Evangelio del lunes 14 de marzo de 2022

Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 36-38
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».
Evangelio de hoy en audio
Reflexión del Evangelio de hoy
Señor, nos abruma la vergüenza
La oración de Daniel nos pone un poco en evidencia a todos por su humildad y sinceridad. La Biblia de Jerusalén traduce que el profeta “derramó” su oración, es decir, se vació de sí mismo para ponerse, en nombre de su pueblo, humilde y pecador, ante Quien es, por un lado “grande y terrible” y, por otro, fiel, leal y además “compasivo y perdona”.
Y digo que nos pone en evidencia porque a todos nos cuesta mucho reconocer nuestra fragilidad e inconstancia, nuestras contradicciones, nuestras vergüenzas y las continuas caídas en el mal.
Dios tiene razones más que suficientes para apartarnos de su amor. Así lo reconoce Daniel, pero, a pesar de todo, espera con el corazón encogido, una vez más el perdón generoso de Quien todo lo puede. Y es que las “razones” de Dios son el Amor y la Compasión, las cualidades de un Padre que nos ha dado la vida y acepta nuestras limitaciones y contradicciones.
La medida que uséis, la usarán con vosotros
En el espíritu de la lectura y el salmo. San Lucas nos ofrece lo que pudiéramos denominar “un salto de calidad” en la revelación de Dios a los hombres. No se trata solo de reconocer con humildad nuestro pecado y esperar la misericordia de Quien nos quiere incondicionalmente. Jesús invita a vivir ya en la realidad del Reino de Dios con nuestra propia vida.
El Reino de Dios que ha inaugurado Jesús es una Nueva Realidad manifestada en los cielos abiertos que contemplamos en el Bautismo del Jordán. Se trata no ya de sentirnos interpelados, sino involucrados en las “razones” de Dios haciéndolas nuestras: “sed compasivos como Vuestro Padre”, “no juzguéis”, “no condenéis”, “perdonad”
Jesús, que acaba de elegir a sus doce apóstoles, comienza la predicación del Reino no solo con palabras, sino con signos y testimonios que hacen presente a Dios. Toda una imagen de la Iglesia que quiere ser Sacramento de Cristo y del Reino entre los hombres para servir y no para ser servida: “dad y se os dará…porque la medida que uséis la usarán con vosotros”.
No es fácil tarea, pero no estamos solos. Al igual que Daniel, acudamos al Señor, confesemos con humildad nuestras faltas y carencias, pero, con la alegría del perdón y la misericordia, seamos testigos y portadores de esta Esperanza a nuestros hermanos los hombres.
“El recitante se distingue del orante en que se siente satisfecho después de orar. Ha “liquidado” aquel “asunto”, ha “cumplido” con aquella práctica más o menos simpática…Y ya no piensa en ello, al menos hasta mañana.
El orante, sin embargo, después se encuentra…preocupado, más ocupado, ¡con un peso más!…
Si he rezado de verdad me encuentro con muchos “encargos” recibidos precisamente de Dios cuando le pedía por algo… Advierto que, cuando rezo, Dios me da quehacer.”
(Alessandro Pronzato “Cansados de no caminar”)
D. Carlos José Romero Mensaque, O.P.
Fraternidad “Amigos de Dios” de Bormujos (Sevilla)