Evangelio del día

Evangelio del miércoles 13 de julio de 2022

Padre Pedro Brassesco

Reflexión del Evangelio de hoy

Una fiebre debajo del hígado, como incendio de fuego

Nos encontramos en el Antiguo Testamento, donde las causas segundas no existen. Es Dios quien dirige la historia de la humanidad y se le atribuye a él todo lo que ocurre, incluidas las acciones de los hombres y de los pueblos. Detrás siempre está Dios, aunque, a veces, con procedimientos que sus seguidores no acabamos de entender.

El pueblo judío, el pueblo de Dios ha sido deportado fuera de su patria a Asiria. El Rey Asur ha tenido mucho que ver en este desenlace. Pero no puede gloriarse de haber sido el protagonista de esta acción. Detrás siempre está Dios. Así nos lo explica Él mismo, a través del profeta Isaías, sirviéndose de una comparación bien sencilla: No puede ni el hacha, ni la sierra, ni el bastón… gloriarse de lo que han hecho, sino la mano que los maneja. Para recordárselo, “El Señor de los ejércitos meterá enfermedad en su gordura y debajo del hígado le encenderá una fiebre, como incendio de fuego”.

Estas cosas se las has revelado a la gente sencilla

Dios siempre es Dios y tiene su manera de actuar respecto a nosotros. Gracias a Jesús, sabemos, por ejemplo, que revela “estas cosas”, sus cosas y nuestras cosas, a la gente sencilla y no a los sabios y entendidos.

Pero el mismo Jesús, de alguna manera, amplía este horizonte de revelación divina. La mejor manera es acudir a Él que está dispuesto a revelarnos quién es su Padre y todos sus secretos y los secretos de nuestra vida. Estas palabras de Jesús entroncan con aquellas en las que afirma que Él es la luz del mundo y que quien acuda a Él no andará en tinieblas. Bien sabemos que Jesús, nuestro mejor revelador, nos pone en bandeja no las verdades de las matemáticas, de la física, de la biología, de las ciencias naturales… sino las verdades que nos ayudan a vivir con sentido y esperanza en nuestra etapa terrena, antes de desembocar en la felicidad total después de nuestra muerte. Nadie mejor que Él conoce los secretos de la vida humana.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)

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