Evangelio del lunes 5 de septiembre de 2022
Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 6-11
Un sábado, entró Jesús en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada.
Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo.
Pero él conocía sus pensamientos y dijo al hombre de la mano atrofiada:
«Levántate y ponte en medio».
Y, levantándose, se quedó en pie.
Jesús les dijo:
«Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?».
Y, echando en tomo una mirada a todos, le dijo:
«Extiende tu mano».
Él lo hizo y su mano quedó restablecida.
Pero ellos, ciegos por la cólera, discutían qué había que hacer con Jesús.
Reflexión del Evangelio de hoy
Barred la levadura vieja para ser masa nueva
Es una reconvención más de S. Pablo a los cristianos de Corinto. Son los peligros de una ciudad populosa, rica y, seguramente, un tanto libertina. Es grave el escándalo que Pablo denuncia, pero no parece afectar a la comunidad que sigue con su vida alegre y confiada.
Últimamente se está haciendo frecuente entre nosotros, los cristianos de hoy, hacer la vista gorda ante las inmoralidades que se desarrollan a nuestro alrededor. Nos fijamos mucho y condenamos, a veces con demasiada dureza, la sexualización de alguna parte de nuestra sociedad y costumbres, pero no queremos ver y volvemos la cara ante situaciones realmente graves que suceden a nuestro alrededor.
Recibimos en el templo con muestras de alegría a ese personaje que sabemos presta dinero a usura y no vacila en hacerse con la propiedad del prestatario; que es capaz de dejar en la calle a una familia a veces provocando el impago de la deuda, y sabemos que explota a sus empleados. A éste le sonreímos, le invitamos a presidir cofradías y eventos, sin tener en cuenta la oposición de su conducta con los mandatos de Dios. Pero torcemos la cara si una pobre mujer divorciada rehace su vida junto a otro hombre y le prohibimos acceder a la Comunión, sin pensar que, posiblemente, el primer matrimonio, aunque fuera celebrado en la iglesia, era inválido por vicios de forma, por engaño doloso del cónyuge, o por falta de libertad de uno o los dos contrayentes.
Pablo condena una situación notoriamente escandalosa, igual que va a condenar que unos se atiborren celebrando la Cena del Señor mientras otros pasan hambre a su lado, pero es posible que nosotros nos unamos sin dudar a la condena paulina de esta anormal pareja, pero nos hagamos el despistado ante situaciones sangrantes de abusos que se dan junto a nosotros. Nos falta barrer lo viejo, la levadura vieja, que hace un pan defectuoso, para empezar a vivir la nueva vida que Cristo nos ha traído, predicado y enseñando.
¿Qué está permitido en sábado?
Jesús sigue peguntando cosas difíciles, y nuestras respuestas pueden ser muy variadas. ¿Qué podemos hacer en el día santo? Es obvio que podemos hacer el bien o el mal, ¿pero, por cuál nos decantamos?
Es posible que, por una interpretación literal y rigorista de la ley, pensando que el bien es el seguimiento estricto, hagamos realmente un mal. El Maestro sigue enfrentándose a unas castas religiosas, en las que la caridad, el amor, está ausente, y elijen la escusa de un cumplimiento riguroso de la ley para olvidar que el hombre es hijo de Dios y que sus derechos están sobre el sábado. Recordemos que Jesús ha sido contundente: “El sábado se hizo para el hombre, no el hombre para el sábado” y vivamos en consecuencia con ello.
Es posible que estemos mirando atentamente lo malos que son escribas y fariseos sin tener en cuenta que lo somos nosotros en no pocas ocasiones. La idea de estos personajes es mantener el poder de la Ley sobre el hombre aplicando la máxima fidelidad en la interpretación literal de los mandatos, sean de origen divino o hayan sido añadidos después, aunque para dar un barniz de autoridad a normas puramente higiénicas, coyunturales, le echemos las culpas a Dios de su autoría, y les concedamos la misma importancia que a los mandamientos mosaicos. Exigimos respetar el sábado, pero nos olvidamos de amar a Dios y al prójimo en primer lugar, y después seguir con el resto de los preceptos, pero siempre supeditados a los dos primeros y principales.
Respetemos el sábado, para nosotros el domingo, siempre en servicio de las necesidades humanas. Hagamos el bien sea el día que sea.
D. Félix García O.P.
Fraternidad de Laicos Dominicos de Viveiro (Lugo)