Evangelio del día

Evangelio del martes 29 de noviembre de 2022

Padre Pedro Brassesco

 Estas cosas se las has revelado a los pequeños 

Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 21-24

En aquella hora Jesús se llenó de la alegría en el Espíritu Santo y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».
Y, volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte:
«¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron».

Reflexión del Evangelio de hoy

Sobre él se posará el espíritu del Señor

En la profecía que hoy nos presenta Isaías, se nos hace una descripción del Reino que ha de venir, es el ya pero todavía no, por eso se dice “aquel día”, porque la creación entera está anhelando la llegada de este Reino. Y es impresionante cómo este Reino va a subvertirlo todo. El Espíritu del Señor, llenando toda la tierra va a hacer de ella un Reino de paz y justicia. Y para que nos demos cuenta del alcance de esta conversión total, nos presenta la nueva relación entre los animales.

De todos es conocido los instintos de los animales feroces, el león, el oso, el lobo, la pantera. Y el profeta nos dice de manera muy atrevida, que pastarán juntos, comerán paja, incluso el niño pequeño meterá la mano en el agujero de la serpiente.

Hermanos, el profeta nos está hablando de nosotros mismos. ¡Qué abismos de oscuridad y pecado puede haber dentro de cada uno! Sin embargo, cuando se posa sobre nosotros el espíritu del Señor, Él nos transforma de tal manera que podemos llegar a ser santos, a vivir de manera heroica las virtudes, amando a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos.

Por eso Adviento es tiempo de esperanza. Estamos llamados a recibir este espíritu de prudencia y sabiduría, de consejo y valentía, de ciencia y temor del Señor; movidos por Él, no cabe el miedo en nuestra vida, pues nos hará vivir para Dios en todos los momentos de nuestra vida.  

Compartir la alegría del Espíritu

El Espíritu Santo se manifiesta de forma plena en las lecturas de hoy, en Isaías mencionando cuatro veces “espíritu de…”, y en el Evangelio, Jesús exulta lleno del Espíritu. Por eso a San Lucas se le llama también el evangelista del Espíritu.

Y Jesús prorrumpe, movido por el mismo Espíritu, en una oración de alabanza. ¿El motivo? Que Dios se fija en lo pequeño, en lo débil, en lo que no cuenta. ¿Hay algo más débil que un tronco viejo, o más limitado que un niño pequeño? Pues esos son los pequeños a los que Dios ha revelado las cosas del Reino. Así le ha parecido bien al Padre.

Y nosotros, sin embargo, pretendemos seguir siendo poderosos, fuertes, grandes, sabios, entendidos. No hemos comprendido aún que el Reino se manifiesta en lo pequeño, en lo humilde, en lo débil. Que Dios no necesita nuestras grandes obras para querernos, Él nos ama en medio de la imperfección, la debilidad, el pecado.

Jesús llama también dichosos a los discípulos porque han sido elegidos para ver y oír los secretos del Reino que está llegando. También esos discípulos a los que Jesús les habla aparte, somos nosotros, es todo aquel que abre su corazón a la alabanza, a la gratitud, a vivir en gratuidad, porque hemos recibido gratis un tesoro que nos salva y estamos llamados a darlo gratis, ¡por eso somos dichosos!

En este Adviento que estamos comenzando, vamos a tratar de abrir espacios a los humildes, a los pequeños, porque los engreídos, los prepotentes y orgullosos, Dios los mira de lejos. Que el Señor nos conceda la sencillez de reconocernos débiles y pequeños ante Él.

¿Dejo actuar al Espíritu en mi vida?

¿Qué actitudes descubro en mi corazón que no están llenas del Espíritu del Señor?

¿Trato de vivir mis relaciones desde la justicia y la paz?

Sor Inmaculada López Miró, OP
Monasterio Santa Mª de Gracia, Córdoba


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