión del Evangelio de hoy

Un encuentro solidario y cargado de sentido

El relato de la Visitación, que ayer iniciamos, se concluye hoy. Estamos cerca de la celebración de la fiesta de la Encarnación y Lucas nos presenta dos figuras femeninas que han sido sorprendidas por un anuncio, han sido escogidas para llevar a cabo el gran proyecto de Dios, salvar la humanidad y liberarla del pecado. Las dos se encuentran y en ese encuentro las dos tienen una reacción. Es un encuentro de agradecimiento.

Es un encuentro dónde las dos, movidas por el Espíritu Santo, hacen el agradecimiento por medio de una bendición. Isabel bendice a María por aceptar la voluntad de Dios en beneficio de la humanidad y por su ayuda solidaridad que le llena de alegría.  María corresponde a ese agradecimiento bendiciendo y alabando a Dios por el comportamiento en favor de su pueblo. Bendice y alaba a Dios porque actúa siempre mirando la humildad y sencillez de las personas. Bendice a Dios porque se fía y confía en los pequeños, en aquellos que la sociedad margina. María bendice y alaba a Dios porque ha estado grande con su pueblo.

Invitados a bendecir y alabar a Dios

Nos estamos preparando para la Navidad, debe ser el recuerdo agradecido a Dios, pues el Niño nacido en Belén, es el que nos ha enseñado la manera y la forma de ser personas dando un sentido concreto a nuestra vida. Haciéndose uno como nosotros nos está diciendo cómo se comporta Dios con nosotros y cómo quiere Dios que respondamos a ese comportamiento.

Ese comportamiento de Dios con la humanidad nos lleva a alabar y, bendecir tanto a Dios como a todas las personas. Bendecir es hablar bien, ensalzar, glorificar. Solemos percibir como bendición la que el sacerdote hace al final de la Eucaristía, bendecir la mesa y otras bendiciones de objetos. Naturalmente que todos necesitamos el favor de Dios, su protección y reconocimiento y por eso queremos que Dos nos bendiga. Sin embargo, somos menos sensibles a la bendición que podemos dirigir a Dios, como María, para alabarlo y glorificarlo. Y debemos ser sensibles a bendecir a las personas, para reconocerlas en su dignidad y en bien hacer, como Isabel.

Ojalá aprendamos a estar atentos para la bendición, para el bien decir a Dios y de Dios, a las personas y a todo lo creado por Dios. Cuando miramos la realidad desde el querer y hacer de Dios, percibimos la bondad de todo lo que Dios ha hecho, y provoca en nosotros con fuerza y ternura la alabanza y la bendición.

Fr. Mitxel Gutiérrez Sánchez O.P.
Casa Ntra.Sra. de los Ángeles (Vitoria)


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