Evangelio del miércoles 18 de mayo de 2022

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».
Reflexión del Evangelio de hoy
Conflicto en la iglesia primitiva
No todo en la difusión del evangelio en la iglesia primitiva fue un camino de rosas. Esta primera lectura nos relata un fuerte conflicto en la que se vio envuelta. Bastantes judíos se convirtieron a la religión cristiana, al seguimiento de Jesús. Pero guardaban en su corazón un fuerte arraigo a prescripciones de su antigua religión judía, como la obligación de circuncidarse. Estos nuevos cristianos querían imponer la circuncisión para ser verdaderos cristianos, asegurando que sin ella nadie “podía salvarse”. Lo que provocó “un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé”, paladines de la predicación del evangelio a los gentiles. Para arreglar las cosas subieron a Jerusalén a consultar esta situación a los apósteles. La lectura de hoy solo llega a decirnos que “los apóstoles y los presbíteros ser reunieron a examinar el asunto”. Sabemos que de este diálogo fraterno saldrá una solución según el evangelio.
Este es un buen ejemplo que nos da también a nosotros cristianos del siglo XXI, sobre cómo debemos solucionar los conflictos que puedan surgir en nuestra iglesia. El verdadero remedio es el diálogo fraterno, acudiendo a las fuentes de nuestra religión, a Jesucristo, a sus palabras, a la posterior tradición. Lo importante será siempre llegar al camino verdadero que nos trazó Jesús, con su vida y su predicación.
Permaneced en mí y yo en vosotros
Intentamos adentrarnos en las conocidas enseñanzas de este pasaje evangélico. La idea principal es que sin Cristo no se puede ser cristiano. Sin meter de lleno en la propia vida a Cristo no se puede ser cristiano, no podemos dar ni un paso cristiano sin él. “Sin mí no podéis hacer nada”, así es de rotundo el mismo Cristo. Para explicarnos bien ese mensaje, Jesús nos pone un ejemplo agrícola. “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos” Todos entendemos que los sarmientos si no están unidos a la vid, al tronco, no dan fruto, son hojas sueltas que no dan fruto.
Por eso, Jesús a lo largo de su predicación, y en este pasaje con más fuerza, nos insiste en la necesidad de estar unidos a él. “Permaneced en mí y yo en vosotros”. Es algo que no lo podemos ver como una dependencia humillante, que nos roba nuestra libertad. No. Es una dependencia amorosa. Es la súplica del Hijo de Dios, del que nos ama y nos ama hasta el extremo, que nos pide que correspondamos a su amor, que le amemos para que no se rompa el amor entre nosotros y para que le pidamos lo que deseamos y él nos lo concederá. Desde su amor busca nuestro amor.
También nos habla Jesús de los que no permanecen en él, son como los sarmientos que los tiran fuera, se secan y los echan al fuego.
Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)